- Reflexiones de un docente ceutí

La comunidad educativa, integrada por las asociaciones de padres, representantes del profesorado y los sindicatos de estudiantes de toda España, han convocado una huelga general de enseñanza para el próximo día 24. Otra huelga. Estoy harto. Esto no sirve para nada. Vamos los “cuatro gatos” de siempre y sólo conseguimos que nos descuenten el dinero. No merece la pena el esfuerzo porque de todos modos van a hacer lo que quieran. Así que lo mejor es dejar que todo siga su curso.

¿Por qué se convocan las movilizaciones? Estamos asistiendo a un lento, pero incesante desmantelamiento de la escuela pública. Reducen las becas. Suben las tasas. Aumentan el horario lectivo y mengua el sueldo del profesorado. Reducen las plantillas de los centros. Están suprimiendo las principales medidas de atención a la diversidad. Ahora han aprobado una ley, le llaman LOMCE, que segrega al alumnado desde su más tierna infancia (el que suspende a “aprender un oficio”), cuestiona la labor del profesorado (reválidas externas), y favorece la enseñanza privada (en detrimento de la pública). Todo obedece a una forma de concebir la enseñanza que ya creíamos superada. En Ceuta se manifiesta de forma más cruda en la elevada ratio. Es imposible dar clase decentemente a grupos de más de treinta alumnos. A nadie le importa. Nuestras quejas no se toman en consideración porque, según el ministerio, somos unos “peseteros” que cobramos demasiado y trabajamos poco.

Miro hacia atrás. Y recuerdo la lucha infatigable de muchos compañeros y compañeras de Ceuta, y de todo el país, para hacer posible que pudiéramos ejercer nuestra profesión con dignidad, en el marco de un sistema público que promueva una efectiva igualdad de oportunidades. Se movilizaron por todos. Participaron en manifestaciones. Secundaron huelgas. Generosamente.

Hoy observo, con tristeza, cómo están acabando con todas aquellas conquistas. Y yo me quedo callado. Rumiando confuso en tiempos difíciles. Veo cómo a los niños y niñas a los que les doy clase les aguarda un futuro peor. Veo a compañeros y compañeras de profesión sufrir infames condiciones laborales. Oigo mi silencio. Veo como se deteriora la escuela pública, en la que creo, en la que dejo los mejores días y las mejores horas de mi vida. Y sigo mudo.

Debo reconocer que siento un cierto remordimiento. Estoy pensando que no me voy a callar. Es probable que no consigamos nada. Al menos a corto plazo. Pero nuestro testimonio de disconformidad quedará para siempre. Germinará y florecerá en un futuro que esperemos que sea próximo. Haré lo que intento inculcar a mis alumnos. Cumpliré con mi deber. Lo haré por mis alumnos. Como señal de gratitud a los compañeros que en su día lucharon por mí; como gesto solidario por los que hoy sufrimos el empobrecimiento generalizado del sistema; y por los que vendrán a continuar ennobleciendo esta bendita profesión. Quiero que toda la sociedad conozca mi compromiso indeleble con la enseñanza y con la escuela pública. Apartaré de mi mente todo lo accesorio y me dejaré llevar por mi corazón y mi conciencia. El día 24 secundaré la huelga y participaré en la manifestación.

Allí estaré. Comprometido. Ilusionado. No nos arrebatarán nuestros sueños.