Se llama Jesús, lo llaman Mesías, no tiene oficio ni residencia.

Dice ser el hijo de Dios; forajido del desierto, alborota aldeas, lo siguen maleantes, malhechores.

Promete el Paraíso a los miserables, a los esclavos, a los locos, borrachos y prostitutas.


Engaña sanando a leprosos, multiplica panes, hace magia.

No respeta a la autoridad, vive fuera de la ley. La cruz lo espera.

La Iglesia Católica inventó el Infierno y también el Diablo.

El antiguo testamento no menciona esa parrilla perpetua, ni habla del monstruo que huele a azufre, que lleva tridente y tiene cuernos y rabo.

Pero la Iglesia se preguntó: ¿Qué será de la recompensa sin el castigo? ¿Qué será de Dios sin el diablo? ¿Qué será del bien sin el mal?

Y la iglesia comprobó que la amenaza del Infierno es más eficaz que la promesa del Cielo.

En el 2007, Benedicto XVI lo confirmó: Hay infierno, y es eterno.

Seis siglos después de la muerte de Jesús murió Mahoma.

El fundador del Islam que por permiso de Alá tuvo doce mujeres, dejó nueve viudas.

Por prohibición de Alá ninguna volvió a casarse.

Aixa, la más joven, había sido la preferida. Ella encabezó un alzamiento armado contra el gobierno del califa Alí.

Hoy muchas mezquitas prohíben el paso a mujeres, las mismas mezquitas donde Aixa arengó a rebelarse. Después, a camello atacó la ciudad de Basora. La batalla dejó 15.000 heridos.

Esa sangría inauguró el odio entre sunitas y chiitas.

Cuando Aixa fue derrotada, alguien recordó lo que Mahoma había aconsejado: "Cuelga tu látigo donde tu mujer pueda verlo". Muchas frases desde entonces maldiciendo a las mujeres se han convertido en verdades religiosas bajadas del cielo, intocables por el ser humano.

Sin embargo, el Corán, libro sagrado dictado por Alá, dice que el hombre y la mujer han sido creados en la igualdad, y que Eva no tuvo ni arte ni parte en la seducción de Adán por la serpiente.

P. D. Nada de lo que he escrito es mío. Esto sí: "si queréis ahora hablamos del hombre, y de Dios...