Estos políticos que nos gobiernan se jactan y se enorgullecen de pedir y fomentar ayudas para los jóvenes empresarios, para las PYMES. Pues bien, yo soy joven, empresario y no encuentro ayudas, sólo encuentro trabas, problemas y obstáculos burocráticos.

A veces a los ciudadanos se nos olvida que ellos están para ayudarnos, para resolver nuestros problemas, son nuestros empleados, trabajan para nosotros y cobran de nuestros impuestos, pero ellos, inaccesibles y subidos en su pedestal mirando por encima de su hombro impoluto no mueven un dedo para facilitarnos nada.

Yo, al igual que muchos jóvenes de Ceuta a los 18 años, abandoné la ciudad para estudiar y formarme gracias al sacrificio y la ayuda de mis padres, al volver preparado con mi licenciatura en Economía a mi ciudad me aventuré en un pequeño negocio de hostelería, el restaurante “TAJ”, en el que papeleo tras papeleo, sigo sin obtener la licencia de apertura, trámites y más trámites burocráticos que parecen no tener fin, que parece que están hechos para que a los ciudadanos se nos quite las ganas de trabajar y emprender. Yo no estoy pidiendo trabajo, sólo estoy pidiendo que me dejen trabajar, a mi cargo 6 empleados, con 6 familias detrás, que ahora después del cierre se ven de vuelta en el paro. Esta ciudad nuestra con el porcentaje de paro más elevado de España se permite el lujo de cerrar un negocio que da de comer a 6 familias, simplemente por el hecho de no facilitarme una licencia, una mísera licencia que para mí es el sacrificio, trabajo y esfuerzo de un año entero.

Es realmente sorprendente que la zona de “tapeo” por excelencia de la ciudad el negocio que se atrevan a cerrar es el mío, por “romper moldes” por abrir un restaurante distinto y nuevo, el de un joven recién llegado a la ciudad con la ilusión y el entusiasmo de ganarse el pan dignamente. Todos sabemos que en esta ciudad donde los favores están a la orden del día, siempre es más fácil meterle mano al recién llegado.

Esta ciudad que se atreve a llamar a mi negocio “ilegal”, lleva un año entero nutriéndose de mis impuestos supuestamente ilegales, y decide cerrarme el negocio ante las quejas de una ciudadana y volverme a exigir todos los permisos.

Este escrito quizás no sirva para nada, quizás será leído por algún ciudadano o quizás no. Pero intenta hacer ver que en este país o en esta ciudad con la situación que estamos viviendo si alguien quiere trabajar y no le dejan, es que algo no funciona. Y no somos los ciudadanos.