Javier Ángel Díez Nieto

Hay momentos en la vida donde el cielo, con el fragor de un dolor y un daño nunca imaginado, nos azota haciendo bullir la confusión y la pena en nuestros corazones,. Esto nos sucede, cuando las personas que siempre estuvieron a nuestro lado se nos van definitivamente. Son momentos terribles, ya que antes o después, comprendemos que ellos o ellas, ya no estarán jamás con nosotros. ¡Que nunca volverá a acompañarnos, apoyándonos en nuestro camino como siempre hicieron!. ¿Cómo aceptar que alguien que estuvo siempre a nuestro lado, ya no lo está, ni estará nunca más? ¿Es que hemos cometido algo tan grave como para que Dios nos aparte de su vista y nos castigue de esta manera? ¡Quien podría contestar a esta pregunta? No lo sé...! Pero a todos…todos!, esta es la pregunta que en nuestro interior nos asalta con daño en esos instantes…¿Porqué, he sido castigado de esta manera?. Y nunca…nunca… obtenemos respuesta alguna.

A ti, Afriquita, quiero decirte que tu esposo Rogelio anda ahora por todo el mundo y todo el cielo, haciéndose inmortal. Decirte que te acompaña constantemente hasta cuando tú también duermes, atendiendo tu alma aterida de dolor. El no ha ido a tierras calcinadas ni cenicientas, él está bordando tus lágrimas en rimas de cristal, para cuando Dios lo haga renacer. Él, se ha arraigado en tu corazón, haciéndote con su recuerdo sueños de oro, que sin palidecer siempre te acompañaran. Él ha llegado al mundo de los enigmas y de los secretos añorando tu compañía.

Y cuando el fondo del abismo oscuro donde tu corazón pudiera estar en estos momentos se tranquilice, recuerda que la vida siempre nos dice…¡Adelante…continua con tus sueños y deseos, haciéndolos nubes de eternidad!. Porque tu alma soñadora siempre está y estará preparada para partir y entonces… no estando en parte alguna ¡Puede estar en cualquier lugar!.

Con el tiempo, atrás quedara la negra asesina de la vida y estos terribles momentos. También, es bueno llorar a los nuestros que se han ido. ¡Pero, nunca olvidar su recuerdo! Entonces, Afriquita, cuando el pesado fardo que ahora su ausencia te aplasta, se haga más liviano, tu corazón se refrescara con el perfume dulce de vuestros profundos secretos. ¡Juega ahora con tu daño…habla con las nubes…charla con el viento! Pero…sigue …sigue…Afriquita…y adelante!.