Javier Ángel Díez Nieto

A veces creo que la política es como un “diálogo para besugos”. Nadie dice lo que piensa; Algunos, no piensan lo que dicen; aquellos, piensan y no dicen; éstos… nadie sabe lo que piensan; de los de más allá algunos piensan que piensan, pero ellos no piensan que uno piensa. Y esta reflexión es la que me ha hecho escribir este pequeño artículo, que quiere ser un recuerdo al gran Armando Matías Guiu parafraseando sus “Diálogos de besugos”, que tanto nos alegraba su lectura, publicados en aquel gran DDT de mi infancia. Pero en fin empecemos con la absurda e inventada crónica del extraño encuentro.

Porque… no hace tanto tiempo, algo sucedió y fue algo portentoso, increíble e inusitado…. Y fue el coloquio entre dos que no sabían pasar un día sin pendencias, ni heridas. El uno intentando mantener lo que las urnas no le dieron y el otro más cerca de poner los pies en polvorosa separándose de la nación que de otra cosa. Así… en esa inolvidable reunión, se encontraron estos dos modelos de la contradicción, con sus pequeñas cuitas de infortunio disfrutando de un ágil coloquio, confuso, profuso y difuso. Y de esta manera, que no de otra, comenzó el milagro que pronto pasaría a las crónicas jocosas de los anales de la época. Y allí mismo, comenzaron a hablar. Parece que por entonces el congreso estaba alterado y la luna apenas brillaba, y fue entonces, no antes ni después, cuando sucedieron los dichos de esta reunión que como todos ya imaginamos se producían entre un conocido catalán y otro del gobierno nacional.

Y así…empezó el dialogo, con talante y moderación. Y empezó de aquesta forma “Buenos días…! Buenas tardes…!. Veo que andas, errático, despistado y confuso en estas cosas de la política independentista. Estas solo y ojeroso, casi… casi… lloroso…me entristece verte así. Creo que no entiendes bien las ventajas de la unidad. ¿Qué te pasa, que nadie te entiende? Pero yo, que sé de tú aflicción y creyendo que ya es tiempo de dejar nuestras diferencias, vamos a retirarnos para hablar en algún apartado lugar de comunes y futuras intenciones”. Sorprendentemente… el otro contesto: “¡Hermano, te escucho hablarme y sé que yo también te hablo, y no puedo creerlo teniendo un ADN tan diferente, pero creo que si nos aliamos, sería algo que pasase de los términos de nuestras respectivas naturalezas, porque yo quiero ser independiente y tú solo ser presidente!”.

Pero sigamos con el sabroso dialogo de estos dos enfrentados: “¿Cómo está tu independentismo? ¡Bien practico mucho todo el día y además tengo lazos amarillos! ¡Desde luego…no hay nada como independizarte todo el día para independizarte bien!. ¡Lo malo son los demás…que no se independizan y además casi todos se ponen furiosos y retiran mis amarillos lazos!. ¿No quieren apuntarse a su independentismo? ¡No…están furiosos y dicen que ya está bien, ignoro de que se quejan ya que mi independentismo es lo mejor…a lo mejor piensan que mi independentismo es mucho independentismo para ellos!. ¿Y se quejan mucho los demas?. ¡Solo cuando me independentizo… deben pensar que ya esta bien de tanta independencia, pero yo si me independizo me independizo, porque nunca hago dos cosas a la vez!¡Pero es que tú independencia está en la pesadilla de todos y ya empiezan a estar más que hartos!.¡Entonces es que no entienden bien la arcadia feliz que yo anuncio y quiero imponer para todos!”

En este punto el conocido independentista sigue su monólogo obcecado: “¡Si desde luego hay gente desconsiderada que no se independentizan aun cuando se les obliga a independizarse…es la cosa que tienen todas las cosas!. ¡Si pero su cosa es otra cosa!. ¡Ya pero sabrá que esta conversación no me curará de mi cosa independiente!. ¡Si…ya…es lo que tiene quererse independizar contra la voluntad de todos los demás!. ¡En fin…buenas tardes!…! Buenos días! ¡Seguiremos en otra ocasión con el talante de este importante dialogo lleno de conclusiones…  ¡Calle, calle! No grite, que le van a oír, adiós…nos vemos en septiembre!

Y ahora, los demás a esperar acontecimientos en este otoño, que se presenta lleno de buenos y sensacionalistas argumentos periodísticos.