Hoy les voy a deleitar con otra de mis anécdotas lingüísticas. Esta es de las que, tan por auténtica parece inventada. Pero les aseguro que todo lo que voy a relatar aquí es absolutamente cierto. Y eso es lo que precisamente hace bella la anécdota.
 
Hace unos años, por motivos laborales tuve que viajar a Inglaterra en compañía de varios colegas de profesión. Dado que yo era el único que manejaba la lengua de Shakespeare, me nombraron guía y traductor oficial, lo cual no sólo no me desagradó, sino que también me elogió.

 

Nada de raro en esto. Un grupo de amigos o compañeros-en este caso ambas cosas-que viajan a un país cuya lengua todos salvo uno desconocen. La gracia en este caso ocurrió una mañana en la que estábamos desayunando en el hotel en el cual nos alojábamos. Para desayunar nos pusieron un par de bollos con mantequilla-ay, qué enamorados del pan y mantequilla los ingleses- y un café, algo habitual en un hotel. Lo curioso vino cuando uno de los compañeros contó una de sus “batallitas”. De todos nosotros era sabido que este compañero había pasado una temporada de su vida en Inglaterra. Mientras desayunábamos charlamos sobre el asunto y la inevitable pregunta surgió: ¿cómo podía haber vivido y trabajado en Londres durante años sin saber ni una palabra en inglés?. La pregunta tuvo una ingeniosa respuesta por su parte. No recuerdo sus palabras exactas pero dijo algo así como: “sabiendo decir “sombrero y bota” no te mueres de hambre”. El resto de los comensales nos miramos con divertido asombro. “¿Sombrero y bota?. ¿Hat and boot?” (en ese momento pensé que se refería a las palabras inglesas). No tenía ningún sentido, así que pedimos una aclaración. Sabiendo nuestra expectación, el compañero no quiso contestar verbalmente, sino que, levantó la mano en clara llamada a la camarera y cuando ésta se acercó a la mesa, él le dijo educadamente: “Sombrero y bota, please”. Ella asintió, se alejó de la mesa y a los pocos minutos volvió de nuevo a la mesa con otro bollo de pan y un paquetito de mantequilla.

 

Ya se pueden imaginar la cara que pusimos ante lo allí acontecido. De repente, estallé en risas, lo cual mosqueó más al resto, excepto al que había pedido el desayuno. Cuando por fín, dejé de reir (es un decir, porque aún me río recordándolo), les expliqué el motivo de mi risa. Helo aquí:

 

En inglés, “some bread and butter” significa “un poco de pan y mantequilla”. La frase, pronunciada “ a la española” sonaría algo así como “Sam bred and bata”, con un claro parecido fonético con “sombrero y bota”. A la camarera, acostumbrada quizás a distintos acentos y pronunciaciones no le sonó nada raro aquello. Al resto nos pareció subrealista, y a mí una deliciosa anécdota que contar.

 

Saludos.

 

PD: Ramón, te quiero.