- Señor ministro: bienvenido a nuestra ciudad. En ella pasará usted unas horas agradables. Ya se han ocupado todos los cargos públicos de preparar adecuadamente la visita.

Sólo oirá alabanzas y lisonjas. Los aparatos de propaganda, geneorsamente engrasados, loarán su gestión, su personalidad y sus desvelos. Nadie tendrá la oportunidad de contarle a usted la verdad. Sólo se entrevistará con algunos conmilitones de su partido o con aduladores interesados embelesados por el poder de un ministro.

Sin embargo, la verdad, señor ministro, la que usted no quiere escuchar, es tremendamente amarga. El fracaso escolar que padece esta ciudad es una auténtica tragedia. Políticos irresponsables, como usted, nos están arrebatando el futuro. Más del cuarenta por ciento de los jóvenes ceutíes no terminan la educación obligatoria.

A usted, señor ministro, esto no le importa lo más mínimo. No hacen absolutamente nada para evitarlo. Todas las denuncias y reivindicaciones de padres, profesores y alumnos caen invariablemente en saco roto. Ceuta sólo recibe de su ministerio ramalazos de soberbia, impertinencia y desprecio. Quizá el problema radica en que las víctimas de este deformado sistema se concentran en los sectores de población más humildes, aquellos a los que ustedes nunca tienen en cuenta.

No sabemos si ya le han dicho que, para el próximo curso, todos los grupos de Educación Infantil y Primaria tendrán, como mínimo, 29 alumnos. Entre ellos figuran alumnos con necesidades educativas especiales, y muchos con dificultad en el manejo del idioma porque tienen otra lengua materna.

El profesorado de apoyo, cada vez más recortado, ya está en niveles riículos. Las medidas de atención a la diversidad han sido devaluadas, restringidas o directamente suprimidas. En estas condiciones no es posible plantearse con un mínimo de realismo combatir el fracaso escolar.

Desde que usted es ministro, señor Wert, se han reducido las plantillas de los centros, ha aumentado exponencialmente la ratio de alumnos por grupo, han desaparecido las inversiones escolares (no se construye ningún centro) y se han recortado las becas.

A este deprimente inventario de desgracias debemos añadir un incomprensible y permanente enfrentamiento con todos los estamentos de la comunidad educativa. Donde deberíamos encontrar un aliado hemos encontrado un enemigo.

Ceuta, señor Wert, no se merece el trato indigno que su Ministerio nos está dispensando. Desde aquí le exigimos que cumpla con su obligación constitucional, que no es otra que dotar al sistema educativo de Ceuta de todos los recursos necesarios para impartir una enseñanza de calidad, capaz de dar una respuesta adecuada a una realidad social muy compleja. Aunque a usted le parezca mentira, los ciudadanos de Ceuta tenemos los mismos derechos que todos los españoles. Ceuta, señor Wert, merece respeto.