A Pedro Castro, alcalde de Getafe, le corresponde al menos un mérito: que toda España sepa quien es siendo alcalde de una ciudad de Madrid que no es Madrid. El caso es que la frasecita de marras por la que ahora se le quiere someter a público escarnio, no es la única "castrada" que hemos visto en los últimos años. Al bueno de Don Pedro se le ocurrió un día que Getafe podría ser la capital de la Comunidad y las risas se escucharon hasta en Sebastopol.
A Pedro Castro, alcalde de los alcaldes, se le está poniendo a caer de un burro por una desafortunadísima frase. Llamar "tontos de los cojones" a todos los votantes del partido contrario es algo reprobable siempre, máxime en un momento de preocupante talibanización de ciertos sectores de la política española. Sin embargo, y miren que la frase no tiene ninguna gracia, creo que se han pasado de frenada desde las bancadas del PP con Pedro Castro. Al menos, este regidor ha tenido la decencia de admitir que su frase fue en un momento de calor y que fue tremendamente desafortunada. Al menos, ha tenido la vergüenza de pedir disculpas. Cosa que, por cierto, aún no he escuchado a Carlos Fabra, a quien si agracia la suerte acudirá a miccionar en la sede de Izquierda Unida en Castellón. ¿Merecen menos una disculpa los militantes de IU -partido al que no soy sospechoso de pertenecer- que los del PP? No se preocupen: en todos lados cuecen habas. Yo recuerdo actas plenarias de la Asamblea de Ceuta en la que, entre insulto e insulto, de vez en cuando te encontrabas algún decreto aprobado. Escribo esto en una ciudad cuya historia municipal también presenta ceniceros volando, gente vestida de torero o ataviada con ristras de chorizo asi como sus sillas al aire en la cafetería del Ayuntamiento entre personas de distinto color político. Me quedo con el análisis, creo que de Angela Vallvey, en una edición reciente de La Brújula de Carlos Alsina. El problema no es, en sí, la metedura de pata de Pedro Castro. El problema es que el político español está sustituyendo, de un tiempo a esta parte, la idea por el insulto y la propuesta por la descalificación. El problema es que nos estamos olvidando, cada día más, de que hay gente que puede no pensar como nosotros y no por ello son menos legítimos. El problema es, por tanto, de la mediocridad, o de que utilizamos el idioma a nuestra conveniencia para legislar/despistar. Y el gran problema es que, mientras ETA sigue matando, el paro sigue creciendo y la gente tiene cada día más problemas para llegar a fin de mes, aquí se arregla todo con insultos y desprecios. Luego, entre tantas ganas de mear y tanto tonto de los cojones, nos preocuparemos de que cada vez la gente tenga peor concepto de políticos y medios de comunicación.