- Corrían ya los minutos del descuento y el Atleti del Cholo tocaba el cielo con las manos.

La temporada perfecta estaba apunto de hacerse realidad y los colchoneros imploraban el pitido final para dejar de contener la respiración. Entonces, el balón voló y de la nada surgió la cabeza de un ansioso Sergio Ramos que lo envió directo al fondo de la portería de Courtois. Los blancos conseguían media hora más de un partido que terminarían ganando con una diferencia de tres goles, de un partido que significaba la tan esperada décima Copa de Europa. Fin del sueño rojiblanco. En el palco, un multimillonario saltaba de alegría y corría a saludar efusivamente a un tipo que, para estar a buenas con un poderoso amigo norteamericano sediento de petróleo, decidió secundar una guerra criminal en un lejano país llamado Irak. Florentino Pérez y José María Aznar. Tal para cual.

Algunas fotografías pueden ser fieles retratos de la realidad de un país y el cariñoso saludo entre el presidente del Real Madrid y el gurú del PP constituye, sin lugar a dudas, una de esas instantáneas dignas de analizar. Era un gesto de amistad, de complicidad, de cariño y de gratitud entre uno de los más importantes constructores del mundo y el líder del Gobierno que llevó a cabo las leyes de liberalización del suelo en el país de la burbuja inmobiliaria y los desahucios. Un empresario que debe mucho al poder político. Un político que debe mucho al poder empresarial que a día de hoy tan sustanciosas rentas le proporciona a través de Endesa. La casta de este país se abraza cuando Sergio Ramos marca un gol.

Veía la escena y recordaba aquel artículo del diario -nada sospechoso de izquierdista- “The New York Times” en el que se señalaba a “tito Floren” como uno de los culpables de la crisis española. Sí, ese hombre de negocios al que la publicidad y la hegemonía neoliberal del pensamiento nos ha enseñado a admirar, catalogando a los suyos de emprendedores y creadores de empleo, era, a mediados de 2012, todo un ejemplo de mala gestión para el prestigioso periódico neoyorkino.

Su empresa, ACS, endeudada hasta las cejas, engrosaba la brutal deuda privada española, verdadero problema del país (70% del PIB de deuda pública frente a un 134% de deuda privada, la mayoría de grandes empresas y grandes fortunas) hasta que se decidió, usando hasta la saciedad el mantra de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, que los platos rotos de los ricos debíamos pagarlos todos los ciudadanos a través de ajustes y recortes. Estas son algunas de las cositas que se citaban en el artículo: “Los economistas creen que una de las mayores amenazas para España es la situación de empresas como ACS”, “la deuda de esta compañía está fuera de control”, “al mismo tiempo que se endeudaba para acelerar el crecimiento de su compañía, -Florentino- recurría a fuertes préstamos para contratar a estrellas para el Real Madrid, desde David Beckham a Cristiano Ronaldo”.

Hace unos días, Juan Diego Botto decía lo siguiente en el plató de la tertulia política “La tuerka”: “El que te quita lo tuyo no es ese hombre que viene de Mauritania. El que te quita lo tuyo es de aquí, es poseedor de una banca o una gran empresa, tiene todo su dinero en otro país y está dejando de pagar los impuestos que permitirían que tu hija pudiera ir a la guardería. Ahora no es un señorito, es un señor respetable, con un montón de especialistas en marketing que le dicen 'hazte esta campaña, destina un 15% en alguna causa solidaria y móntate una ONG'. Es así”. Piensen en esto la próxima vez que el Amancio Ortega de turno done 20 millones a Cáritas.