Manuel Merlo, Director del Centro Dramático de Ceuta

Cuando ya se ha iniciado febrero, un cúmulo de sensaciones, recuerdos, alegrías, ilusiones, sabores agridulces, emociones..., se agolpan muy atropelladamente sin orden ni concierto en mi mente, por todo lo acontecido a lo largo de estas tres décadas y media, que pronunciadas así, son solo cuatro palabras, pero acumulan siete lustros, cuatrocientos veinte meses o doce mil setecientos setenta y cinco días, vividos tan intensamente y sin apenas pausas, que aquel primer día de comienzo se funde con el último y no parece que haya pasado el tiempo.

Pero el tiempo ha pasado y ha ido dejando marcas, algunas bastante profundas, en todos y cada uno de los que hemos formado parte en algún momento como componentes del CDC. Se han forjado amistades intensas, otras no tanto, pero se ha luchado muy emocionadamente por conseguir objetivos que han ido viendo la luz de forma sucesiva.

Yo, como director, que lleva al frente de la historia desde el comienzo, no soy quien para valorar nuestra trayectoria porque no podría ser muy objetivo, pero si puedo decir que ha sido amplia y variada. No nos hemos especializado en nada, pero hemos tocado un amplio abanico de las artes escénicas en casi todas sus modalidades para poner sobre el escenario o en la calle más de ciento setenta montajes con el ánimo de llevar al público trabajos que pienso y creo iban revestidos de dignidad y el máximo de calidad que hemos podido alcanzar en cada momento.

Hemos pasado del drama a la comedia, de obras de autores de importancia internacional a montajes de creación propia, de escenificaciones gestuales a funciones donde lo importante era la palabra, el texto; hemos realizado teatro infantil, cabaret, costumbrista, contemporáneo, clásico, con incorporaciones de baile, música y canciones… En resumen hemos degustado el teatro ampliamente y el público siempre nos ha correspondido con su asistencia, sus críticas y sus aplausos.

Soy consciente que no siempre hemos acertado en los planteamientos, aunque ahí el único culpable es quien suscribe este escrito como responsable artístico de la institución. Hemos debatido y reflexionado ampliamente sobre cada puesta en escena y siempre se ha intentado aprender de los errores cometidos. Durante todo este tiempo se ha mantenido la ilusión y la pasión como norma para caminar por los senderos teatrales propuestos y esto ha hecho que la fuerza, la imaginación y el esfuerzo siempre se vean compensados y se haya llegado a las metas con un alto índice de compromiso teatral y visos de profesionalidad.

Este año 2019, da la casualidad que yo personalmente cumplo 55 años en el mundo del teatro, así que se juntan dos números redondos dentro de mi trayectoria personal y teatral. Algo que ha hecho que mi vida haya estado por vocación y por decisión condicionada al mundo de las candilejas.

Este arte efímero se ha visto arropado (lo que agradezco profunda y emocionalmente) por un número muy importante de personas (varios centenares), con cometidos muy diferentes que han hecho, aún sin haberlo pretendido, que hayamos pasado a formar parte, creo que importante, de la vida cultural de la Ciudad. Estas personas, sin las cuales el teatro no puede producir la magia pretendida son actores, escenógrafos, diseñadores gráficos, fotógrafos, maquilladores, iluminadores, sonidistas, maquinistas, especialistas en vestuario, etc…; por todos los medios de comunicación de Ceuta y por el apoyo desde el principio de las instituciones culturales de la Ciudad, sin el cual no hubiésemos sobrevivido.

Treinta y cinco años que dan como resultado una actividad teatral bastante frenética en varios frentes y que ha llegado a algunos países europeos y muchas comunidades del estado español, siendo ante todo un germen de actores, algunos de ellos de muchísima calidad, versatilidad y talento.

Se podría decir que treinta y cinco años no son casi nada.