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Antonio Nepomuceno, coordinador de IU Ceuta

Felicidad es una palabra muy sonada, muy usada y deseada por la gran mayoría de nosotros, dicha palabra es sinónimo de otra palabra, alegría, desde los tiempos más remotos hasta nuestros tiempos, en la historia humana, dicha felicidad ha sido buscada por el ser humano de forma recurrente, desde la fe religiosa hasta los deseos más mundanos que nos rodean, desde lo bueno a lo malo, las drogas, por ejemplo, han creado un estímulo en el ser humano de falsa alegría y falsa felicidad.

La felicidad es una sustancia antropológica que habita en nuestro interior como deseo y búsqueda permanente hacia un estado emocional estable y duradero.

¿Qué es la felicidad y cómo encontrarla? yo siempre he comprendido ese término en cuanto experimenté mi niñez y mi vida adulta, evidentemente de niño era feliz, ahora no es que sea un infeliz, pero ser adulto e independiente comporta la búsqueda permanente de sustento y en nuestros tiempos que de alguna manera hace que nos sintamos oprimidos por la incertidumbre que nos marca en nuestras vidas la actualidad, cuando pongo el ejemplo de los niños, lo hago como experiencia y como referente de lo que es la felicidad, los niños no piensan en un mañana y viven el momento con la seguridad que les dan sus padres, su techo y alimento, sus necesidades cubiertas, por todo ello, dichos niños sienten en su niñez dicha felicidad, por supuesto que no todos los niños viven de esa manera y por desgracia los hay que sufren los padecimientos de sus progenitores, uno más de los motivos  que tenemos enfrente para que la pobreza infantil sea parte del pasado.

La felicidad viene de no tener ni desesperanza ni desasosiego ante lo que pueda llegar del mañana y el futuro, el ser humano a veces se refugia en la religión como esperanza a sus problemas, al juego como con el sentir de que algún día un boleto premiado cambie su vida, o las drogas como refugio al dolor que es vivir una vida miserable o sin sentido.

Si tenemos un futuro lleno de esperanza, donde se garantice nuestra existencia, donde no sintamos la opresión de la desesperanza que prodiga el capitalismo y sus normas, si tuviéramos un sistema colectivo de esfuerzo reforzado en la esperanza de un mundo mejor, eso en cierta manera crea en el ser humano la norma del esfuerzo reforzado en el pensamiento positivo, un pensamiento que invita a la lucha infatigable, ya que ese esfuerzo no cae en saco roto, sino más bien en ese sentimiento positivo que refuerza nuestra confianza y buenas actitudes, tanto a nivel personal como de forma colectiva.

Hace tiempo determiné que el capitalismo es un sistema totalmente caníbal, un sistema que come de su propia carne y de su propia podredumbre, prueba palpable el fenómeno industrial y financiero de China, si China ha llegado al puesto que le otorga la economía mundial ha sido gracias a que dicho país sabe muy bien de las flaquezas del capitalismo y sus contradicciones, China sabe muy bien que el capitalismo en su esencia más perversa y su glotonería financiera ha hecho por sí mismo que el país asiático tenga hoy el poder económico que es, China le ha ganado la batalla a Estados Unidos por la avaricia de sus máximos capitalistas que tienen el poder directo en la Casa Blanca.

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Un mundo feliz es un mundo sin guerras, las guerras traen la infelicidad ya no sólo en donde se producen dichos males, se extiende por el mundo como una enfermedad y de alguna manera nos amargan la vida a todos, el principio filosófico de un mundo feliz es hacer de nuestro mundo el cielo que relatan las religiones y construir la felicidad en la humanidad desde la fraternidad y desde la humildad que nos haga sentir hijos y no reyes del suelo que pisamos y del aire que respiramos, el capitalismo no sólo se devora a sí mismo sino que también lo hace con nuestro medio ambiente y la destrucción de la naturaleza, yo siempre he pensado que la naturaleza es nuestro legado, en nuestras manos está conservar y  preservar nuestro entorno, que en cierta manera es lo que puede dar felicidad a mundos venideros y no el mundo actual que desertiza la tierra y que por ende no son pocos los científicos que narran sus profecías de un mundo apocalíptico donde gran parte de la población humana pasará hambre y pandemias, fruto del desgaste actual de nuestro modelo capitalista actual.

Todo hombre y mujer busca la felicidad, porque la felicidad nos hace libre del sufrimiento y de las asperezas de la vida, a veces nuestra finitud nos hace sufrir, por la desesperanza de creer o pensar que nada tiene sentido en esta vida, hay cosas que la ciencia ni la propia filosofía pueden dar respuestas que apacigüe el mal de la gente, en ese caso las religiones o los sentimientos religiosos mitigan tal dolor, los poderosos lo saben, es por ello que lo usan para propagar guerras y odio, para así mantener a la gente en un puño y doblegar como inquisidores a todos los que se rebelan contra tal uso de la religión, la prueba más palpable es la de los reyes, todos ellos se erigen como representantes de la fe de su pueblo, en cierto modo hay que diferenciar de espiritualidad de religiosidad, la espiritualidad es libre en cada persona, (teniendo o no una religión ancestral por mediación de padre o madre), la religiosidad es usado por el propio capitalismo que le es afín y sus intereses el cautiverio de las personas mediante la dominación religiosa, desde el mundo filosófico ha estado siempre el debate de las religiones, algo que ha generado tanto admiración por un lado como odio por el otro lado, he pensado a veces y llego a pensar que la espiritualidad es algo que el ser humano tiene de fábrica, algo no probado científicamente pero al ver el comportamiento humano en todo el mundo se desprende que dicha espiritualidad es algo innato dentro de la vida de los seres humanos, es quizás la anestesia que mitiga el dolor que enfrenta al hombre con su realidad más cercana, yo no rechazo como marxista dicha espiritualidad, de forma racional la expongo como un nexo del significado de esperanza a una forma transcendente de ver la vida, pero con la cautela presente y viendo la historia como los poderosos, reyes y templarios religiosos han usado a lo largo de la historia dicha necesidad humana para controlar a las masas a través de la religión.

La felicidad reside en la aceptación de uno mismo, conectar con la verdad, que es en sí sentirnos parte de este mundo y el universo, con su gran misterio y anchura nos hace pensar sin poder evitarlo en lo que es transcendental y de alguna manera sentirnos parte de ese todo, nuestra naturaleza, el amor y sentirnos hijos de la tierra, tierra fecunda y madre que nos amamanta y como hijos de nuestra madre sentir la dicha de vivir en este mundo sin las desesperanzas.

Actualmente he leído por las redes sociales esta expresión, “la mejor religión es ser buena persona” palabras que me han hecho reflexionar y que me vienen a la mente ¿Qué mejor forma de ser feliz que siendo buena persona? para ser buena persona se debe pensar más en el bien de los demás que en él de sí mismo.

Con todo ello la utopía de la alegría no es posible si no despertamos y rompemos las cadenas que desde siglos se le han impuesto a los seres humanos con el egoísmo que genera el capitalismo y control de las masas con la fe religiosa, esto no es un ataque a la religión o a las creencias de las personas, esto es desenmascarar a jerarcas y aquellos que controlan la religión y convierte a la gente en soldados de la maldad y  de la guerra, si hacemos un mundo donde el mañana esté garantizado y nos preocupemos más por el devenir de nuestro planeta, si construimos ese mañana será el mañana del Cielo mesiánico en la tierra, la felicidad es colectiva no individual, construyamos entre todos dicha felicidad.