Isabel Mayorga Navarro

Es evidente, todas/os queremos que nos gobiernen personas honestas que no se dejen embaucar por amistades peligrosas, que sean capaces de hacer buena política.

Es evidente, la presunción de inocencia, tan habitual en la agenda política española, da mucho juego mediático y muchos quebraderos de cabeza tanto a culpables como a inocentes.

Y sí, las reglas están para cumplirlas. Ya sea el horario de tirar la basura o el código ético de un  partido político cualquiera. La pícara española no puede ser excusa para saltárselas, ni para la vieja ni para la nueva política, es simplemente, de caraduras. Si una regla es injusta hay que luchar por cambiarla y no para ser la más lista/o en esquivarla.

Es evidente, el/la política es un ser humano, que puede equivocarse e igualmente puede, una y mil veces rectificar.

Es evidente que la percepción del ciudadano sobre el grado de corrupción ha alcanzado un nivel estratosférico. Y si no es una realidad ilusoria, Ceuta pronto será la pequeña Valencia de Barberá, y algunas/os aprovecharán para ponerse en primera fila política.

Es evidente que necesitamos creer en la justicia. Que esta sea capaz de desenredar el caótico ovillo de una trama criminal, en la cual hay políticas/os que se piensan intocables.

Políticas/os que construyen refugios en los que solo caben amistades y familiares. Muy alejados de la verdad, la verdad de las/os ciudadanos, esa verdad que duele; la falta de vivienda, de empleo, de salud, de bienestar… Una verdad que no entiende los enroques políticos excusados en el honor. Una verdad que solo entiende de renovación, de recuperación de la confianza, de actuaciones valerosas, como son; dimitir, renunciar a privilegios, pasar a standby político cuando lo dicta la justicia, en resumen; anteponer la confianza de los ciudadanos a sus planes personales y/o de partido. No es tanto pedir, debería ser por ley.

Las/os que se refugian al margen de la ciudadanía, demuestran muy poco valor, y al parecer, van todas/os a una. A este tipo de políticas/os hay que temerlos, pues ante la disyuntiva de proteger sus privilegios o tus necesidades, ellos no dudan. Círculos viciosos convertidos en refugios en medio de las carencias del pueblo. Partidos políticos convertidos en algo muy distinto de sus razones de ser, que convierten la política en debates mediáticos inútiles e interesados y actúan exclusivamente buscando el beneficio electoral.

A nadie le gusta ver a caraduras agarrarse a cualquier tipo poder, por eso la gente se indigna.

Es evidente. En política, si no tienes el apoyo ciudadano necesario debes hacértelo mirar como persona y/o como partido y no echarle la culpa a los demás.

Tantos puntos de reflexión se podrían seguir enunciando como casos de corrupción van saliendo, es evidente. Es todo muy lamentable.