- La cabalgata de carnaval este año 2015 en Ceuta ha sido verdaderamente multitudinaria.

Me ha impresionado la cantidad de caballas que se han lanzado a la calle a expresar su ingenio y sus ganas de pasarlo bien, a pesar de que creo que la calidad ha sido algo inferior a la del año pasado en cuanto a imaginación y originalidad. He disfrutado mucho con mis hijos viendo desfilar una tras otra las agrupaciones y grupos independientes de personas ataviadas con disfraces que iban pasando uno tras otro hasta que empezaron a aparecer los primeros integrantes de la cabalgata... con un cubata en la mano.

Con algo de incomodidad, miraba a mis hijos que seguían fascinados viendo el espectáculo. A continuación siguió avanzando el desfile y llegaron otros más, también bebiendo vasos con cubalibres, siguiendo a vehículos escoba con el maletero abierto desde donde se emitía la música con grandes altavoces y.... en los que se veían neveras y cajas de donde salían botellas de ron, whisky, tinto y otras bebidas alcóholicas. Y tras ellos, otra agrupación de niños pequeños, tranquilos, ajenos a esta actividad. Y de nuevo... otro grupo, que no iban disfrazados de borrachos, pero con botellas de ron en ristre y de nuevo con cervezas y vasos de cubatas en la mano. Y así una, y otra, y otra.

No es sólo mi sentir, sino el de muchas familias con niños que estábamos presenciando la cabalgata, que es totalmente inadmisible que en una cabalgata de carnaval, de disfraces, que aunque supone un disfrute para todas las edades tiene una orientación fundamentalmente familiar e infantil, se tolere este comportamiento de consumo de alcohol en un desfile público, no ya como actividad de ocio privada o discreta, sino ostentosamente en una exhibición pública organizada por la Ciudad Autónoma y escoltada y apoyada por personal municipal. ¿Es esa la forma de transmitir a la gente cómo pasarlo bien, permitir un pasacalles de disfraces con el cubatita en la mano?

Todos sabemos que nuestra cultura tiene indisolublemente asociada la idea de que la fiesta no se concibe sin comer y beber, algo que me parece lógico dentro de un contexto de bares, de restaurantes, festivales culinarios, ferias del tapeo, etc, pero esto que pudimos ver en la cabalgata de carnaval carecía de cualquier sentido y traspasaba la barrera no sólo ya del buen gusto, sino de la ética y del civismo. Muchos ciudadanos nos hemos sentido avergonzados de contemplar ese triste espectáculo de consumo de alcohol carente de excusa o sentido más allá de la necesidad compulsiva de muchos de consumir bebidas alcohólicas sin pudor delante de miles de niños y con al amparo de las autoridades. Aún tengo un amargo sabor de boca que nos ha dejado el espectáculo de este año, y muchos esperamos que la dejadez del ayuntamiento permitiendo esos comportamientos bochornosos no vuelvan a repetirse.