La justicia es uno de los pilares fundamentales en nuestra morada común de libertades que constituye la democracia española. Múltiples vicisitudes acontecen frecuentemente y que aparecen en los medios de comunicación nacionales y locales, donde la relación con el mundo judicial no deja de estar presente en alguno o en varios de sus titulares más significativos.

Los juzgados, las actuaciones judiciales y los profesionales integrantes en este campo de uno de los tres poderes que sostienen el desarrollo de la democracia de este país, salen a la opinión pública, porque se han producido hechos que necesitan de su intervención. Es necesario que se diluciden y resuelvan los casos que llegan a los juzgados y para eso tiene que movilizarse toda la “maquinaria” que gira alrededor del campo legislativo y judicial.

En el pasado mes de abril publiqué un artículo relacionado con nuestra democracia y su consolidación. No pretendo repetirlo, pero si voy a seguir incidiendo en este pilar básico y decisivo donde nuestra democracia responde, atiende, ampara y ofrece la seguridad a los ciudadanos, que las libertades van a seguir defendiéndose, porque la justicia va a estar ahí, presente, activa e independiente en su ingente labor, ante el cada vez mayor número de casos que la sociedad presenta demandando soluciones y depuración de responsabilidades.

Nuestra democracia tiene todas las garantías de un país moderno y occidental. Afortunadamente, a pesar de las dificultades que diariamente pasan muchos ciudadanos, que no son escasas ni fáciles, seguimos contando con todos los recursos para que esta situación, gracias a nuestro ordenamiento jurídico y a los diversos poderes del Estado, nuestro país consiga encontrar las soluciones a sus problemas. El Poder Ejecutivo y Legislativo donde tienen mucho que decir nuestras organizaciones políticas no está enfermo irremisiblemente. Hay alternativas y los ciudadanos sin tardar demasiado tiempo tendrán la última palabra, para que si lo estiman se produzcan los cambios oportunos, pero insisto hay salidas, hay soluciones.

No me quiero alejar del poder democrático sobre el que he comenzado este artículo, el Poder Judicial. Es comprensible y no me puedo sustraer a las opiniones de muchos ciudadanos que dudan o llegan a perder la confianza en su actuación. Pero me he referido a la fortaleza y la preeminencia del mismo. Pienso que está basada en gran medida en la tenacidad, el esfuerzo, la honestidad y el compromiso de una inmensa mayoría de nuestros jueces y fiscales. Habitualmente no he estado implicado en este ámbito, ni mis conocimientos jurídicos pasan más allá de una opinión que puede tener cualquier ciudadano en este campo, pero según mi modo de entender, creo que junto a los anteriores protagonistas, acompañados de los letrados, procuradores, secretarios judiciales… y todo los funcionarios que diariamente se implican en la multitud de gestiones, consiguen que al final nuestra justicia sea egregia, insigne, ilustre.

Estoy convencido y no les faltará razón a los que opinen que puedo estar algo fuera de la realidad, o que soy un idealista ingenuo. Pero como a cualquier persona que analiza la situación de su casa, también estoy convencido que no se resignará a pensar que todo es negativo y que no le ofrece la posibilidad de vivir en las mejores condiciones que su situación le permite. Vuelvo a reincidir en la casa de nuestra democracia. No podemos caer en el pesimismo y desconfiar de nuestra justicia. Por supuesto que todo es mejorable. Tampoco estoy de acuerdo en que todo se esté haciendo suficientemente bien, pero nuestra justicia no es algo etéreo, la integran personas de carne y hueso, que posiblemente no trabajen en las mejores condiciones de recursos y con remuneraciones muchos más limitadas, que las de bastantes de los imputados que atienden.

Sin embargo, la justicia sigue su camino. Pero también estoy de acuerdo con muchos ciudadanos con el hecho de que uno de los grandes problemas es la lentitud y las innumerables dificultades que se deben vencer para llegar a resoluciones definitivas. Como he mencionado anteriormente también, la insuficiencia de recursos. Creo que igualmente no se debe dejar de mencionar los inmensos medios que unos ciudadanos tienen frente a otros con menos posibilidades, para procurarse gabinetes enteros de abogados, gracias a sus recursos económicos. En definitiva aspectos que considero deben corregirse y ahí tienen mucho que hacer y decir otros poderes del Estado.

Puesto que estamos tratando el tema de la justicia, no quiero dejar pasar de expresar mi opinión respecto a un tema que últimamente está saliendo con frecuencia. Me refiero a los indultos. Hay circunstancias comprensibles donde se han producido casos en los que al concederlos se ha hecho justicia. Pero también son conocidas recientemente algunas peticiones que, según mi opinión, tratan de ganar tiempo para que las resoluciones judiciales no se ejecuten, aprovechándose de esta posibilidad judicial, que no se aplica a multitud de ciudadanos, cuyas situaciones personales son diferentes debido a su origen social o económico.

Finalmente añadir que continuarán produciéndose resoluciones judiciales, unas nos gustarán más que otras, pero todos somos iguales ante la ley, tenemos que acatarla, independientemente de nuestra función, estatus y origen, de la filiación política y de las instituciones que estén implicadas. Lo estamos viendo en casos como el de la Infanta Cristina, las actuaciones que afectan a miembros de la cúpula del partido en el Gobierno relacionados con el asunto Bárcenas, los ingentes problemas judiciales del PP en la Comunidad Valenciana, los Eres en Andalucía, la resolución sobre el bloqueo con el tema sanitario de hospitales en Madrid, las previsibles medidas judiciales que puedan adoptarse ante el tema de la situación política en Cataluña, con las decisiones adoptadas por el Sr. Mas. Sí quiero resaltar que la sociedad no debería llegar a la conclusión de que todos los partidos son iguales, porque no es verdad, según mi modo de entender, no en todos los casos las reacciones judiciales han sido iguales. Como puede haber ocurrido con la actuación decidida en Andalucía de sus responsables políticos, en comparación con las dilaciones que se han sucedido en Valencia. En definitiva que la imagen simbólica de la justicia con la balanza y la imparcialidad, no dejen duda en los ciudadanos sobre la independencia y la transparencia de su función.