El 22 de Diciembre de 1992, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 17 de Octubre Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza mediante su resolución 47/196, por la cual se insta a todos los países a que dediquen esta fecha a promover actividades que acaben con esta lacra social, y a las organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales (a ello se suma el Colegio Oficial de la Psicología de Ceuta –COPCE-) a que ayuden a los Estados, cuando lo soliciten, a lograr dichos fines, siendo el lema de este año 2016 “De la humillación y la exclusión a la participación: poner fin a la pobreza en todas sus formas”.

Y es que más allá de esas desgarradoras escenas de niños en situación de pobreza extrema o víctimas de las guerras, la gran vergüenza de la humanidad, son muchas las formas de pobreza y las consecuencias psicológicas de las que apenas se habla y que sin embargo podemos contemplar en nuestro propio país, pues existe un elevado número de personas vulnerabilizadas, secundarizadas o arrastradas a la exclusión social que, a raíz de la gran crisis, perdieron sus trabajos, sus hogares, en ocasiones sus vidas, y que en mayor número del que nos creemos, viven con la angustia de no poder proveer a sus hijos de las necesidades más básicas para su correcto e integral desarrollo (como alimentos, educación, vestido, ocio y el afecto o cariño que se les puede transmitir cuando no se vive en la pobreza).

En este sentido, un reciente estudio realizado en la Universidad de Princenton a cargo del psicólogo Eldar Shafir, reporta que la “psicología de la escasez” (como así la llama) puede llevar a una vida absorbida por las preocupaciones que acaba causando deficiencias cognitivas y por culpa de las cuales se toman malas decisiones para superar las carencias. Esto es debido, según Shafir, al limitado espacio cognitivo de nuestra mente, el cual es mayormente ocupado por los problemas derivados de la escasez, lo que impide dedicar recursos psicológicos a otras actividades. Es decir, la pobreza puede forzar a una persona a tener que centrarse en el día a día, en vez de centrarse en trazar planes a largo plazo, que son los que les podrían ayudar realmente a salir de su precaria situación.

Por todo ello, el COPCE insta una vez más a las autoridades competentes a articular servicios psicológicos en atención primaria capaces de atender más y mejor, al menos en nuestro país, a aquellas personas afectadas por estos déficits cognitivos, y ayudarles a gestionar mejor el poco tiempo de que disponen para mejorar su situación, así como la ansiedad, depresión, etc. que la escasez les produce.