Javier Ángel Diez Nieto

“España debe ser destruida” es una famosa locución de Catón el Viejo, cada vez que acababa su discurso en el senado romano durante las guerras púnicas, aunque entonces se refería a Cartago no a España. Pues bien…esta es la frase que creo escuchar cada vez que terminan su oratoria en el congreso español Bildu, Ezquerra Republicana, Just por Cataluña, el PNV, la CUP, Podemos y también el Cesarosanchismo, partidos todos ellos que la gobiernan. Y entonces es cuando me planteo… ¿Quién es esa España, que a unos roba y a otros les incomoda? Así me he dedicado a pensar sobre ello. ¡Bueno…solo en algunos pequeños ratos! Entre ellos recordé las palabras del historiador romano Estragón, que decía que si no encontrábamos enemigos exteriores los buscábamos en casa. Y creo que esto es lo que nos está pasando con las recientes autonomias. 

Y como los niños intentamos destruir nuestro pasado de unión, sin crear futuros nuevos. ¡Mas, el pasado nos puede explicar un poco, el Por qué, de su existencia actual! De esta manera y sin olvidar la identidad, el orden y las familias verdaderos orígenes de toda sociedad humana, me da también por mirar hacia el pasado y cuáles son  las bases para que desde hace muchos siglos consideramos a España como nación.

Y empiezo de forma sucinta y breve a empezar por el principio. Luego… a fuer de ser sincero y con la duda suscitada, me ha dado por releer un poco la historia de esa España abusadora y fallida. Y así… de esta manera, he repasado algunos libros de nuestra historia que había leído. Entre ellos recordé la oda marítima del libro de Avieno (poeta italiano), escrita sobre el 530 a de C. que describe a los múltiples pueblos de la península ibérica, quienes alegremente se dedicaban a darse…mamporros entre ellos y así vivían tan felices. Luego recordé que llegaron los cartagineses y los romanos, quienes a parte de darse leña entre ellos, se dedicaban a dar mucha más leña a los oriundos peninsulares y a base de palizas unificaron la península, civilizándola y romanizándola. No mucho más tarde llegaron los pueblos del norte de Europa nada civilizados, que a golpe de garrotes dominaron todo el territorio, al tiempo que también se los daban entre ellos. De esta manera, en todos estos tiempos los peninsulares se lo pasaban la mar de bien apalízandose mutuamente hasta que llegaron los pueblos del norte de áfrica, quienes sin contemplaciones y con el mismo sistema repartieron mamporros a diestro y siniestro hasta dominar casi toda la península. ¡Vamos…casi como ahora! ¡Nada nuevo bajo el sol!

Después de la época visigoda, empezó una nueva época y en ella los pueblos refugiados en Asturias,  Navarra con Aragón y su condado catalán, se dedicaron a lo que conocemos como reconquista, que a fin de cuentas no fue más que de nuevo dar más palos mientras repoblaban juntos los territorios conquistados. Aquí hay que decir que en algún momento los reyes castellanos y los aragoneses se unieron dominando de nuevo todo el territorio peninsular. Lo de los palos lo acredita fielmente el romancero antiguo con aquello de que” Salieron los castellanos con saña, para echar a los moros de Calatrava” verso que acredita la alta política de dialogo y talante existente por entonces. ¡Casi…como ahora!

 Después llegó la época de los Austrias y así un nuevo rey viene desde Bélgica y a base de leña, machaca a los castellanos en Villalar y con el tiempo a muchos más. Al tiempo, también se conquista a golpe de espada y mosquete casi toda Sudamérica. Catalanes, gallegos, extremeños, andaluces, valencianos y vascos participan de esta formidable expansión territorial, que culmina con el vasco Juan Sebastián Elcano, quien dando la vuelta al mundo, permite a Felipe II decir aquello de que “En su imperio no se ponía el sol”. Sería el Duque de Anjou, quien unificase con sus decretos de nueva planta jurídicamente todo el territorio actual. Eso sí, también a base de mamporro y tente tieso, que seguía siendo el motivo principal de unión en nuestra cordial relación entre nosotros mismos. 

Sigamos la historia, luego vinieron la guerra de la independencia, las guerras carlistas, las revoluciones, los generales, los golpes de estado…en fin…todo un ramillete de alegres fiestas de guantazos peninsulares. Eran por entonces tiempos en los que Machado llego a decir aquello de que el españolito que naciera hoy, una de las dos Españas le rompería el corazón. ¡Bueno…reconozcamos que al menos teníamos claramente solo dos Españas! Terriblemente, esta época culmina drásticamente con una terrible guerra civil, donde seguimos dándonos algo más que tortazos. 

Y contada así, aunque sucintamente nuestra historia, llegamos a la época actual, que algunos considerábamos de paz y sin bofetadas bajo la Constitución que en su día nos dimos todos y que establecía la unidad territorial. ¡Y seguimos con esa tradición tan española de darnos leña hasta que baile el mono!

Por todo lo anterior creo…es más…estoy seguro que a pesar de muchos, España somos todos al mismo tiempo y a ninguno, y que además disfrutamos de destruirla desde siempre todos juntos. Porque seamos serios… Hay que seguir manteniendo con orgullo nuestro ancestral y principal instinto, es decir…la de darnos magníficas…perdón por la palabra… ¡Hostias, todo el tiempo!, es decir…a la extraordinaria facilidad de liarnos a leches a la más mínima oportunidad. Pero bueno gracias a ello, nuestra nación está llena de cantares viejos y de tañidos de campanas que suenan en nuestras solidas iglesias de piedra.

Y con esto, creo que entiendo cada vez más la situación actual y me tranquilizo. ¡Nada nuevo bajo el sol, mantenemos nuestra identidad. Yo ya tengo ganas de ver la próxima reunión de nuestros diputados nacionales. ¡España delenda est!