Elisabeth Muñoz, secretaria general autonómica de SATSE Ceuta

Celebramos este año el Día Internacional de la Enfermera cuando aún persisten en nuestra reciente memoria todos los momentos vividos durante la grave pandemia del Covid-19. Ha sido tal la gravedad de lo acontecido a nivel profesional y personal que, pese a que muchos quieren olvidar y pasar página, las enfermeras y enfermeros miramos al futuro con la prudencia y cautela del que sabe bien las consecuencias de una crisis sanitaria como la sufrida en los últimos dos años.

Las enfermeras y enfermeras celebramos nuestro Día queriendo mirar al futuro como lo que puede y debería ser. Una oportunidad, una oportunidad para el cambio. Un revulsivo para mejorar, para aprender y rectificar y para trabajar de forma conjunta con el objetivo final de cimentar y apuntalar la sanidad que todos y todas merecemos y necesitamos.

Celebramos nuestro Día sabiendo que somos un valor seguro para garantizar la salud, bienestar y calidad de vida del conjunto de la sociedad y que somos un claro ejemplo de esfuerzo, dedicación y compromiso en pro de un bien común, como es la mejora de la salud, bienestar integral y calidad de vida de más de 47 millones de personas.

Queremos pensar que antes de la pandemia ya nadie lo dudaba pero ahora, después de todo lo sucedido, es algo irrefutable. Las enfermeras y enfermeros somos pilar, referente y motor de nuestro sistema sanitario. Somos agentes de salud, sí, pero también de riqueza y progreso para nuestra sociedad.

Por ello, celebramos, un año más, el Día Internacional de la Enfermera para poner en valor nuestra imprescindible y decisiva labor en la mejora de la salud y bienestar integral de las personas al proporcionar unos excelentes cuidados  basados en la evidencia científica, la investigación y la experiencia profesional.

Y lo haremos saliendo a la calle y mostrando, de manera unida y participativa, lo que somos y hacemos. También saldremos de nuestros centros de trabajo para denunciar que nuestras condiciones laborales y profesionales han sufrido un importante deterioro en los últimos años, especialmente durante la pandemia del Covid-19. 

Hemos escuchado muchos compromisos y promesas por parte del conjunto de administraciones públicas y partidos políticos en lo peor de la pandemia, pero nuestra situación, lamentablemente, no ha mejorado. Necesitamos un mayor apoyo y reconocimiento público, político y social para poder seguir avanzando más, tanto a nivel profesional como laboral, por el bienestar y salud global de todos y todas.

Es ahora o nunca. Nos encontramos en un momento decisivo, después de dos años de lucha contra la pandemia del coronavirus, para que se desarrollen todas las actuaciones y medidas que permitan mejorar la atención y cuidados que prestamos a las personas en los centros de salud, hospitales y otros centros sanitarios y sociosanitarios.

No queremos otra cosa que poder trabajar con suficientes medios y recursos en entornos seguros y saludables que nos permitan realizar nuestra labor sin sobrecarga, tensión y pésimas y precarias condiciones, las cuales, al final, repercuten negativamente en nuestra salud  y seguridad y en la de los pacientes.

Es cierto que estamos cansados, saturados y desanimados, tras constatar que nuestros responsables públicos y políticos ya se han olvidado de todo lo prometido para mejorar la sanidad y a sus profesionales, pero también lo es que estamos muy orgullosos de nuestra labor asistencial y de cuidados antes y durante la pandemia.

En el Día Internacional de la Enfermera 2022, las más de 300.000 enfermeras y enfermeros de nuestro país lo tenemos muy claro. Necesitamos ser más y trabajar en mejores condiciones para lograr un futuro saludable, sostenible, equitativo, inclusivo e innovador.