Como ha sucedido en anteriores ocasiones, sorprende constatar la velocidad con la que la discusión pública adopta tintes de catástrofe Malthusiana.
Dos artículos de opinión, del mismo autor, y publicados recientemente en Ceutaldía, ahondan en esta tendencia.
Ambos abordan la polémica suscitada por el rápido incremento de empadronamientos en la ciudad durante el último lustro. Y en ambos casos el autor vincula un problema administrativo con un supuesto problema demográfico.
En uno de los artículos se habla de “invasión”. Y en el otro de “sobrepoblación”.
Son términos gruesos. Y, sobre todo la utilización del primero (invasión), denota cierta voluntad de trascender el debate estrictamente demográfico.
Ambos artículos aluden a una supuestamente alta densidad de población en Ceuta. Sin duda, el número de habitantes de la ciudad ha aumentado en los últimos años. Y también existen indicios que sugieren que no todos los empadronados en Ceuta residen en la ciudad. Hay quien reside en Marruecos. Y también hay quien, por otros motivos, reside en la península.
Sin embargo, es conveniente preguntarse lo siguiente: ¿es realmente alta la densidad poblacional en Ceuta? ¿Tan alta como para que tenga sentido hablar de “sobrepoblación”?
El siguiente gráfico comparativo contribuye a abrir el foco. Si observamos con algo de perspectiva, veremos que hablar de sobrepoblación en Ceuta parece, como mínimo, erróneo y excesivo.