Tras la toma de posesión de Rajoy en diciembre de 2011, el 2012 comenzó con la muerte, a los 89 años, del fundador de su partido, el franquista Manuel Fraga, un tipo que siempre apoyó la dictadura, que colaboró con ella, que firmó sentencias de muerte, que defendió métodos de humillación como el corte de pelo al rape de mujeres y que cambió de chaqueta cuando los tiempos así lo exigían, pasando de ministro del franquismo a demócrata en un plis plas. Aunque le debemos lo peor de nuestra Constitución y aunque jamás ha condenado a un régimen que reprimía y asesinaba a demócratas, este “padre de la democracia” fue enterrado con honores de Estado. Mientras tanto, miles de luchadores por la libertad continúan enterrados en cunetas de toda España y se resuelven en sus fosas ante la hipocresía de una falsa democracia injusta con sus héroes y servil con sus verdugos. Meses después, fallecía Santiago Carrillo a los 97, un hombre con una vida llena de claroscuros pero al que no se le puede achacar el no haber luchado por la libertad durante la guerra civil y los duros años del franquismo. Seguro que murió fumando.

{mosimage}Ha sido el año de los recortes, de la mayoría absoluta del Partido Popular, de los suicidios por desahucios y de la marea blanca, pero sobre todo, ha sido un año plagado de mentiras y manipulación. Los españoles hemos celebrado el bicentenario de “La Pepa” a la vez que hemos asistido a una merma indecente de derechos recogidos en la Constitución del 78. En este 2012, aspirar a una vivienda digna, a un trabajo, a una Educación pública de calidad, a cuidados sanitarios básicos y a una protección jurídica efectiva se ha convertido para gran parte de los españoles en una quimera.Y 2013 se presenta aún peor. ¿El motivo? El absoluto sometimiento de nuestros supuestos representantes a los dictámenes de la Troika, o lo que es lo mismo, la anteposición de los intereses económicos de una minoría sobre los derechos humanos de la mayoría.

Los que creemos que la democracia es el reparto de poder y la participación ciudadana en la toma de decisiones continuamos mirando al sur en busca de ejemplos. Es América Latina, esa zona sufrida e históricamente saqueada y torturada, el lugar que hoy da lecciones al mundo entero. El malo malísimo Hugo Chávez, ese supuesto dictador, ese tirano que tanto somete a su pueblo, ha vuelto a ganar las elecciones de Venezuela (las más limpias de Latinoamérica según observadores internacionales) y continúa escribiendo una brillante historia que esperemos que ni el cáncer ni el complot internacional puedan frenar prematuramente. Rafael Correa, bajo su lema “Primero la vida, después la deuda”, continúa socializando los beneficios bancarios de Ecuador, al contrario que la culta y avanzada Europa, profesional socializadora de pérdidas. También han sido noticia este año Evo Morales (que vuelve a serlo estos días por lo mismo) y Cristina Fernández de Kirchner por sus respectivas nacionalizaciones de electricidad e hidrocarburos. Al ser españolas las empresas perjudicadas, el chovinismo y la exaltación del patriotismo mal entendido no se hicieron esperar dentro de nuestras fronteras. Estúpidos y mentirosos titulares como “Ataque a España” ocuparon nuestros diarios en aquellos días de abril y mayo. Fue también en abril, el día 5, cuando la Ertzaintza se cobró la vida de Iñigo Cabacas, un joven muerto tras el impacto de una pelota de goma. Muchas han sido las víctimas de violencia policial este año. Ojos saltados, médulas espinales dañadas, menores de edad agredidos o personas arrestadas sin justificación (Alfon, vallecano de 21 años, continúa detenido mientras escribo estas líneas a causa de la huelga del 14-N) son algunas de las “perlas”, junto al indulto concedido a los Mossos d’Esquadra que torturaron a un ciudadano rumano en julio del 2006, que los métodos de represión del Estado y su justicia social nos dejan en el recuerdo este año que acaba. Ni estas actuaciones, ni los recortes sociales han sido impedimento para que la UE haya sido galardonada con el Nobel de la Paz, algo previsible teniendo en cuenta a antiguos galardonados, individuos tales como el reconocido criminal Henry Kissinger o el presidente Barack Obama, el “progre” reelegido por los estadounidenses en noviembre que prometió hace más de cuatro años el cierre del centro de torturas de Guantánamo. Otro embustero. Varios han sido los colectivos que a lo largo de este año que nos deja han sufrido las ofensas de los medios de comunicación manejados por el capital. Dos de ellos fueron noticia durante el verano: los mineros del norte y los sindicalistas del SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores). Los primeros, mientras defendían su pan con uñas, dientes y una huelga indefinida, fueron catalogados de violentos, subvencionados, radicales y demás adjetivos utilizados con asiduidad por la caverna mediática. Los segundos, tras expropiar unos carros de comida para llamar la atención de un pueblo mayoritariamente impasible ante el creciente hambre de sus gentes, fueron infinitamente más calumniados y vilipendiados, sobre todo su representante más visible, ese hombre que lleva más de