- Un bloguero dice, al hilo de la reseña publicada en Ceutaldia.com sobre la publicación de mi libro 'Mis misiones en el Sahara', que defendí a 300 españoles pero me olvidé de otros 75.000 que también lo eran.

Yo hice saber a los españoles, a todos los que tuvieran la nacionalidad española, sin ninguna excepción, naturalmente, que deberían de censarse para mejor ejercer su protección. El mensaje, por distintas vías, comenzando por el boca a boca y por la notoriedad de que había ido un representante de España, llegó prácticamente a todo el mundo, porque además me preocupé de recorrer buena parte del territorio y desde luego de visitar los distintos núcleos de población por pequeños que fueran.

Como es sabido, la inscripción consular es el procedimiento habitual en todo el mundo para el ejercicio de los derechos consulares de nuestros compatriotas. Asimismo añadí que aunque no se inscribieran en el censo, por supuesto que tendrían igualmente derecho a la misma protección y lo único que necesitaban era, llegado el caso, contactarme.

Pues bien, casi 350 españoles se censaron, no quedando nadie sin hacerlo. Cuestión diferente fue la de los saharauis españoles. Por las razones que fueran y que hay que respetar e incluso comprender en aquellas circunstancias, sólo se apuntaron tres. Y los tres tuvieron ayuda de España, dos en temas de vivienda de las que habían sido desalojados y que se consiguió fácilmente que las recuperaran y el tercero solicitó, a la propia administración española, algunas facilidades para que sus hijos pudieran desplazarse al colegio español, lo que también se hizo.

Debería, pues, de constar como corresponde que España defendió, además de nuestros intereses y propiedades, a todos los compatriotas que lo necesitaron, en lo que según se ha dicho, constituye la mayor operación de protección permanente de españoles en el siglo XX.

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