- Hace ya unos cinco años que tome contacto como usuario de una de las escuelas deportivas que organiza con el ICD, organismo que si no me equivoco en la actual legislatura se encuentra bajo su tutela política, aparte de contar con seguramente un magnifico elenco de gestores, administradores, técnicos, funcionarios y demás miembros de plantilla que garantizan, con su reconocida eficacia y profesionalidad, el constante fomento de la actividad deportiva en nuestra Ciudad y fuera de ella.

Cuando tome ese primer contacto como le digo con el ICD, nadie me informo que automáticamente quedaba catalogado como deportista de segunda, aunque bueno más bien me incluyeron en ese grupo el pasado año, no por el hecho de no alcanzar espectaculares resultados, lo máximo una medalla de bronce en mi categoría en una competición de la escuela, ni por no estar inscrito en alguna de las actividades punteras, no practico ni maratón, ni decatlón, ni triatlón, ni pádel ni futbol, petanca o baloncesto, ni siquiera por tener una edad que algunos consideran más adecuada para estar sentado en un sillón viendo la tele, ya he superado el medio centenar en mi haber, sino por el simple hecho de querer practicar el noble deporte de la EQUITACIÓN.

Desearía que, si tiene a bien hacerlo, me ayude a comprender los motivos por los que me da la impresión de que como usuario del ICD no soy tratado con el mismo rasero que el resto de ciudadanos que están inscritos y hacen uso de sus instalaciones y escuelas deportivas. Y lo de ser considerado usuario-deportista de segunda y encima tratado con distinto rasero lo digo con absoluta convicción y algunos ejemplos creo que me dan la razón.

En septiembre pasado ICD decidió suspender las actividades del centro hípico sin ser capaz de darnos ni una explicación a los usuarios, mas allá de lo que conocimos por la prensa, le garantizo que acudí mas de dos y de tres veces personalmente a solicitarla. No tengo conocimiento de que se haya actuado así con ninguna otra de las actividades del ICD. Supongo que sabrá que en agosto del pasado año ya habíamos pagado la cuota correspondiente al mes de septiembre, según las normas en vigor, dinero que estuvo en poder del ICD hasta la reanudación de la escuela meses más tarde y que se aplicó a la primera mensualidad tras el reinicio (por supuesto), pero me canse de escuchar la cantinela, mire su cuenta, ya se ha ordenado la devolución de los importes cargados indebidamente, o aun no sabemos qué se va ha hacer. Cada vez que acudía a preguntar sobre el asunto de la continuidad de la escuela de hípica la respuesta era la misma, no tenemos información que darle.

Cuando el ICD decidió que tenía la perfecta solución para volver a poner en marcha el centro hípico se nos dijo que ya no volveríamos a sufrir interrupciones en nuestra práctica deportiva ya que se había encontrado la forma de darle continuidad a través de nuevas fórmulas que evitarían las trabas existentes, o al menos así se difundió hasta la saciedad en los medios de comunicación, estoy seguro que las hemerotecas no me dejaran por mentiroso, pero tras ocho meses parece que no ha habido tiempo suficiente para, dedicándole siquiera unos minutos al dia resolver los procedimientos necesarios.

Sabe usted que el ICD a fecha de hoy no se ha dignado a ponerse en contacto conmigo o algún otro de los alumnos que conozco para al menos informarnos de alguna manera en que situación quedamos los alumnos inscritos y si le soy sincero dudo mucho de que lo hagan, sería una gran sorpresa.

Me hace sentir un deportista de segunda que el ICD haya decidido que no soy merecedor de poder seguir practicando mi deporte durante los meses de verano ya que no ha incluido la equitación en la amplia programación veraniega.

Creo que solo usted puede decirme que ocurrirá el próximo septiembre, si podré volver a iniciar mi actividad deportiva, con los inconvenientes que supone perder la forma física adecuada para un deporte tan exigente como es la equitación o si tendré que salir fuera de la ciudad para poder seguir haciéndolo si me lo puedo permitir o dejarlo, porque aquí alguien haya decidido que ya no puedo continuar practicando mi deporte.

Me hace sentir como deportista de segunda que se diga que la afluencia de alumnos ha bajado como excusa para reducir los medios a disposición de los que continuamos, cuando lógicamente si no se abre la escuela en sus fechas los padres de los más pequeños buscan otras actividades para ellos.

Me hace sentir como deportista de segunda el visitar la página en Facebook del ICD y ver que desde que se reinició la actividad no hay a la vista ninguna referencia a la escuela de hípica, pero aún me entristece mucho más ver como el esfuerzo de los alumnos más jóvenes de la escuela no merece ni siguiera una pequeña atención incluyendo los magníficos resultados obtenidos en competiciones fuera de nuestra ciudad o el haberles negado la posibilidad de sentirse igual de apoyados por el ICD que otros muchos niños deportistas puesto que a ellos se les negó la posibilidad de participar en los ampliamente difundidos Juegos del Estrecho, que si por si acaso alguien no lo sabía a estas alturas, entre las disciplinas que se disputaron también hubo especialidades ecuestres y seguro que muchos de ellos habrían dejado a buen nivel el pabellón de Ceuta.

Quisiera que me ayudara a comprender que motivos existen para concentrar tantos esfuerzos en impedir que pueda seguir practicando el deporte que he elegido practicar junto con otros muchos compañeros, porque aunque no puedo saber que concepto tiene usted o el organismo que tutela de las personas que practicamos la hípica en cualquiera de sus modalidades, si puedo decirle que nosotros nos consideramos DEPORTISTAS, que afrontamos el desafío que supone compenetrarse con un magnifico animal, con el que formamos un tándem inseparable que va mucho más allá de considerarlo una mera herramienta de nuestra actividad ya que es el eje y motor de la misma, con el mismo ánimo, interés, esfuerzo e ilusión que puede ponerle un chavalín que estrena sus primeras botas o la de un esforzado corredor que supera una nueva marca.

Lamentablemente mis recursos económicos me impiden ser propietario de uno o varios caballos, disponer de una cuadra propia y de una pista en el jardín de mi casa en la que practicar el deporte que me apasiona, eso me lleva a tener que sufrir continuamente la inquietud de saber si la próxima semana poder acudir a clase, si habrá una nueva idea de alguien que me impida entrenar y ejercitarme, en fin saber si el ICD ha decidido que ya no sea un deportista de segunda porque ya no me considera ni deportista y cierra la el centro hípico o más difícil todavía porque decida de una vez normalizar la situación y apoyar como se merece este y cualquier otro deporte.

Ciertamente esta carta abierta puede resultar bastante larga pero no me resulta posible expresarle en menos palabras mi profunda decepción y frustración hacia lo que aquí explico, y si bien no tengo muchas esperanzas en recibir una respuesta que disipe mis muchas dudas e incertidumbres no dejo de confiar en que alguna vez la obtendré.

No le pido más como responsable político que es del área deportiva, que aun sabiendo que posiblemente, bueno mejor nunca seré un gran jinete, me deje seguir intentándolo con todas mis fuerzas.

Sin más, quedo a la espera de su respuesta.