No voy a criticar, ministro, que vayan Andalucía y Canarias y no Ceuta y Melilla, puesto que doy por bueno su criterio del "alto volumen de actividad comercial" entre la vecina y hermana Andalucía y Canarias y el Reino de Marruecos. No había caido en la cuenta de que las treinta mil personas que, cada día, atraviesan la frontera de El Tarajal para comprar en Ceuta no son marroquíes, sino irlandeses del norte.
Tampoco voy a quejarme por el hecho de que no vayamos con ustedes, puesto que ya me lo aclaró la vicepresidenta hace tres años en Ceuta. A la cumbre con Marruecos van las comunidades autónomas, y no ciudades. No, no se preocupe, señor Moratinos: no voy a recordarle la historia de la Transitoria V ni que las autonomías tienen, por ley, de competentes en Exteriores lo que Diarra de rubio.
No, no voy a zurrarle la badana, porque no quiero molestar a nadie. No voy tampoco a contar el chiste que le hacía a usted buscando a la viuda de Juan Pablo II para darle el pésame. No se preocupe, ministro. Pero ahora hablando en serio, déjeme que le diga una cosa.
Vale que ustedes han autorizado la visita real a Ceuta y Melilla y vale que Zapatero fue el primer presidente del Gobierno en visitar Ceuta desde Adolfo Suárez. Eso es innegable. Pero sigan, sigan ustedes por ese camino y entonces sus compañeros de Daoiz hallarán, al fin, la respuesta a la pregunta que les viene martirizando desde hace veinte años: ¿por qué no ganamos en Ceuta ni a tiros?. Si Ceuta y Melilla no son un problema para ustedes, cosa que creo, ¿por qué no están en la reunión?. Tal vez nos falten un idioma propio y una embajada cultural en Islandia. Aunque, ahora que lo pienso: si en esto de la política exterior zapateril cada autonomía se arroga la representación y abre embajadas, ¿para que sirve, pues, el ministerio de Exteriores?...