Think Tank Hispania 1188

Parece que fue ayer y sin embargo ya han transcurrido noventa y dos años, desde que nuestro gran filósofo y ensayista, el madrileño D. José Ortega y Gasset, exponente principal de la teoría del “perspectivismo” y de la “razón vital e histórica” nos legó en su no menos famoso ensayo social “La rebelión de las masas” (1929) una reflexión que aún sigue gozando de rabiosa actualidad en nuestra “querida España”-- la que nos cantaba Cecilia--. Me he tomado la libertad de reproducir en este artículo algunas de las frases, escritas por el maestro Ortega, como aclaratorias al contenido del artículo:

“…Triunfa hoy sobre toda el área continental una forma de homogeneidad que amenaza dondequiera que ha surgido el hombre-masa, un tipo de hombre hecho de prisa, montado nada más que sobre unas pocas y pobres abstracciones. Tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga. Es el hombre –masa por antonomasia…” (sic).

En él nos transmite magistralmente cómo, mientras que antes, amplios estratos de la sociedad se sometían casi “borreguilmente” a las élites políticas, ahora, es el “hombre-masa” el que quiere gobernar a las élites. A esto hay que añadir la falta de capacidad de una clase media dejada y conformista como si se tratase de una huelga permanente de “brazos caídos” como consecuencia de seguir todos a rajatabla la famosa frase de “Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même” (“Dejad hacer y dejad pasar, el mundo va solo”) usada por primera vez por Vincent de Gournay, fisiócrata del siglo XVIII, que afirmaba la existencia de una ley natural por la que el buen gobierno del sistema económico estaría asegurado sin la intervención del Estado.

A medida que esta masa social y amorfa ha continuado adquiriendo poder e influencia, la Europa postmoderna, libre y democrática está volviendo a caer en una barbarie casi propia de la alta Edad Media. Esta masa destruye la personalidad y el talento, y a todo aquel que no piense como la “mayoría”, es decir como la “masa”, lo elimina. Esta amenaza es real y existe. La actualísima historia de Afganistán y su reciente ocupación por las tropas insurgentes de los “Talibán”, así nos lo demuestra. Nuestro querido filósofo no se equivocaba. Lo más importante para llegar a un destino, es saber cuál es y dónde está. Sin embargo, eso no es lo que nos ocurre a los españoles y al resto de europeos. Carecemos de un destino básico común, casi en todos los niveles—aunque en un pasado, no muy remoto, lo tuvimos—y no lo tenemos, ni tan siquiera hoy día, a nivel individual. Caminamos como “pollos sin cabeza”, dando tumbos y bandazos, solamente ocupados --que no preocupados-- por lo inmediato, lo efímero y lo fácil.

Todas nuestras instituciones, ideales y referentes nos están fallando a doble banda: en el marco europeo, casi todos los organismos supranacionales como la Unión Europea, la OTAN y la ONU están perdiendo su identidad y también su finalidad; pero si nos referimos a nuestro ámbito estrictamente nacional, al de andar por casa, hasta la Conferencia Episcopal, el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo, entre otros, ya ni son fiables ni nos inspiran confianza. Cada vez abundan más y más las entidades oficiales vacías, huecas y repletas de adocenados burócratas, rompezapatillas y tragapanes, cuyo único objetivo y meta es seguir manteniendo, año tras año, sus pingües prebendas y sus lucrativas “mamandurrias”

Tras 20 largos años de cruentas guerras contra el poder fundamentalista de los Talibán, de haber invertido billones de dólares, de cuatro presidentes de los Estados Unidos y de miles de tropas internacionales movilizadas, casi siempre, en guerra y, algunas veces, en misiones de paz, hemos dejado caer -cruzándonos de brazos-- a todo un pueblo afgano, ilusionado con un futuro mejor para ellos mismos y sus familias. Desde hace unos pocos días, vemos y leemos incrédulos y estupefactos como un grupo de desalmados e insurgentes yihadistas --en nombre de la barbarie y del más profundo oscurantismo y al grito de “Allahu akbar” (Alá es el más grande) han vuelto a llevar a todo un país a la alta Edad Media, sembrando sus aldeas, pueblos y ciudades de violencia, muerte y desolación, y las que vendrán si este mundo conformado por miles de millones de “hombres-masa” se limita a “dormir el sueño de los justos”, o dicho en “román paladino”, al “dolce far niente”, a no hacer nada.

En este contexto o situación internacional, donde los ciudadanos ni siquiera somos peones, nada es casualidad mientras existan países—como los del Oriente asiático—que disfrutan y se benefician con y el sufrimiento de esos hombres y mujeres. Dicen algunos politólogos avanzados, que en este nuevo escenario del orden mundial político y legalmente establecido, tal y como lo hemos conocido hasta ahora, los beneficiados de todo este “totum revolutum” serán Rusia, China y Pakistán, mientras que Europa --gobernada e influida por esta nueva casta de políticos “pijosprogres”, detractores de los ejércitos nacionales y negacionistas de los supranacionales—llorará lágrimas de cocodrilo al ver el resultado de su manifiesto “pacifismo”.

