Resti Contreras

Europa se encuentra en uno de los momentos más delicados desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El autócrata y dictador ruso Putin, a pesar de las innumerables negociaciones, el diálogo de los dirigentes europeos, el incesante trabajo diplomático desarrollado y las llamadas a la paz y al orden legal internacional, nos despertó el pasado 24 de febrero con lanzamientos de bombas y misiles dirigidos a un país pacífico, Ucrania.

Nadie del país agredido o de otro país europeo había disparado a los agresores de ahora. En todos los corazones de los asesinados, antes del inicio de las hostilidades dirigidas por Putin, con toda seguridad había una pancarta estampada con la palabra paz. Esa consigna exclamativa está siendo repetida en todos los foros internacionales, mientras el agresor no la tiene en cuenta.

La primera razón del germen que originó la Unión Europea pretendía que en Europa se dilucidaran los problemas pacíficamente y que la diplomacia evitara la vulneración de las fronteras. Desde que en 1957 se firmara el Tratado de Roma, con solo 6 países inicialmente comprometidos, se ha producido una evolución continua pacífica y democrática, con tratados que nos han llevado a los fuertes lazos económicos, políticos o culturales entre los 27 países que actualmente pertenecen a esta organización. Todavía sigue siendo más importante la unión económica, pero esta no ha dejado de avanzar.

La madurez a la que ha llegado la UE se demuestra en su evolución, legislación, instituciones, medios y recursos, la defensa de los principios y valores que constituyen un modo de vida, en el que sus pilares sostienen la fortaleza de la justicia social, la democracia, la libertad, la solidaridad, los derechos humanos… Algo que es incompatible con el modo de pensar y de ejercer la política por Putin.

Se ha demostrado también su madurez en estos días de guerra en sus fronteras del este, constatada en la unidad demostrada por todos sus países miembros en la reacción adoptada con la agresión bélica ocasionada en Ucrania. Sus dirigentes están actuando al máximo nivel de responsabilidad, preparación y eficacia, como está demostrando, por ejemplo, nuestro representante en política exterior Josep Borrel, la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen y todos los dirigentes nacionales de cada uno de los países, como está poniendo de relieve nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Madurez y sensatez que en estos momentos se ha acelerado, algo que en otras ocasiones no fue así. En su alianza, la UE está en contra de los totalitarismos que llevaron al desastre a nuestro continente. En el espíritu que anima la Unión, destacan las palabras paz y solidaridad; son palabras que no hay que buscar en las pancartas o en clamores demagógicos, sino que están en el centro de sus principios y en su modo de actuar desde su fundación. Quien ha roto la palabra paz y el diálogo no ha sido la UE, que además respeta al pueblo ruso. Está dando voz a los agredidos del modo más democrático, como sucedió un día reciente en la intervención del presidente ucraniano en el Parlamento Europeo, que solicitó su ingreso. 

Cualquier problema que afecta a Europa y a cada uno de los 27 países, tiene solución desde la UE, desde la unidad con nuestros principios y valores, desde la unidad interna de nuestro país y desde la unidad con organizaciones supranacionales como la ONU. Con la apuesta decidida por el diálogo y la diplomacia, algo que no ha dejado de pronunciar el señor Albares, nuestro ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.

El presidente del Gobierno no deja de insistir en la importancia que está teniendo la UE para nuestra política interna, desde que fuimos admitidos como país miembro en 1985. Por supuesto, contando con la responsabilidad del Gobierno en las medidas adoptadas para la superación de la pandemia, acompañadas las sanitarias con la protección del empleo y de las empresas, solucionando problemas de la cadena alimentaria y de la política agraria común, el volcán de la Palma, los refugiados, la revalorización de las pensiones, el crecimiento de la estabilidad salarial y laboral, la mejora de la educación, los planes de digitalización y renovación ecológica, ser uno de los países más beneficiados con los Fundos Europeos que nos vienen de la UE…

Me parece importante hacer referencia a las palabras de la presidenta de la Comisión Europea, en su visita realizada el pasado sábado a nuestro país para entrevistarse con el presidente del Gobierno. Mencionó que España es un socio clave y que venía a preparar la próxima reunión que tendrá lugar en Versalles la semana próxima. Defendió la necesidad de la autonomía frente al gas ruso y la importancia de las energías renovables que representa muy bien España. También la importancia de las interconexiones entre la UE y España en temas energéticos. Otro tema importante que se abordará en esa inminente reunión será la ayuda a los hogares y las empresas. Destacó la señora presidenta la importancia de la lucha de la democracia contra la autocracia y resaltó, asimismo, que Europa está en su mejor estado y permitirá la residencia de los refugiados, al menos durante un año con acceso a servicios.

Dentro de la madurez y sensatez de la UE, se encuentra enmarcada la decisión de nuestro país de enviar ayuda de material a Ucrania, para defenderse de la agresión que padece; siendo España, paralelamente, uno de los países que está dando ejemplo en su defensa de la paz en las misiones humanitarias por todo el mundo, a través de las Misiones de Paz en la que participa su ejército, donde nuestros militares desarrollan una ingente labor.

A pesar de la guerra en Ucrania, podemos tener la tranquilidad de que las instituciones europeas y nacionales van a estar a la altura de semejante dramático reto. No debemos perder el optimismo y la esperanza por el presente y el futuro de nuestro país. Aunque hay que seguir mejorándolas, la madurez de la UE está consolidada e integrada en nuestras instituciones nacionales.