- La Conferencia de Decanos y Directores de Educación, reunida a 20 de noviembre cree que es necesario, en el actual contexto electoral, situar la Educación en el debate político como una cuestión central y de Estado.

Entendemos que la sociedad cambiante y dinámica en la que vivimos nos obliga a plantear -junto a otros factores- la formación inicial del profesorado como componente clave de transformación y mejora de todo nuestro sistema educativo. La reciente actualización de nuestros estudios ha permitido -después de décadas de espera-, homologarnos al resto de países de nuestro entorno europeo. Desgraciadamente, en la valoración social y política de dicha formación aun es demasiado frecuente encontrar referencias continuas a modelos formativos anteriores, demostrando algunos agentes sociales y educativos un gran desconocimiento de los cambios y novedades incorporados a los nuevos planes de estudio. La incorporación al imaginario colectivo de la equiparación de Magisterio al del resto de titulaciones de grado y la consecución del nivel de Máster para la formación del Profesorado de Educación Secundaria parece requerir aun de un cierto tiempo para su consolidación y desarrollo.

En estos años de crisis apenas se ha podido contratar egresados procedentes de los nuevos planes. La nula tasa de reposición y la bolsa de interinidad precedente ha cerrado de facto el acceso a la profesión docente a aquellos y aquellas que estaban llamados a protagonizar el cambio educativo que este país necesitaba y sigue necesitando.

Es preciso, antes de plantearnos cualquier cambio significativo en el modelo actual, evaluar adecuadamente su puesta en marcha y sobre todo, es irrenunciable e imprescindible incorporar al sistema educativo a esta nueva generación de docentes de forma que, evaluando su desempeño profesional, podamos plantear adecuadamente las propuestas de mejora en su formación inicial y permanente.

Asimismo, durante los últimos años se ha precarizado la situación laboral del profesorado universitario que debe ocuparse de dicha formación; se han desmantelado grupos de investigación al no poder sustituirse algunos investigadores principales por las limitaciones en las tasas de reposición; y se ha reducido la dotación económica de los proyectos I+D+i en el ámbito de la Educación. Son medidas que a nuestro juicio ponen de manifiesto la escasa prioridad concedida a la formación del profesorado.

Es urgente aumentar y dinamizar la transferencia de conocimiento en el ámbito educativo, para ello, no hay otro camino que promover y financiar adecuadamente proyectos de investigación e innovación educativa que tengan una inmediata incidencia en el sistema. Hay que favorecer en mayor medida la incorporación de profesionales de referencia desde los niveles obligatorios de enseñanza a la formación superior. El marco de proyectos conjuntos de investigación, innovación o intervención es el ideal para convertir esa movilidad bidireccional en una herramienta efectiva para la transformación y mejora de nuestras prácticas educativas.

Esta Conferencia reivindica su papel central en la planificación de una formación inicial que, por desgracia y hasta el momento, no ha tenido el protagonismo que se merece en el devenir de la Historia de la Educación de este País.

Las exigencias de una sociedad compleja y dinámica y las infinitas casuísticas que día a día ésta nos plantea, nos obligan a aumentar significativamente el grado de experimentalidad de nuestros estudios. Las continuas referencias que se establecen respecto al modelo de formación e inserción profesional de la rama sanitaria parecen olvidar que su éxito se fundamenta sobre todo en un alto grado de experimentalidad y de exigencia en la formación inicial de sus estudios. La Universidad Española necesita una apuesta institucional decidida que favorezca y posibilite que nuestros estudiantes adquieran los necesarios recursos conceptuales, metodológicos y materiales que solo dicho grado de experimentalidad puede facilitar.

En este sentido, la formación pedagógica y didáctica, con frecuencia denostadas desde posiciones sesgadas, son radicalmente defendidas por esta Conferencia como los protagonistas principales en la formación del profesorado. El necesario conocimiento de la realidad que viven los centros educativos se apoya y fundamenta en las prácticas profesionales desarrolladas por nuestros estudiantes. Dichas prácticas son el mejor instrumento para la mejora de los procesos educativos que se viven en las aulas universitarias y no universitarias. En esta experiencia práctica los futuros docentes se familiarizan con las tareas profesionales, asumen responsabilidades docentes y reflexionan y valoran la viabilidad de sus propias propuestas e innovaciones.

Sin un sólido planteamiento experimental previo y, sin el adecuado enfoque pedagógico y didáctico que toda acción educativa exige, no estaríamos en disposición de aprovechar la magnífica oportunidad de intercambio y de transferencia de conocimientos y experiencias que esas prácticas permiten. Mejorar el nivel de la formación inicial del profesorado, debe contribuir a que la sociedad española otorgue una mayor valoración a la profesión docente. El reconocimiento de la labor que realizan los profesionales de la enseñanza es un rasgo distintivo de las sociedades desarrolladas y democráticas.

Esta Conferencia, de la que forman parte los responsables de todas las Facultades de Educación y Formación del Profesorado españolas, defiende a la enseñanza pública como factor clave en el desarrollo de la sociedad española, considera crítico el papel del profesorado y demanda encarecidamente que su formación inicial y permanente no siga siendo relegada frente a otras posibles prioridades o intereses.