Según la ONU los fundamentos de la justicia social se defienden cuando se promueve la igualdad entre mujeres y hombres, se impulsan los derechos de los pueblos, se fomentan los derechos de los migrantes y refugiados en todo el mundo y se eliminan las barreras que enfrentan las personas por motivos de género, edad, raza, etnia, religión, cultura o discapacidad, esas barreras que, de una forma u otra, solo radican en nuestras mentes.
Pero algo estamos haciendo mal cuando, cuestiones tan básicas y fundamentales están tambaleando en nuestra sociedad. Para no irme más lejos, nuestra ciudad, Ceuta, campeona en los récords de exclusión social y pobreza, fragmentación y brecha económica y social entre mujeres y hombres, como dijo una gran amiga mía, “la pobreza tiene rostro de mujer”, la polarización de la sociedad es preocupante, comentarios y/o situaciones que alejan esa convivencia que tanto anhelamos. Valores como la solidaridad y humanidad que también existen en nuestra ciudad deben visualizarse para que las malas situaciones ( desigualdad, pobreza, racismo)se difuminen hasta desaparecer de nuestro mapa.
Por ello, la justicia social, además que debe ser una prioridad para nuestras y nuestros gobernantes, debe estar arraigada en nuestra forma de ver la sociedad, una sociedad más igual, más libre, más creíble, una sociedad en que la justicia no se encuentre ciega y pueda al fin, tender la balanza hacia la humanidad.