Nayat Mohamed
Hace unos días asistí a un pequeño debate en las redes sociales, sobre la exclusión de las mujeres hiyabistas del feminismo. Fue a colación de un estado que compartí sobre la polémica entrevista de una señora que considerándose mora, feminista, activista y laica arremetía violentamente contra este tipo de mujeres, apoyándose en otras “feministas” que consideran que llevar hiyab y ser feminista es incompatible, excluyendo así a las mujeres veladas de la lucha feminista, por el mero hecho de llevar un trozo de tela. Parece ser, que eso nos impide tener una conciencia feminista entre otras muchas cosas.
A raíz de todo este debate en las redes, florecieron una serie de opiniones y comentarios juiciosos en los que se han mezclado ciertos conceptos que me gustaría aclarar. He sentido cierta impotencia al ver como gente afín y que considero de izquierdas y progresista apoyaba y fomentaba estas opiniones y argumentos islamófobos propios de Pérez Reverte, Casado o Vox. Precisamente, estos sectores conservadores y profundamente misóginos, buscan legitimar sus discursos utilizando estos argumentos sirviéndoles de paradigma de la mentira que hay detrás de la mujer musulmana como sujeto político.
En esta entrevista esta señora además de demostrar que no tiene ni idea, dibuja a la mujer con hiyab y todo lo que gira a su alrededor como una amenaza. Efectivamente, amenaza era la característica de los movimientos antisemitas e islamófobos del siglo XIX que aplicaban sobre el otro para lograr convencer de forma inevitable de la urgencia de actuar contra ese otro que pone en peligro nuestro sistema de valores. Habla por ejemplo, de prohibir el hiyab en la escuela, una idea que desde luego entusiasma a la extrema derecha.
En mi estado me increpó diciendo que “si yo era libre, pues que lo disfrutara” siempre esa eterna duda, siempre bajo sospecha, me recuerda mucho a ese “¿qué llevaba puesto?, igual ella lo estaba buscando” en el caso de las violaciones. Siempre la mujer como culpable y sospechosa de los males del patriarcado, haga lo que haga, es imposible ser sujeto político libre porque mi conducta está direccionada o se direcciona hacia algo. Son profundamente asquerosos ambos supuestos. Si digo que soy libre y lo hago en mi calidad de sujeto político, es que lo soy, al igual que cuando digo que no, es no, y no se debe dudar de ello.
Y digo que no tenía ni idea porque también habla del feminismo islámico, afirmando que surge en Barcelona de mano de conversas, cuando esta corriente del feminismo surge en los años noventa con feministas tunecinas, egipcias, iraníes así como en países de mayoría musulmana como Malasia e Indonesia, y tiene su base o es la continuación del feminismo que surge en los cuarenta y cincuenta, donde el feminismo laico no prosperó.
El feminismo islámico es una corriente o movimiento cada vez más extendido entre las mujeres musulmanas y es el feminismo tal y como lo conocemos en todo el mundo, sólo que es islámico porque se refiere a unos principios que encierra el mensaje espiritual del islam. Esto a menudo es rechazado y se pregunta el porqué del feminismo e Islam, ya que el Islam esta visto como una religión discriminatoria hacia la mujer. Es por ello que quiero aclarar que cuando hablamos de religión, hablamos de sistema, de sociedades en general, no del mensaje espiritual que encierra, desafortunadamente las sociedades son patriarcales y machistas y el sistema también y eso es lo que ha traído la discriminación de la mujer, no el mensaje. Las responsables son esas lecturas patriarcales hechas desde las instituciones religiosas controladas por hombres.
Y porqué feminismo islámico y no simplemente feminismo, pues porque no hay un feminismo único y monolítico, existen diferentes corrientes dentro del mismo como el feminismo negro, gitano, ecofeminismo, anticapitalista, transfeminismo, laico, el feminismo decolonial etc, cada uno tiene su contexto pero siempre con los mismos principios universales que compartimos todas.
El islam y la mujer musulmana están tan estereotipados que es difícil entender cómo una mujer musulmana y con hiyab reivindica sus derechos a partir de feminismo y su “religión”.
Desde el feminismo hegemónico, las feministas euroblancas y coloniales ignoran todo esto y lo ningunean. Cuesta aceptar que el Corán utilice lenguaje inclusivo, que el islam haya liberado y otorgado a la mujer derechos que en ese entonces eran impensables, como el derecho a la propiedad, a la herencia, a la independencia financiera, a la libre elección, al divorcio etc, todo esto hace más de 1400 años, cuando en esa época, en Occidente, todavía se debatía si la mujer era un animal o si tenía alma.
La sociedad occidental tiende a mostrar el hiyab como ejemplo de opresión y sumisión al hombre, cuando es una convicción personal que está relacionada con la fe. Yo como persona independiente, libre y musulmana tengo derecho a decidir que quiero ponerme y todas las mujeres deben tener este mismo derecho y no necesito que nadie venga a salvarme, algo que duele o amenaza a ese ego blanquito. Y aquí está la raíz del problema, en mi humilde opinión. Occidente, como ente cultural, económico y supremacista, no acepta que mujeres con hiyab sean parte de él, y mucho menos mujeres cultas, y sobretodo luchadoras, con un fuerte arraigo a sus principios y orgullo identitario. Molesta que pueda haber otra forma diferente de pensar, otra escala de valores, que sea igualmente válida y legitima que la nuestra, a pesar de la creencia en Allah. La realidad es que occidente vive muy mal esto y ha sido incapaz de asumir toda esta diversidad.
Estamos cansadas de refutar que en el imaginario colectivo opresión tenga imagen de terrorismo barbudo, mujer con velo, retraso de libro sagrado. Nosotras las mujeres, desde los feminismos, deben construir alianzas frente al odio, no estar confrontadas, no caer en debates que sólo ayudan a reformar estigmas y ayudan a legitimar el odio al diferente. Los feminismos son democráticos, antifascistas e inclusivos, lo otro, no es feminismo.