Vista aérea de Ceuta
Vista aérea de Ceuta
Emilio Carreira

Sería casi milagroso que la posición ideológica de Marruecos con respecto a Ceuta y Melilla, se tornase en un reconocimiento público inédito desde que nuestro país vecino se constituyó como estado, cosa esta ocurrida hace bien poco si lo comparamos con las grandes naciones europeas, como Francia o España.

Si los que se definen como políticos responsables, no tienen los pies en la tierra, su aportación a la estabilidad de Ceuta es la misma que la de una ortiga en una cuneta o en un prado. Como dijo una vez el presidente González, exigen también “dos huevos duros”.

Sinceramente creo que hay que dejar de prestar oido a las proclamas políticas y dedicarse a analizar los hechos, que son lo que de verdad importa.

Exigir a un país soberano que modifique un sueño, por irrealizable que es, carece de sentido práctico. Los sueños sirven para levantar el ánimo a los pueblos cuando la adversidad los azota, pero no mejoran los efectos de la misma. Resulta evidente el pragmatismo con el que el jefe del estado marroquí se ha dirigido al parlamento de su país, hablando de proyectos, inversiones y ayudas, pero sin ninguna mención a Ceuta o a Melilla. Su sentido de la política práctica, la política real, le mejora como líder, porque sabe que con los sueños la gente no come y la crisis derivada de la guerra de Putin está cebándose con millones de marroquíes. 

Nadie duda de que en lo más profundo de sus aspiraciones la reivindicación de la soberanía de las dos ciudades españolas sigue estando, pero después del varapalo recibido tras el patinazo de la invasión, el gobierno de Marruecos ha optado por ser eminentemente práctico, lo cual consiste en no reconocer nada, pero respetar la posición del otro, del socio estratégico, concretando políticas de cooperación para que las relaciones entre Ceuta y Melilla y las provincias marroquíes limítrofes, sean ordenadas y seguras, estableciendo los mecanismos de control para personas y mercancías propios de una frontera normal.

Lo demás da igual, porque en ese resto que es pura retórica, sólo se mueven los radicales, tanto los de allí como los de aquí, que en todas partes cuecen habas.  

Ceuta y Melilla deben vivir su incuestionable españolidad con normalidad, igual que Marruecos debe aceptar que jamás conseguirá su objetivo con la misma naturalidad, aunque de vez en cuando se desahogue con un exabrupto. Lo importante ha quedado ya dicho: fronteras ordenadas y seguras. El gobierno de España, la Unión Europea y las alianzas internacionales en las que España participa lo garantizan, igual que está garantizada la unidad de todo el territorio aunque algunos (estos son de aquí) sueñen con que se rompa.

Lo dicho: si hay respeto mutuo, y lo hay, cada uno que tenga los sueños que quiera.