medina maria eza 2019

Javier Ángel Díez Nieto

Antes de ayer, una persona querida ha cruzado entre agua y agua por el cielo el enjuto estrecho que desde siempre ha separado tozudamente dos continentes. Y así entre mar a mar, aterrizó en la tierra que ella quiere y donde sabe que se la quiere. Llegó, como siempre, transparente y lanzando sin cesar sus hilos rebeldes entre las aguas dulces y amargas que atrapan y sujetan a todos lo que la conocemos y queremos. Ignoro el por qué, pero siempre al poco tiempo de mirarla y escucharla, todos quedamos atados a la aspereza rápida de sus palabras que sin saberlo sentimos como dulces besos de cariño en nuestras frentes. No lo sé (…) pero eso es así, ya que junto a ella nos sentimos más fuertes y mejores para afrontar los temores que siempre en nuestros individuales caminos nos invaden. Ignoro el alcance de sus hechizos, pero de alguna manera siempre consigue convertirse en un faro de cegadora luz que nos anima a seguir navegando por las azarosas aguas de nuestras vidas.

Por todo ello y (…) por mucho más ¡Gracias por existir a nuestro lado! ¡Gracias por ser como eres! ¡Gracias por sonreír a nuestro lado! ¡Gracias (…) gracias (…) gracias! Porque sin que tú te des cuenta, nos enseñas a ser mejores y superar muchos problemas que cada día se nos presentan. Quizás estos pudieran vencernos, pero tu compañía y grandeza de forma sutil, nos anima a superarlos sin apenas sentir daño alguno. Y no sé si lo sabes, pero a tu lado somos muchos los que notamos que bailas entre el aire puro de tus bellos pensamientos. Y eso, aunque sabemos de tu destino de hierro en el laberinto donde estas dentro, porque también nos muestras a los que te queremos, que aun sabiendo que no existe puerta exterior ni secreto centro, tú seguirás siempre tozudamente sonriendo. Es el alcázar y universo, maravillosamente creado por tus sueños.

Por todo esto y por mucho más, eres como una primavera eterna que mira con ojos nuevos el cuadro de cada día que pintas al empezar. Ya que tu mano solidaria, siempre extendida hacia los demás nunca descansara. Solo te falta un sombrero para que tus sentimientos no se enfrenten al oro solar del cielo, porque el viento y el azul de nuestros mares no podrían aguantar tanto esplendor con la verdad que desprenden tus sentimientos.

Hoy ha sido un día grande (…) grande (…) muy grande, donde te han reconocido a su manera, como capitana y reina de nuestra ciudad y todos nos hemos alegrado, ante la seguridad de que ese premio otorgado significa mucho más que un simple nombramiento. Porque es una forma de decirte que todos te admiramos y que te miramos como un símbolo de fortaleza que en ti se enciende desde dentro.

Y ya no escribo nada más. Solo decirte que tus amigos nos sentimos orgullosos de tu premio y reconocimiento público. Un premio que siempre todos te habíamos otorgado en nuestros corazones desde hace mucho tiempo. ¡Ah (…) y nunca cambies, nos gusta cómo eres! Porque hoy con tu premio, todos los que te queremos, lo hemos sentido como propio y muy (…) muy nuestro.