Javier Ángel Díez Nieto
Javier Ángel Díez Nieto
Javier Ángel Díez Nieto

¡En un lugar del estrecho…! de cuyo nombre… ya no me acuerdo… ¡NI quiero acordarme!, hace aproximadamente en el siglo VII a. de C (año arriba, año abajo), se asentaron, cerca de los greñudos pueblos Turdetanos y Mastienos, los fenicios a secar pescados o algo así ¡Vamos…!, que fue entonces, que no antes ni después, sino al mismo tiempo, que se fundó un pequeño asentamiento totalmente desconocido para los oriundos de la época y demás gentes conocidas, desconocidas y otros ignorados de por aquel entonces. Su fundación fue rara, ¡Vamos…rara no… rarísima e inexplicable! Porque… ¡Que, hacia ese pequeño opúsculo territorial en la inmensidad del Mediterráneo, bajo una pétrea montaña! En aquellos tiempos…¡Ná…de na! Y era extraña hasta el punto, que algunos la definieron como un fenómeno transquinético y subespacial del contrapunto de las melodías paralelas, que suenan unas frente a otras, creando una sinfonía única en la euritmia del devenir de la histórica creación ciudadana del Mediterráneo. Menos mal, que luego…llegaron los cartagineses y los romanos, dándola a conocer al mundo entonces existente, acabando con tan profundos y confusos pensamientos.

En ella, y por aquel entonces, un curioso gobernante, poseedor de un …” YO” …grande…grandísimo…superlativo…, y con un extraño sentido de la eternidad, dirigía sus designios…y era considerado el magnífico entre los magníficos, grande entre los grandes, único entre los únicos… ¡Bueno…! ¡La leche… entre la leche entera!, por su grandiosidad y magnificencia. Y este único e insuperable demiurgo, era el hacedor de todo lo que le ocurría a su ciudadanía, ya por entonces también infantilizada, apática y conformista, cuyos intereses solo servían para satisfacer sus sensaciones inmediatas. Es decir…¡Ná de na!.  De esta manera, que no de otra, sacrificaban el presente por un futuro de vendidas expectativas prometidas, que luego… ¡Perdiendo su identidad particular como sociedad, casi nunca llegaban! Y ya no era un niño, el gobernante, con el que todos se enfadaban, sino que era el director de un deseado futuro, que con él nunca alcanzaban, ni alcanzarían.

Pero, a los demás… ¡Que más les daba si por el momento y para ellos, su presente era mágico! Y, además, creían que siempre era mejor ser falso, que un verdadero don nadie y por ello apoyaban todas sus iniciativas. También existían otros grupos más o menos mediáticos, pero casi todos ellos carentes de una idea clara de lo que es la unidad, la identidad, la democracia y la soberanía. Pero bueno… ¡Medrar…medrar…medrar!  ¡Solo mejorar sus vidas personales era lo único que los animaba! Por ello, ante las elecciones todos miraban de soslayo, se arreglaban la cintura y luego iban… y la verdad… ¡Nunca pasaba nada!

¡En fin…! Así eran las cosas en aquellos tiempos. Además, todos lo sabemos… ¡Ser tonto es ser libre…! Y ¡Cualquiera puede serlo! y de esta manera mientras unos señalaban la luna, los más solo miraban el dedo. Y así, los tontos se multiplicaban exponencialmente, porque cuando los sabios se callaban, en ese pequeño asentamiento, donde se confundía el reflejo del agua con la luz de las estrellas, el número de idiotas aumentaba continuamente. Pero de esta manera las subvencionadas comidas, bebidas y fiestas, permitían que poco a poco se diluyese su libre albedrio, obedeciendo ciegamente a su creado líder. ¡Pan y circo, por doquier! ¡Y con ello, nunca un Angel tocaría el pensamiento de esas gentes!

Por otra parte, los medios de comunicación escritos, seguían siendo magníficos instrumentos para crear opiniones dirigidas e interesadas en las gentes. La idea era que… ¡Todo lo que está escrito siempre acabara ocurriendo! y ellos eran los animadores del régimen establecido. Por ello, todos ellos eran subvencionados generosamente con amplias prebendas por el creado y mantenido líder ciudadano. Subvenciones… ¡A veces solamente esperadas y nunca alcanzadas! Consecuentemente, se veían obligados a manejar la propaganda y la manipulación necesaria, que degradaba la sociedad que les rodeaba. Solo algunos… ¡Muy pocos!... los utilizaban… una vez leídos como papel higiénico, dándoles con ello una mayor utilidad, jamás pensada. Y así, siguiendo sus opiniones todos eran felices, creían que… ¡Para siempre jamás!

En fin, todo esto es algo que ahora, todo el mundo sabe, pero que aquellos tiempos todos ignoraban. ¡Y así era la cosa en su época, como siempre, profusa, confusa y difusa! Y como siempre los ciudadanos, con su memoria de pez pronto olvidaban todo. ¡Bueno… aquí lo dejo! Porque si tuviera que contaros algo más, tendría que deciros exactamente lo que no puedo ni debo deciros y por tanto no puedo. Esto es todo lo que puedo decir…pero a lo mejor, habéis pensado…que… ¡La mentira siempre hace a la gente libre! ¡Puede ser! Aunque yo, siempre he pensado, que la duda, la curiosidad y el asombro humano, son los que nos permite conocer el tiempo y crecer en nuestros conocimientos, previendo el devenir. Pero bueno… ¡Eso son manías mías! Y como decía el largo poema de Monterroso… ¡Y cuando desperté…el dinosaurio seguía allí! Y además… ¡Ya estamos en un nuevo periodo electoral!

Ahora a esperar, las inteligentes y reflexivas sentencias de los coprófagos comentaristas anónimos, que tanto nos iluminan con las bacterias malas del E.Coli que se multiplican en los ecosistemas de sus sentinas.

Y si alguien no lo ha entendido… ¡Volveremos…volveremos a empezar!