José Antonio Carbonell Buzzian (Contigo Somos Democracia)

Hay un superpoder que tendría que habitar en el máximo mandatario de nuestro país, ese es para mí el que define el carisma de un líder, tener capacidad de conectar de forma emocional, de transmitir o incluso de emocionar a las personas que lo escuchan, eso no significa que lo que está diciendo sea inteligente, o ni siquiera cierto, pero debe tener un impacto directo en sus oyentes, el carisma está sobrevalorado a lo que respecta el liderazgo, los mejores líderes son aquellos que de forma moderada son carismáticos.

Si queremos que nuestra nación sea mejor, debemos reivindicar el papel de protagonistas. Hoy de nuevo quiero hablar de la invasión sufrida, una agresión miserable en la que niños y bebés fueron deliberadamente conducidos al gua con riesgo para sus vidas, donde los civiles fueron utilizados como carga biológica por la pandemia que vivimos y gracias a la eficaz intervención y colaboración de nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, así como al Ejército y a las ONG que operaron conjuntamente y con especial respeto de los derechos humanos salvaron a muchas vidas que se lanzaron al mar por el Tarajal, o bien atravesando las vallas fronterizas abiertas de par en par por los militares de Marruecos, donde alrededor de 8.000 personas entraron a la fuerza, violando nuestras fronteras.

Todo esto es debido a la fragilidad y debilidad que hemos estado demostrando últimamente, por un lado las luchas internas de Comunidades Autónomas que no quieren ser españolas, por otro, algunos dirigentes hacen políticas a espaldas de los españoles con fines espurios dando lugar a invasiones con objetivos esenciales que alumbran una estrategia a largo plazo. Ceuta, Melilla y Canarias estrategia frente a la que nuestro país muestra un descuido descomunal, los últimos desencuentros y tensiones con el país vecino son incontestables, resulta más que evidente que nuestra política de apaciguamiento, ayudas económicas y compra de voluntades no parece funcionar con Marruecos, y según mi opinión, difícilmente funcionará.

Quiero ser claro, Marruecos es un vecino inevitable con el que estamos condenados a entendernos, por ello nuestro país no debe agredir, pero sí disuadir porque la seguridad se alcanza principalmente por la acción política y diplomática, pero no debemos permitir que nada ni nadie como país soberano que somos, nos diga como tenemos o debemos hacer las cosas.