Mi buen amigo José Manuel Domínguez ha dicho un “ahora vengo” a la profesión y un adiós al permanente y tortuoso forcejeo intelectual del periodista con la actualidad.

Descansa una pluma de categoría, un esmerado escritor de textos pulcros y ordenados, un autodidacta de vasta cultura general y ese tipo de cronista escrupuloso, audaz en la crítica y puntero en el criterio como principales signos vitales de su trabajo.

La jubilación anticipada por razones de salud del compañero José Manuel Domínguez, priva al periodismo ceutí del lujo de su verbo, su expresiva locución en radio y televisión, su diáfana forma de redactar o de sus siempre influyentes artículos de opinión, aunque de estos esperamos leer todavía unos cuantos en las redes sociales.

José Manuel nunca ha escrito de lo insustancial, ni siquiera con el ánimo de agradar porque sí; más bien, sus comentarios han derivado en la libre opinión y en el deleite por el uso atinado de un vocabulario siempre novedoso y de vanguardia. En sus 35 años de servicio al periodismo, este hábil e intuitivo cronista no sólo nos ha contado informaciones de corte político, económico y social, sino también otras de naturaleza cultural como buen prosista.

Lo conocí en la radio, en los años ochenta, y por aquel entonces ya se instruía, creaba escuela y tenía adeptos. Nunca pasó desapercibido, más bien lo contrario por el constante empuje que le daba a la profesión. Contribuyeron su buena dicción, el rigor en el trabajo y su alta capacidad en la toma de decisiones. Con José Manuel conocí mejor el medio y tomé nota de lo bueno, esas cosas que agradeces como profesional con el paso de los años, esas buenas lecciones.

Domínguez, como a veces le llamamos, siempre ha lucido un carácter especial que le ha dado personalidad y disgustos; también, un lugar destacado en los medios que pisó. En todos dejó traza. Sólo la enfermedad, que le sobrevino a traición, le ha desplazado de su sitio natural porque José Manuel es de esos virtuosos de las letras que -estoy seguro- nunca hubiera decidido jubilarse pronto.

Estoy seguro de que hoy, desde su idílico hogar, también situado frente al mar mediterráneo pero al otro lado del Estrecho, y siempre acompañado de un periódico y una radio, se acuerda de sus compañeros de viaje, aquellos que tanto se han reído con él y con su humor inteligente, del que todavía hace gala, y que algunos versados nuncan entenderán. Y de verdad -Jose- te lo dice alguien que aprendió mucho de tí: gracias y enhorabuena por dignificar esta bonita profesión.