Emilio Carreira, Director General de Comunicación del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta

Como en la novela de Steinbeck, el hasta hace nada pacifista y conmovedor aliado del gobierno, se ha transformado en el mayor azote de ese gobierno que lleva apoyando 3 años: el que preside Juan Vivas. Parece que, de repente, ha descubierto que unos pocos codiciosos se aprovechan de los pobres como en la gran depresión norteamericana en la que se enmarca la novela.

Gutiérrez es trabajador, pero sus métodos de captación de voluntades, son más propios de una España franquista, que de una democracia consolidada: el clientelismo más ramplón.

Pero pongamos los pies en la tierra. Juan Gutiérrez, candidato del PSOE a la presidencia de Ceuta, no es un ningún idealista. Es alguien a quien las últimas encuestas no le han sentado nada bien. Su “alzamiento” a la cúpula del PSOE ceutí ha resultado ser una apuesta demasiado arriesgada para todos los que le apoyaron y que ahora ven que es posible que no consiga ni siquiera mejorar los resultados de su antecesor en el cargo, Manuel Hernández. Y es que para ser presidente de Ceuta se necesita algo más que voluntad y picardía. No podemos negar que Gutiérrez es trabajador, pero sus métodos de captación de voluntades, son más propios de una España franquista, que de una democracia consolidada: el clientelismo más ramplón.

A todo el mundo le dice lo que quiere oír y le promete lo que ni sabe si se puede hacer y, en otros casos, se aventura a decir algo así como: “yo voy a ser el que va a mandar aquí, así que tú mismo”. Ofrece cargos, prebendas, obras, servicios y es posible que hasta jure que puede andar sobre las aguas. No le duele llegar al Mercado Central y prometer que cuando le voten a él va a hacer un mercado nuevo con aparcamiento incluido. Dos testículos y más. Ahora, ¿dónde? Quinto misterio. Como está muy viajado, se avergüenza de los coches de nuestra policía local, porque por ahí llevan coches de alta gama, como los que él va a comprar al día siguiente de ser alcalde. Es capaz de votar a favor de un presupuesto y a las pocas horas presentarse en una barriada a la que con su voto ha dejado fuera del plan de inversiones y decir que la va a hacer nueva. ¿Cómo? Otro misterio, porque no hay proyecto, ni presupuesto, ni idea y ni siquiera sabe si ese misterio se puede transformar en algo real, olvidándose de que fuera del presupuesto que él ha aprobado no se puede hacer nada, pero él piensa que la gente no se va a dar cuenta de eso y sigue con su desenfrenada carrera. Dice que vota a favor del presupuesto por responsabilidad (A saber Dios, qué entenderá él por eso), porque corresponsabilizarse con las cuentas de un gobierno que el define como caduco y agotado, es delirante. Quiere estar en todas partes: demostrar que manda en el gobierno y ponerlo de vuelta y media al mismo tiempo.

Lo último ha sido de aurora boreal: acusa al gobierno de marginar a la comunidad musulmana, pretendiendo enfrentar a ceutíes contra ceutíes, al estilo de los radicales de VOX. Ha deslizado un mensaje peligroso, porque decir que la mitad de la población tiene privilegios frente a la otra mitad, además de ser una inmundicia, es una chispa envenenada contra Ceuta, no contra Vivas, que sin tanto ruido lleva muchos años demostrando que la defensa de la igualdad de todos los ceutíes es la base de su acción de gobierno.

Cuando Vivas ha promovido políticas que se han concretado en que 15.000 niños han recibido libros de texto gratis, ¿en quién o en qué pensaba? ¿En qué mitad o en qué porcentaje de población? Ha pensado sólo en reducir las desigualdades y que nuestros jóvenes tengan las mismas oportunidades. Nadie, cuando se han hecho políticas de fomento de la igualdad de oportunidades, me refiero a nadie del gobierno, se ha puesto a contar los porcentajes de atendidos en función de su religión o de su zona de residencia, sino en función de sus necesidades reales. Esas cuentas las lleva él, solo él, acuciado por su necesidad electoral, y por eso, ahora, se quiere apoyar en los españoles de religión musulmana para intentar presentarse como su único paladín. Pero las mentiras tienen, como él dijo hace poco, las patitas muy cortas. Tan cortas que, en mayo de este mismo año, a algunos no les quedará ya ni la suela de los zapatos por muchos paseos que se hayan dado por Ceuta.