El 23F, convocados por las Centrales Sindicales, salimos a las vacías calles de Ceuta, la perplejidad, el buen tiempo y unos cuatro centenares de personas. La razón que nos convocaba, escueta como el mecanismo de una maceta, contenía dos negaciones; “NO al retraso de la edad de jubilación” y “NO al recorte de las pensiones”.

¿Tiene esto que ver con la enmascarada crisis? Casi todos se apresuran a decir que no, aunque en explicaciones más amplias, se nos habla del inalcanzable año 2040, de la demografía, de unas proyecciones más o menos erróneas, de un documento-compromiso presentado en Europa y de la necesidad (¿?) o de la necedad de “hablar” de prolongar la vida laboral hasta los 67 años.

¡Carajo!. No se cual es su caso respetado lector. Pero yo, habiendo nacido en 1947, crecí entre comidas de posguerra, juegos de posguerra, escuelas de posguerra, y bofetadas de posguerra, porque los padres pegaban, los maestros pegaban, los curas pegaban, los guardias sacaban pecho y pegaban (como pueden ustedes observar ni los pegones ni los pegados, de aquella época, sabíamos lo que significaba la palabra trauma. Normal; no había ni para psicólogos). Nos tocó el tiempo de la dictadura, los hermanísimos, los cuñadísimos, los sobrinísimos, el usted no sabe con quien está hablando, las estrellas, la dictablanda de uniforme, roquete y procesión, ser provincia de Cádiz, la mili, el trabajo, la transición, la confusión de las ideologías, ser concejal de Ceuta, los listillos que se jactan de serlo, la falta de honradez tomando el sol en tanga, y como éramos pocos…y estoy a unos años de jubilarme, llega Zapatero y habla (a lo que se ve, por hablar) de lo molesto que son los jubilados, que cada vez son más, que duran más que un martillo metido en manteca, y que cuestan un riñón. Es verdad, no ha dicho nunca que había que matarlos, pero, ustedes, si pueden, no vayan en esos autobuses llenos de jubilados radiantes hasta la bandera, que suelen pasar por Logroño.

Me ha dicho, algún alma caritativa, que a mi no me afectará la amputación del icono del que habla Llamazares. Menos mal, pero a alguien sí que le afectará. Entre los incluidos, parece que está el propio ministro Blanco, con su aspecto de jilguero bondadoso, y así – de importante a importante- se lo hizo saber a Iñaki Gabilondo. Claro, el tema es tan peliagudo que hay que hacer cuentas. A ver; los que se jubilen en 2040 tendrían en esa fecha 67 años; luego nacieron alrededor de 1973. Es decir, el día de la manifestación 23F contaban con 37 años. La verdad es que había gente con treinta y tantos o cuarenta años, pero, creo, ajenos a la repercusión en sus vidas futuras de tal medida. Tan inconscientes iban como los que se quedaron en sus casas. La verdad es que con 37 años, en los días que corren, lo que hay que hacer es ordenar “los marrones”. Primero; ver si hay trabajo. Segundo; si se es “mileurista”.Tercero; la Hipoteca. Cuarto; el préstamo del coche. Quinto; que no se quede preñada nadie en esta santa casa.

Gracias chavalotes por estar en la “mani”. Porque, en vuestro caso, tiene mérito.

Y acabo recordando lo que pasaba cuando alguien importante decía que no iba a subir la gasolina. Se llenaban las gasolineras. ¿Se apuestan ustedes algo a que se amplia la edad de jubilación y se recortan las pensiones? Si estoy equivocado vengan a verme en el 2040 y les pagaré la apuesta sin rechistar.