La última de ellas han sido las injuriosas manifestaciones con ocasión de pregunta parlamentaria mencionando al actual Jefe Superior D. Alfonso María Sánchez Núñez como premiado con este cargo después de haber demostrado ineficacia en su anterior cometido cuando era Jefe de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana de Madrid en las denominadas Marchas por la Dignidad y los incidentes acecidos el día 22 de marzo de 2014.

No hace falta tirar de hemeroteca, tan solo unos mínimos principios de sentido del ridículo, para ilustrar al Sr. Trevín en tamaña ignorancia.

El Sr. Sánchez fue designado candidato idóneo para ostentar la Jefatura Superior de Policía de Ceuta por el referente profesional que le ha acompañado a lo largo de toda su trayectoria profesional y en aquel momento por los excelentes resultados profesionales al mando de la referida Brigada, y ello al menos una semana antes a los incidentes a los que alude, en cuyo dispositivo no tuvo participación, extremo constatable en la Orden de Servicio acordada al efecto el 20 de marzo de 2014, firmada por el Jefe Superior de Policía de Madrid, Director Adjunto Operativo y Coordinador de servicios, en la que ni tan siguiera en la Estructura de Mando aparece el Sr. Sánchez Núñez, quien una semana antes ya había sido designado a ostentar la Jefatura Superior de nuestra Ciudad. formalizada en la “Orden INT/445/2014, de 18 de marzo, por la que se nombra Jefe Superior de Policía de Ceuta a don Alfonso María Sánchez Núñez” y posteriormente con los trámites de publicación en el B.O.E. num. 70 del sábado 22 de marzo de 2014, encontrándose ya el Sr. Sánchez Núñez en los preparativos del nuevo proyecto profesional que le había sido encomendado.

Que en los tiempos actuales exista un diputado parlamentario carente de preparación y aptitudes para formular en su cargo cuestiones parlamentarias sensatas y constructivas, demostrando una continua ignorancia en su función, es lo que viene mostrando el Sr. Trevín en el circo diario al que nos está acostumbrando en el ejercicio de su cargo, quien amparado en la inmunidad parlamentaria se permite injuriar a cargos e instituciones sin el más mínimo sentido del pudor ni tan siguiera del propio ridículo.