- Cuando la realidad es la que es -pues seguimos siendo la ciudad con más parados de Europa en todos los segmentos de edades- una solución posible sería recurrir a la historia e intentar volver a nuestros orígenes productivos.

Por intentarlo que no quede ya que peor que estamos no vamos a estar, podríamos empezar por dinamizar nuestro puerto, pues no debemos olvidar que a comienzos de los años setenta había tal movimiento para el avituallamiento de buques, que los consignatarios se tenían que repartir por nacionalidades. Es cierto que a partir de ahí empezaron otros puertos también a ofrecer incentivos, consiguiendo en cierto modo y por los medios a su disposición, ser mucho mas competitivos que el nuestro, aun así se consiguió mantener un mas que aceptable nivel de rendimiento.

Por aquella época aun no estábamos en lo que por entonces ya se conocía como Comunidad Económica Europea, quedándome en el recuerdo nombres como el de los señores Tobalina o Espis, inspectores de aduanas quienes dado el gran volumen de trabajo portuario que había en esa época, llegaron a ser personalidades locales especialmente significativas.

Aquel tiempo fue especialmente próspero para una ciudad que acababa de salir del bache propiciado por el fin del protectorado español en Marruecos en la década anterior. La concesión del status de puerto franco, el estímulo de una pequeña industria local que permitirá una ciudad autosuficiente, unido a la importancia de la plaza militar, hicieron que en Ceuta se creara un aceptable numero de puestos de trabajo para una población local que por aquellos entonces se encontraba perfectamente equilibrada, tanto en lo que al espacio se refiere como a la asignación de recursos.

Evidentemente los años fueron pasando y con ellos los cambios políticos trajeron también profundas modificaciones en nuestros tejido económico y productivo, la perdida del status portuario, la entrada en la CEE al precio que fuera, la apertura de la verja gibraltareña, el fin de nuestra pequeña industria, dieron paso a otras situaciones que al final lo único que consiguieron fue llevarnos al punto o vía muerta en los que para nuestra desgracia ahora nos encontramos. Las consecuencias fueron desastrosas para la ciudad, perdida de peso como puerto en el Estrecho, diáspora poblacional hacia la Península producida por el cierre de fábricas, empresas, bazares o comercios, desarticulación de un tejido productivo que solo dará paso a una política económica basada en la subvención y el gasto público que a su vez han propiciado unas relaciones políticas de carácter clientelar especialmente dañinas, sin obviar el hecho de un desmesurado crecimiento poblacional proveniente del otro lado de la frontera que ha roto en cierto modo el equilibro hasta entonces existente, colapsando en gran medida unos servicios que hasta el momento eran mas que suficientes para una ciudad pequeña como Ceuta.

De todo ello se desprende que tenemos que hacer un esfuerzo por recuperar algo de lo que fuimos, quizá sea ahí donde encontremos soluciones a nuestros males, posiblemente una vuelta a nuestras raíces económicas ponga algún remedio a este erial en el que han convertido la ciudad. Algunas propuestas pasarían por recuperar nuestra tradicional industria artesanal del pescado, la conserva y el salazón podrían ser alternativas, no debemos olvidar que hoy todo lo relacionado con este tipo de manufacturas se ubican en localidades de profundo arraigo marinero, caso de Galicia, Cantabria o Cádiz, así que por qué no sumar Ceuta a estos núcleos productivos.

De hecho este año la ciudad ha intentando potenciar la imagen de nuestros salazones a modo de reclamo turístico, evidentemente en esta ocasión habremos de aplaudir la iniciativa, con la única salvedad de que esto no solo debe circunscribirse al periodo estival, sino que hay que estimularla para que sea productiva durante todo el año, pudiendo generar de esa manera puestos de trabajo estables y no meramente estacionales.

Tampoco debemos olvidar nuestras almadrabetas, ejemplo de sostenibilidad y cuyas capturas, por específicas, deberían llevar nuestra denominación de origen, pues por la singularidad del género capturado denominado “del revés”-esto es, sin grasa- lo hace de excelente calidad para el salazón, lo que nos diferencia de otras zonas productivas como por ejemplo Barbate.

Estas pueden ser algunas ideas con posibles para el futuro, aunque para nuestra desgracia mucho me temo que, los que ahora nos desgobiernan, preferirán simplemente criticarlas a tenerlas en cuenta, pues lo cómodo y lo fácil es vivir de la “sopa boba” y que sean otros, ósea Madrid o Bruselas, los que paguen nuestros platos rotos. Queda claro que existen alternativas, lo único que falta es que queramos verlas.