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- El presente artículo, firmado por la periodista y escritora asturiana Laura Casielles, residente en Marruecos, ha sido publicado este jueves en Aish.es, la web que la periodista Carla Fibla, autora entre otros del libro 'España-Marruecos desde la orilla sur. La relación hispano-marroquí. Opiniones e ideas', ha puesto en marcha en septiembre para "analizar e informar" sobre la vida árabe.

Cuatro meses después de que Mohamed VI respondiera a las protestas ciudadanas con una reforma constitucional que muchos han tachado de 'cosmética', Marruecos se prepara para las elecciones del próximo 25 de noviembre con una reformulación del panorama de alianzas entre partidos y la reactivación de la represión de los movimientos de protesta.

En lo que respecta a la puesta a punto de la carrera hacia las urnas, ocho formaciones que hasta ahora tenían escasa presencia en el Parlamento (de diversas tendencias, aunque situadas en general en posturas de centro y centro-derecha) han unido sus candidaturas en la que han llamado Coalición por la Democracia, una jugada estratégica que se ampara en que, por separado, reúnen la mitad de los escaños del actual Parlamento.

Este tipo de alianzas son un clásico en la política marroquí, con un espectro de partidos muy fragmentado, algo que tradicionalmente ha hecho difícil la toma de decisiones y la posibilidad de un núcleo cohesionado y fuerte, capaz de oponerse a las directrices del Makhzen (círculo de poder cercano al monarca). Así, en la actualidad la cámara está presidida por la llamada Kutla, un heterogéneo grupo de siete formaciones.

Sin embargo, en esta ocasión la hipótesis que más debate despierta es la de una posible victoria del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD), que se presenta con una imagen relativamente moderada y abierta (frente a la otra rama islamista del país, el movimiento Caridad y Espiritualidad, no legalizado, y que ha participado en las protestas del Movimiento del 20 de Febrero) y con promesas como la reducción en un 25% de los impuestos a las empresas. El PJD fue la fuerza más votada en las últimas elecciones parlamentarias, en 2007, aunque el sistema de reparto de escaños otorgó la victoria al Partido Istiqlal, nacionalista y oficialista.

Mientras tanto, en las calles, las protestas ciudadanas continúan, fieles a la cita que el Movimiento 20 de Febrero convoca cada fin de semana en un centenar de localidades en todo el país. Aunque lejos de ser mayoritarias, las movilizaciones consiguen mantener cierta tensión y abrir el debate sobre sus reivindicaciones. Esto ha llevado a que en las últimas semanas, con la perspectiva cercana de los comicios, la represión se haya reavivado. Los militantes han denunciado arrestos arbitrarios y malos tratos por parte de la policía.

En la misma línea, el pasado 27 de octubre el activista Kamal El Housseini fue apuñalado por un baltagui (contra-manifestantes violentos que defienden al régimen y a los que se suele acusar de estar comprados por el mismo) en Beni Bouayache, en el norte del país, durante una reunión del Movimiento 20 de Febrero. Con él, son diez los militantes que han muerto desde febrero por circunstancias directamente relacionadas con las protestas.

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