- Y llegó el acto institucional para conmemorar a Sánchez Prado, alcalde republicano fusilado en la playa del Tarajal.

Si bien es cierto que me alegré de la unanimidad de la Asamblea para rendir un homenaje a una persona de principios, a propuesta del PSOE, no es menos cierto que esa alegría se convirtió luego en frustración por las formas que eligieron para rendirle un homenaje. 

He leído de todo en las redes y me sorprende que quienes defienden la libertad de expresión, luego no entiendan la disparidad de opinión. Por aclarar, no es lamentar la usurpación de un símbolo o un día como el 5 de septiembre, sobre todo teniendo en cuenta que estamos acostumbrados a que sea precisamente el Partido Popular quien se adueñe de ciertos símbolos, como la unidad y la bandera de España. Estamos hablando, a menos en mi caso, de poder y  superioridad.

Para empezar, no creo que Sánchez Prado, un político que dedicó su vida a servir, no a servirse, una persona que luchó por la proporción de clases, hubiera permitido acotar el espacio con una cuerda y poner a nuestros representantes públicos de espaldas a la gente que acudió al acto. Marcar las diferencias de cargos y plebe es precisamente el gesto más significativo por el que cualquiera, que busque la igualdad, se hubiera revelado. 

En esta vida existe mucha hipocresía, lastima de aquellas personas que, en vez de desenmascarar, acaban en el circo de las caretas, no vaya a ser que empiece la ruleta de sillones y posiciones. No por querer siempre agradar o conciliar, estas verdaderamente defendiendo a quienes representas, sobre todo a lo que representas. 

Que nadie olvide que lo asesinaron por republicano, lo fusilaron por no pertenecer al régimen franquista, ese mismo régimen que hoy sigue simbolizando muchas calles de Ceuta o que está incrustado en el manto de nuestra Patrona y que pasea en procesión ante su propia escultura, acompañado por muchos representantes que ayer mismo le rindieron una deferencia.

¿Sabrán lo que están celebrando? Lo dudo, porque precisamente el acto tendría que haber servido para recordar que él también representaba al resto de personas que perdieron la vida simplemente por luchar por la libertad y rebelarse contra la miseria, la incultura y la sumisión. No lo asesinaron por médico, lo hicieron por rojo.

Y antes de terminar una propuesta, más que trajes de gala y figuras antagónicas bien podrían conservar en mejor estado su tumba, quienes acuden diariamente a llevar flores lo agradecerán.