- Hace unos días en los primeros planos de los informativos nacionales una noticia se repetía y nos llenaba de asombro y perplejidad.

Según los correspondientes trámites y resoluciones judiciales, el que fuera máximo representante de los empresarios españoles, había sido condenado a ingresar en prisión bajo importantes sumas de millones de fianza.

Desde hace tiempo se comenzaron a producir informaciones preocupantes, pero precipitadamente en los últimos días se desencadenaron los acontecimientos. No es para alegrarse que una persona sea juzgada y que sufra las consecuencias de este caso, pero todavía es mucho más grave que empresas y trabajadores hayan sido víctimas de una persona y sus acompañantes en este fiasco empresarial, que han mirado exclusivamente por sus intereses especulativos personales y particulares, en vez de atender al buen funcionamiento de sus empresas y del mantenimiento de los puestos de trabajo. También es inmoral y lamentable que éste alto responsable empresarial se permitiera advertir, cuando ejercía su función, la necesidad de una bajada de sueldos y que el conjunto de los trabajadores de nuestro país debía trabajar más.

Ética y moralmente lo sucedido es reprobable y desgraciadamente no es el único caso que sucede en el mundo de la economía; pero afortunadamente no todos los empresarios son iguales, actualmente hay muchos empresarios en Ceuta y en el resto del país, que están sacrificándose para que día a día sus empresas superen las dificultades a las que nos está poniendo a prueba la tremenda crisis que nos oprime. Posiblemente habrá empresas que no ponen por delante las circunstancias personales y familiares de sus trabajadores, pero no me cabe duda alguna que también hay muchos empresarios que se resisten hasta el final para que sus trabajadores no queden a merced del paro o que sus empresas se vean abocadas al cierre.

Conozco casos de empresarios que hacen más de 175 km al día, para estar multitud de horas diarias al frente de sus empresas y que los puestos de trabajo no se resientan. En el campo que nos ocupa también sería estar lejos de la objetividad y de la imparcialidad el planteamiento de condenar a todos los integrantes del sector empresarial, que forman parte de la CEOE-CEPYME, no me caben dudas que en estas organizaciones y en las Confederaciones de empresarios los hay honestos y que merecen el máximo respeto, porque en primer lugar muestran consideración con el sacrificio y esfuerzo de sus trabajadores, a la vez que crean riqueza para el buen funcionamiento del conjunto del país. 

Igualmente que no todos los empresarios son iguales, también hay que decir bien alto, que no todos los sindicalistas, los políticos y las formaciones políticas son lo mismo. Hay muchos sindicalistas y políticos, sean de las organizaciones que sean que son honestos, trabajan y se dejan en el camino la posibilidad de vivir más horas con su familia y de obtener ingresos en otros sectores más gratificantes para sus remuneraciones. Por supuesto que del fraude hay empresarios y políticos que no se libran, pero la tolerancia cero y la reacción inmediata, para erradicar cualquier sombra de duda deben ser contundentes.

Que el poder judicial actúe con todas las consecuencias y que el Gobierno ponga los medios que sean necesarios, para perseguir plenamente el fraude fiscal, que el Parlamento realice las reformas legales que sean necesarias, que los recortes no recaigan en las clases más débiles y en los servicios básicos, mientras los ricos son cada vez más poderosos, que la ética y justicia de este país no siga agrietándose y los paganos dejen de ser los sufridos parados y los indignados ciudadanos.