Ayer, en la manifestación convocada por la Cumbre Social, no pedíamos otra cosa que justicia, derechos, dignidad. Pedíamos democracia, esa palabra que tanto usan los de arriba y tan pocos entienden lo que significa. Luchar contra el paro, contra la corrupción, los recortes, la desmantelación de los servicios públicos y en favor de los derechos de la clase trabajadora es luchar por la democracia. Luchar contra el Gobierno del PP es ser demócrata.
En España estamos sufriendo un Gobierno despótico y nuestra obligación cívica nos llama a rebelarnos contra él cada vez con mayor intensidad. Ayer, en la concentración, se vieron caras nuevas, lo que es buena señal. Ceuta, la ciudad más dormida de España, podría empezar a despertar de ese letargo ciudadano que la ha llevado a ser la ciudad con más paro de España y con uno de los peores índices de desarrollo social de la Unión Europea. Ojalá sea así, despierte y la positiva sensación de ayer no se quede en nada. Esta ciudad debe levantarse, unirse, cambiar de mentalidad y plantarle cara a sus gobernantes, títeres de un Gobierno central que a su vez es títere de la Troika y el gran capital, poderes a los que nadie ha dado legitimidad democrática.
En la manifestación de ayer no hubo banderines de sindicatos ni pancartas de partidos políticos. No se quiso que prejuicios u opiniones personales sobre tales colectivos pudieran dar pie a la desmovilización de nadie. Fue una movilización de ciudadanos unidos por la bandera del descontento y las ganas de un cambio de 180 grados en la forma de hacer política, un cambio que sólo es posible si nosotros, el pueblo, tomamos conciencia y comenzamos a hacer política...para que no nos la hagan. Actos como el de ayer son un paso en la dirección correcta.