- El presidente de la Xunta es amigo de mafiosos y se fotografía en sus yates tomando el sol.

El ex tesorero del Partido Popular tiene más de 30 millones de euros en cuentas en Suiza y es posible, según unas publicaciones provenientes -presuntamente- de su libreta de pagos ilegales, que miembros importantes del partido estén también involucrados en tramas de cuestionable honradez, incluido el actual Presidente del Gobierno, quien por cierto no ve, por lo que parece, nada antidemocrático en hacer llamaditas al CGPJ. Supongo que lo hará para interesarse por la salud de los jueces o algo similar. Se ve que Rajoy es un tío que se preocupa mucho por los demás y tal.

También se rumorea que el Jefe del Estado, ese al que en nuestra gran democracia ni se le vota ni se le deja de votar, el Rey don Juan Carlos, tampoco escatima a la hora de guardar pasta en paraísos fiscales. Su hija pequeña y el marido de ésta, alumnos aventajados por lo visto, están imputados por otra movida. La ministra Ana Mato dice que no se enteraba de nada de lo que hacía su hoy ex marido mientras que dormían juntos. Compartían alcoba, pero no secretos.

Bankia, la Gürtel, los ERE de Andalucía, José Blanco y la "operación Campeón", Caja Navarra, Carlos Mulas y Amy Martin, etc. Cada día nos levantamos con un nuevo caso de corrupción política, económica y ética que deja en evidencia que lo que aquí se vive no es democracia. La democracia es el poder repartido entre el pueblo y a lo que asistimos en nuestro país es a la existencia de un poder gestionado por una élite al servicio de una pequeña y adinerada minoría.

La corrupción es una consecuencia, no el germen de nuestros males. Es evidente que no se trata de casos aislados, sino de algo estructural, de algo que forma parte y que sostiene al propio sistema como una de sus patas y que se pone de manifiesto en cada institución (Monarquía, banca, Gobierno, grandes partidos, etc.). Por lo tanto, el problema es el propio sistema que produce y llama a la corrupción. Los cimientos sobre los que se ha construído nuestra "democracia" ya no sirven, han caducado y debemos buscar otros nuevos a través de consultas populares que consigan crear un modelo más participativo, con valores que no promuevan la corrupción y mecanismos fuertes que realmente la persigan (uno de ellos podría ser la existencia del referéndum revocatorio para poder echar a cualquier cargo público con el que la ciudadanía esté descontenta, algo que ya existe en "malvadas dictaduras" como Venezuela o Ecuador) , para así acercarnos un poco más a la idea básica de democracia. Los consensos sobre los que se labró la Constitución de 1978 han demostrado su incapacidad para hacer frente a la problemática actual y la idea de un nuevo proceso constituyente no se me antoja nada descabellada.

Muy al contrario, la veo necesaria, ¿qué hay mas democrático que un pueblo elaborando por sí mismo los principios básicos sobre los que desea construir las leyes que posteriormente ordenarán la vida en comunidad? La anterior Constitución fue votada por el pueblo, pero no fue elaborada por él, un dato muy importante. A través de un proceso constituyente es el pueblo, y no las élites dominantes, el que decide si blinda la Educación y la Sanidad públicas o el pago de la deuda; si prefiere vivir en República o en Monarquía; si le da prioridad al bienestar de las familias o al de las grandes empresas (que son las que le dan el sobre al político que se corrompe, no olvidemos ver las dos partes del problema) o si opina que los sectores estratégicos de la economía deben constituir un servicio básico para la población o una herramienta de lucro para millonarios. No hablo de inicar el proceso mañana, sino de trabajar para poder aspirar a él en un futuro cercano.

Obviamente, esta idea, si es bien llevada a cabo y no se permite interceder en ella a poderes fácticos con intereses puramente económicos que la lleven a su terreno, sino que es el pueblo, la gente de a pie quien la elabora en base a sus intereses y necesidades, será una idea nada atractiva para una oligarquía económica y política siempre temerosa de que los ciudadanos alcancemos parcelas de poder real. Por eso, es necesario que de una vez nos demos cuenta de que lo que es malo para Emilio Botín, Mariano Rajoy, Francisco González, Mario Draghi y Joan Rosell, entre otros, y para los medios de comunicación a su servicio, es bueno para nosotros. O los que recortan o los recortados, así de sencillo.