treinta años ganando las elecciones democráticas de su pueblo, el alcalde de Marinaleda Juan Manuel Sánchez Gordillo. Si ya es deporte nacional la búsqueda de trapos sucios, en el caso de Sánchez Gordillo, la mentira y las malas artes han sido las únicas líneas a seguir por parte de la derecha y sus voceros oficiales. Los medios no sólo inventaron fábulas indemostrables y absurdas (sueldos y cargos inventados, declaraciones de anónimos, medias verdades, falsas subvenciones, etc.), sino que hasta llegaron a inmiscuirse en la vida privada de Gordillo con el afán de encontrar alguna miseria personal que publicar , como en el caso de “La Razón”, ese panfleto ultraderechista que no dudó en buscar declaraciones de su ex mujer y que no vaciló a la hora de exhibir la foto del alcalde en portada bajo el titular de “No se busca”, como si de un criminal prófugo de la justicia se tratara, algo que el mismo diario hiciera ya con algunos estudiantes que se pronunciaron en contra de los recortes del Gobierno meses antes. Han sido y son la mentira y el ataque personal, como vemos, las armas más usadas por aquellos que no pueden defender sus posiciones con argumentos limpios. Se trata de echar mierda sobre el representante principal de una acción para así desvirtuar la acción por completo. Juegan sucio, difaman, desprestigian mintiendo y acuden a las bajezas intelectuales y emocionales del receptor. Son los métodos de Goebbels (una mentira dicha 100 veces se convierte en verdad), y la derecha los maneja a la perfección. Esta táctica también la hemos podido observar durante las dos huelgas generales de este año (marzo y noviembre). Aquellos que se oponían a la movilización de los trabajadores argumentaban su posición, en la mayoría de ocasiones, haciendo alusión a las subvenciones recibidas por los convocantes. No son pocos los trabajadores que han criticado el dinero destinado a su defensa, pero pocos hablan, en cambio, del dinero recibido por la patronal y demás estamentos contrarios a los intereses del obrero. Los medios han logrado que el oprimido piense como el opresor, que haga suyos los intereses del amo, y es que ha quedado claro que la rebeldía es negativa y se paga cara. Que se lo pregunten a Julian Assange, el creador de Wikileaks, quien lleva 6 meses refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres, o a su abogado Baltasar Garzón, el mediático jurista -que no es que cuente con demasiada de mi simpatía- condenado a 11 años de inhabilitación para el cargo de juez el pasado febrero. También podría hablar de rebeldía pagada Alexis Tsipras, líder de la coalición política griega Syriza. Fue a esta nueva fuerza de izquierdas a la que los medios de comunicación del régimen europeo atacaron incesantemente ante el temor de su posible victoria en las elecciones de junio. Para los medios era Syriza, y no Amanecer Dorado, partido de ideología neonazi que también cosechó unos buenos resultados, la fuerza política que no debía gobernar bajo ningún concepto. Era preferible que los helenos depositaran su confianza en gente partidaria del racismo y la xenofobia antes que en un colectivo crítico con el sistema económico actual. Miedo, manipulación y más mentiras. Todo valió con tal de que en Grecia gobernase quien debía gobernar, es decir, la derecha neoliberal. Y lo lograron. Europa miente y los europeos asumen las mentiras. Los españoles no somos la excepción. Apenas importa que el partido que dirige el país desde La Moncloa esté haciendo lo contrario de lo prometido. Subida del IRPF y del IVA, amnistías fiscales, abaratamiento de despido, recortes en Sanidad y Educación o inyecciones de dinero público a los bancos son sólo algunas de las medidas que el PP criticó antes de su ascenso al poder y que posteriormente aplicó. En un país verdaderamente respetuoso con los principios democráticos, quien miente de esta manera debería estar legalmente obligado a dimitir; en España, los defensores de la mentira como táctica política continúan apelando a lo depositado en las urnas para justificar la continuidad de los mentirosos al timón del destino del país. Son los mismos que llamaron golpistas a los que recibieron porrazos por rodear el Congreso de los Diputados el 25 de septiembre exigiendo más democracia, más honradez y menos corrupción. Al parecer, estas exigencias en nuestros días son peligrosas, son “golpistas” y deben ser sancionadas. Hay que joderse. Los médicos de la Marea Blanca; los que hicieron huelga y salieron a la calle a protestar contra la injusticia; Chávez, Correa, Morales y Fernández de Kirchner; Cabacas y Alfon; la gente del 25-S; los mineros, Sánchez Gordillo, Cañamero y los luchadores del SAT; los estudiantes de la portada de “La Razón”; Assange, Garzón y Tsipras. Todos ellos, unos mejores y otros peores, han sido rebeldes y han sufrido de formas más o menos brutales las represalias, como antaño las sufrieron esos héroes que todavía habitan tantas cunetas del país. Ojalá que en 2013 la rebeldía se generalice para llegar a tener más efectos que la mentira…y que las piedras palestinas sean más poderosas que los tanques de Israel. No deseo nada más. Salud, República y feliz año.