- Venezuela está de luto. Y la democracia también.

Ha muerto Hugo Chávez, probablemente el líder político más importante de los últimos 30 años, y su muerte, al igual que toda su vida pública, ha conmocionado al mundo, causando tristeza en aquellos que creemos que un mundo no regido por los intereses económicos de las minorías es posible, y gran alegría en los miserables que piensan que la desaparición de un hombre que hasta su último suspiro les plantó cara puede suponer un cambio importante en las relaciones de poder de Venezuela y de América Latina en su conjunto.

Ignoran estos carroñeros que lo que Chávez ha construido no ha sido un proyecto en torno a su persona, sino en torno a una idea de sociedad más justa y equitativa. Chávez va a sobrevivir a Chávez, porque hace mucho que la palabra Chávez dejó de referirse a una persona, pasando a referirse a todo un pueblo. Chávez es pueblo, y a quien no le guste que llore. O que se ría, es igual.

Hugo Chávez ha sido, con diferencia, el dirigente político más difamado, insultado, calumniado y atacado de los últimos años. Muchos defectos, pero numerosas virtudes. Ganó más elecciones que nadie, puso su cargo a disposición del pueblo, encabezó un proceso constituyente popular, centró sus esfuerzos en dar cobertura sanitaria a los invisibles, educación a los marginados y derechos sociales a un pueblo golpeado por Gobiernos títeres de Estados Unidos dedicados en cuerpo y alma a servir al vecino del norte, a un pueblo que venía profundamente dañado por la tragedia del "caracazo" y golpeado por los escándalos de corrupción y violación de derechos humanos del repulsivo Carlos Andrés Pérez. Chávez asentó la democracia en un momento convulso de la historia venezolana y llevó el nombre de Venezuela por todo el mundo, desafiando a aquellos que siempre se habían beneficiado de la explotación de los suyos y creando alianzas con los pueblos hermanos al sur del Río Bravo.

Porque si Chávez anhelaba algo, ese algo era la unidad de América Latina, la unión de esa región tan saqueada por el colonialismo y el imperialismo. Hoy sus herederos le lloran. Evo Morales, Rafael Correa, Pepe Mujica, Cristina Fernández, Dilma Rousseff y su predecesor Lula Da Silva. Y todo el pueblo cubano, 11 millones de personas condenadas a la necesidad por un bloqueo criminal implantado por Estados Unidos y que encontraron en Chávez a un amigo en el que apoyarse.

El legado de Chávez en Latinoamérica lo podemos encontrar en organismos de lucha contra la pobreza y la exclusión como la Alianza Bolivariana para América (ALBA) o en instituciones de integración y desarrollo como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Fue un compañero que, consciente del poder que tenía debido al petróleo que poseía, siempre dio la cara por los países a los que él consideraba que debía ayudar. Expulsó de Caracas al embajador de Israel en condena a los brutales crímenes de este país contra la población palestina, e hizo lo propio con el embajador de Estados Unidos como represalia por la expulsión del embajador boliviano del territorio norteamericano . Su grito de "¡Aquí hay un pueblo digno!" ha pasado a la historia. Y es que Venezuela, con Chávez, ha sido y es digna.

De Chávez se ha informado mucho. O mejor dicho, se ha desinformado. Ni el día de su muerte, el manipulador lenguaje de los mercenarios a sueldo de los grandes medios de persuasión se suavizó un ápice en nuestro país. Mientras hablaban de él en televisión, los contertulios -ni uno solo defensor de la Revolución bolivariana- del Canal 24 horas de Televisión Española usaban como si nada la expresión "caudillo", sabiendo perfectamente el efecto que tal palabra produce en España. Con Chávez siempre ha habido y seguirá habiendo patente de corso para la mentira, la infamia y la exageración desmesurada, ataques justificados para muchos que lo han considerado un dictador y que, en cambio, jamás se pronuncian sobre las barbaridades cometidas por verdaderas dictaduras amigas de España como Arabia Saudí, o sobre las atrocidades cometidas por los gobiernos de derechas de América Latina.

Nos han bombardeado contándonos las supuestas miserias que el socialismo de Chávez ha causado en Venezuela, pero apenas se informa de la situación de emergencia creada por el capitalismo en Haití, uno de los países más pobres del mundo gracias a su obediencia a los poderes económicos mundiales. Chávez era noticia aunque no pasara nada en Venezuela; los demás países gobernados por la derecha no lo eran aunque se estuviesen llevando a cabo matanzas extrajudiciales. ¿Se ha atacado a Chávez por considerarle un dictador y violar derechos humanos? No, se le ha atacado por ser rebelde ante el poder establecido, un pecado imperdonable. Es llamativo que seamos los que defendemos que una democracia oficial es democracia quienes tengamos que estar continuamente demostrando que lo es. Lo lógico sería lo contrario, que fueran los que acusan a Venezuela de dictaduria quienes aportaran datos que sostuviesen tal acusación, pero es que con Venezuela todo ha ido al contrario de lo que el sentido común estipula. Los logros de Chávez en el terreno social hacían que así fuese.

Mientras en España se producen 500 desahucios al día, Venezuela entregó 146.000 viviendas a los sectores más desfavorecidos de la población en 2011. Mientras la pobreza infantil ha llegado en España a un 45%, Venezuela ha reducido, en los años de Gobierno de Hugo Chávez, su pobreza en un 44% según datos de la CEPAL y ha erradicado el analfabetismo. Aquí, Rajoy gobierna a golpe de Decreto-Ley, mientras que Chávez hizo del referéndum vinculante una realidad. El apoyo que la gente le ha ido dando a Chávez ha contrastado con el odio feroz que ha ido levantando entre las oligarquía y los grandes propietarios, afectados directos de sus políticas de izquierdas.

Según el apoyo a Chávez iba creciendo, más brutales se volvían las campañas mediáticas destinadas a manchar su imagen, algo que no es de extrañar si tenemos en cuenta que los medios de comunicación mundiales están manejados por un pequeño puñado de grandes empresas gobernadas a su vez por la banca y el gran capital y que nos han hecho creer que en España la izquierda la representan voceras maleducadas del PSOE como la esperpéntica María Antonia Iglesias o canales de televisión idiotizadores como Telecinco, haciendo digerir a los consumidores que ser de izquierdas es estar a favor del matrimonio gay y del uso del preservativo, tachando de "radicales extremistas" a los que, como Chávez, construyen izquierda desde el terreno económico. Conviene no olvidar, a modo de detalle significativo, que el Grupo PRISA, ese representante de la izquierda española, apoyó el Golpe de Estado militar de 2002 en Venezuela.

Los medios de comunicación consiguieron que hablar sobre Chávez con alguien informado únicamente a través de la televisión o los periódicos de masas se volviera una tarea imposible. Pero los que intentamos saber lo que no nos cuentan, sabemos que Hugo Chávez Frías fue atacado sin compasión porque cabreaba mucho. Les cabreó en vida...y muerto les cabreará aún más. Chávez ha muerto. Viva Chávez, carajo.