En todo este galimatías del “affaire” afgano-europeo-estadounidense, parece ser que algo bueno, o casi bueno—y no me gustaría equivocarme-- nos ha deparado la vergonzosa huida de los contingentes militares internacionales de Kabul. Al parecer, el gran ególatra y megalómano, Pedro Sánchez, en sazón, presidente del gobierno de España (por la gracia de los nacionalistas y separatistas), ha conseguido--después de muchas y ensayadas poses y reiterativas llamadas-- hablar con el perdedor y políticamente derrotado presidente Joe Biden. ¡Ya está tranquilo su “Sanchidad” y en España ya no hay ningún problema! Ahora bien, debería saber aprovechar este obligado pseudo-acercamiento hispano-americano, para de verdad conjugar, de una vez por todas, políticas comunes con nuestro aliado los EE.UU de América y, dejar atrás y una vez por todas todos esos desplantes --heredados de ZP y repetidos y aumentados torticeramente por su gobierno de conmilitones—que nos han conducido al actual aislamiento político, social y económico, como si de un nuevo período “autárquico” se tratase, aunque en esta ocasión no tuviera a un Franco a quien echarle las culpas.

A propósito de esto, Pablo Casado, líder del PP, aunque ha prometido apoyar al Ejecutivo de Sánchez en cuestiones de Estado “si lo hace bien, si tiene transparencia, si rinde cuentas en el Congreso” y pide que “la devolución de los menores inmigrantes de Ceuta se haga en el marco legal” (sic), ha insistido el pasado lunes en rueda de prensa tras las vacaciones que “la interlocución del Gobierno con los estados Unidos ha llegado con siete meses de retraso” y “tras varios desplantes” por parte de la Administración norteamericana. Querido Pablo, la interlocución con EEUU llega dos años tarde, como poco, y lo de pedirle lealtad, transparencia y equidad al Excmo. Sr. D. Pedro Sánchez Pérez-Castejón es muy fuerte y altamente inverosímil por tres lógicos y razonados motivos: uno, “porque nunca se debe pedir a quien pidió ni servir a quien sirvió”; dos, “porque si no se debe pedir jamás peras al olmo, mucho menos a un alcornoque” y, tres, porque como bien e ingeniosamente decía el mejor lidiador cordobés del siglo XIX, Rafael Guerra, alias el “II califa del toreo”: “Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”.

En Ceuta ya estamos vacunados contra las aranas y falsas promesas del absolutista gobierno social-comunismo que nos gobierna. Pero --ojo al dato y aviso a navegantes—si se sigue manteniendo la misma actitud política en “TODO” como hasta ahora, en las dos Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, en pocos años y más pronto que tarde, y en casi todas --por no decir en todas—las provincias al Sur de Andalucía (antiguo reino de Al-Ándalus) no solamente se hablará en los dos idiomas oficiales de Afganistán: el “pastún” y el “dari” (nombre oficial del idioma persa hablado) sino que además estarán llenas de mezquitas y de minaretes donde los “muecines” efectuarán las cinco llamadas diarias(adhans) megafónicamente convocando a los fieles musulmanes para que acudan a la oración obligatoria (salat).

Si solo fuera esto, casi podríamos darnos con un canto en los dientes, porque lo que realmente nos debe preocupar – y esto sí que es lo peor—es que el “yihadismo” --esa neoideologia oriental caracterizada por la frecuente utilización del terrorismo, en nombre de Alá-- se introduzca, de tal modo, en ese tejido social que corrompa y envenene, no solo, la normal convivencia, sino también todos los órdenes democráticamente regulados y establecidos. Hay un hecho irrefutable --que hoy ya nadie pone en duda y sobre el que ya nos está alertando toda la prensa nacional e internacional— respecto a la evacuación de los contingentes militares y de los colaboradores afganos: No debemos sorprendernos y, mucho menos extrañarnos, si entre los “evacuados” y refugiados intenten colarnos algunos peligrosos y sanguinarios “topos” yihadistas.

Mientras escribía este artículo he leído un teletipo en el que se anuncia que “El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha llamado al presidente de la Ciudad de Ceuta, Juan Vivas, con el objetivo de buscar una solución a la situación de los menores en Ceuta”. Pero conociendo a ambos me temo lo peor. Debemos estar atentos y “ojo avizor” a la evolución de esta cita en Moncloa. Sin pretender suplantar ni a Aramis Fuster y mucho menos a Rappel, --habituales videntes (¿?) y protagonistas de unas líneas de tarot telefónico y espacios televisivos—, me atrevo a predecir y vaticinar que el problema de los menores marroquíes en Ceuta no se arregla con una foto y unos cuantos euros para habilitar un local donde acogerlos y atenderlos. Esto nos va a retrotraer a los inolvidables tiempos del ministro de ZP, Jesús Caldera—conocido entre sus propios compañeros, como el “mudo de Béjar”—en los que la avalancha de cayucos y pateras de—un día sí y el otro también—estaba a la orden del día por el efecto llamado que produjo aquella máxima de “Papeles para todos”, acuñada en su ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y difundida por la almeriense, Consuelo Rumí, secretaria de Estado de Migraciones.

Quiero terminar como empecé, citando una frase—a modo de resumen-- del gran maestro Ortega y Gasset:

“Sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande”.