- En una democracia consolidada, como la nuestra, es un hecho significativo e importante la abdicación del Rey y la proclamación del nuevo Monarca, pero absolutamente normal.

Sería anacrónico y fuera del orden constitucional pensar que este hecho cuestiona o rompe la normalidad constitucional, después de varias décadas de nuestra vigente Constitución, que soberanamente nos otorgamos las ciudadanas y ciudadanos de este país.

Nuevamente hay que resaltar la gran lección que nuestro país ofreció a la comunidad internacional en el periodo de la transición, gracias a la generosidad, la concesión, el consenso de partidos y representantes políticos, el comportamiento del pueblo español y el papel decisivo y fundamental del Rey Juan Carlos. La Monarquía Constitucional posibilitó que en España se haya producido el periodo de más transformaciones y cambios que nos han catapultado a ser un país de las máximas garantías democráticas y de libertad en el mundo occidental. Por supuesto que ello ha sido debido a la labor de Gobierno de los grupos políticos, pero pienso que no se debe negar, que sin la Monarquía Constitucional hubiera sido mucho más difícil.

El día 23 de febrero de 1981 recuerdo que vivía en la Comunidad Valenciana. Esa tarde, una voz lúgubre que pretendía intimidar, hablaba dando órdenes por la radio en nombre de los enemigos de la libertad. Tuve la sensación de haber retrocedido a periodos olvidados propios de los años cuarenta, cuando los españoles éramos súbditos, bajo la pesada y cruel dictadura que nos estuvo gobernando cuarenta años. Pasadas unas horas, otra voz, más serena, más humana, más cercana y defensora de la legalidad constitucional, nos devolvía a la realidad democrática de una España moderna, donde los españoles seguíamos ostentando el título de ciudadanos. Esa voz era la del Rey que ha abdicado; por lo que personalmente le expreso mi gratitud. Por supuesto también por haber contribuido a que en España la democracia sea algo normal y cotidiano, con la participación también de otras instituciones importantes del Estado. Eso no quiere decir que piense en que todo lo realizado por el Rey haya sido perfecto.

Al margen de lo anterior, pienso que en estos días se están desorbitando los acontecimientos. En una Monarquía Constitucional el Rey reina, pero no gobierna. Súbitamente todos los problemas que nos agobian se han puesto encima de la mesa, poniendo en tela de juicio las instituciones del Estado. Se habla de la importancia del discurso que dirigirá el nuevo Rey en el acto de su proclamación, lo cual me parece respetable. Pero no debemos olvidar que las medidas adoptadas, la responsabilidad de lo que actualmente está sucediendo es debida a la política del Gobierno actual, que ejerce sus funciones porque una mayoría de ciudadanos le otorgaron su poder en las pasadas elecciones generales. Es normal la actitud y la crítica por lo que está sucediendo, pero la ciudadanía tenemos el poder, más pronto que tarde, de cambiar lo que no nos guste en las próximas elecciones municipales y generales.

Los partidos políticos tienen que dar lo mejor de sí mismos y realizar las transformaciones internas necesarias, para prestar un mejor servicio a los ciudadanos. El PSOE para su programa de Gobierno ha realizado una Conferencia Política, va a realizar un Congreso Extraordinario y posteriormente unas Elecciones Primarias abiertas a toda la ciudadanía. Sin querer centrarme solo en un partido político, las diversas formaciones políticas tienen que “ponerse las pilas”, porque los ciudadanos están saturados de dificultades y quieren soluciones. Hay quienes plantean el dilema de monarquía o democracia. Hay quienes pretenden arrinconar al PSOE con el PP, argumentando que el Partido Socialista se ha olvidado de la República y no se deja participar a los ciudadanos en un referéndum.

A continuación voy a exponer algunos párrafos, que me parecen ilustrativos de las ideas, actuación y concesiones que realizó el PSOE, durante el Periodo Constituyente, expuestas por el insigne socialista y diputado, Luis Gómez Llorente. En el Periodo Constituyente el Partido Socialista fue el único partido de izquierdas que se abstuvo en la decisión respecto a la forma política del Estado, aunque por supuesto, votó a favor de la aprobación de la Constitución: “ Ni creemos en el origen divino del Poder, ni compartimos la aceptación de carisma alguno que privilegie a este o a aquel ciudadano simplemente por razones de linaje. El principio dinástico por sí solo no hace acreedor para nosotros de poder a nadie sobre los demás ciudadanos…El PSOE fue en primer lugar republicano, y baluarte de la República, cuando no hubo otra forma de asegurar la soberanía popular, la honestidad política y, en definitiva, el imperio de la ley unido a la eficacia de la gestión… Si en la actualidad el Partido Socialista no se empeña como causa central y prioritaria de su hacer en cambiar la forma de Gobierno es en tanto en cuanto puede albergar razonables esperanzas en que sean compatibles la Corona y la democracia, en que la Monarquía se asiente y se imbrique como pieza de una Constitución que sea susceptible de un uso alternativo por los Gobiernos de derecha o de izquierda…Si democráticamente se establece la Monarquía, en tanto sea constitucional, nos consideraremos compatibles con ella”.

Este discurso se produce el 11 de mayo de 1978. El PSOE ha dado ejemplo en sus más de 20 años de Gobierno, que a pesar de sus hondas raíces republicanas, ha sabido ser coherente, respetar y cumplir con el ordenamiento constitucional. Estoy de acuerdo con las palabras de José Luis Rodríguez Zapatero, en lo referente a que la principal bandera es la de la democracia. Espero que después de la proclamación del próximo Rey, Felipe VI, tenga suerte y le vaya bien en sus funciones, porque eso será bueno para el conjunto del país. Ahora bien, también espero que la transparencia y la austeridad sean las que presidan sus actuaciones y sus presupuestos, por supuesto, como las de cualquier cargo público.

Personalmente me considero republicano, lo cual no es incompatible, como he mencionado, con el respeto a la legalidad constitucional. Respeto a los que aspiran a la convocatoria de un referéndum, tienen todos los derechos para solicitarlo, de acuerdo con el ordenamiento legal. Según el Artículo 1.2 de la Constitución: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.