Ramón Rodríguez Casaubón
Ramón Rodríguez Casaubón
Ramón Rodríguez Casaubón

El capítulo tres de la serie “30 monedas” gira en torno a un espejo que en cierta manera es límite y realidad paralela, zona de tránsito y de llegada, dualidad en toda regla de las leyes físicas y éticas de este mundo. Para algunos ultraderechistas “su espejo” son las redes sociales. Que se lo pregunten a Salvini con sus camisetas y mensajes de apoyo a Putin, eso sí de hace algún tiempo; o a los líderes de VOX en Ceuta con sus frases entusiastas a favor de Putin: “Putin solo pide respeto para sus fronteras” o “Lo que faltaba a los progres es que la nación de Putin salvase millones de vidas en el mundo. Todo mi respeto y admiración hacia Rusia. Hay esperanza”. O incluso al gran defensor del castellano que debiera leer algo más, en castellano o en cantonés pero que lea un poquito. Toni Cantó: “Ya en Colón. Con Ucrania. Contra el comunismo”.

¿Soy lo que tuiteo o tuiteo lo que soy?

Como respondiera Alonso Quijano: “—Eso no, Sancho —respondió don Quijote—, que el necio en su casa ni en la ajena sabe nada, a causa que sobre el cimiento de la necedad no asienta ningún discreto edificio”. Miguel de Cervantes Saavedra.

Y voy a lo que voy, que más allá de rescatar situaciones que debieran avergonzarnos es, intentar aclarar algunos temas.

Putin tiene de comunista lo mismo que los señores anteriormente señalados, su partido es el Rusia Unida. Fundado a principios del 2000. Es ultraconservador, nacionalista e imperialista. La verdad es que sí que se parece al partido de las personas anteriormente citadas. En Rusia persigue y encarcela a los comunistas y a cualquiera que le haga oposición.

Por otro lado, debemos recordar quien fue el director de la mayor empresa privada de gas y petróleo de Ucrania hasta hace unos años. El hijo de Joe Biden. Y preguntarnos por los supuestos laboratorios biológicos de EEUU en Ucrania que poca gracia hace a China.

Parece que la izquierda en general, y en España en particular, no es capaz de quitarse de encima el sentimiento judeocristiano de culpa manifestándolo en forma de auto lapidación mediática. 

Soy de los que pienso que Ucrania nos obliga a enfrentarnos a nuestros propios “ecosistemas” de certezas para sobrevivir en este mundo. Lo fácil es parapetarse ante lo que creemos que somos y conocemos. Lo difícil es deconstruirse y seguir en este “nuevo” universo que están reconfigurando sin nuestro consentimiento. Insisto leamos, si queréis, a Zizek y “El cisne negro”.

Nos proporcionarán otros horizontes y perspectivas. Ya decidimos si las tendremos en cuenta o no. Eso es decisión personal de cada uno.

Y además de pensar lo que pienso, soy de los que creo que la máxima principal de la izquierda debiera ser la libertad y su esencia reside en la soberanía de los pueblos a través de la identidad personal desde la autonomía. Si el pueblo solicita armas para defenderse de una agresión imperialista ¿quién soy yo para negárselas? ¿quién soy yo para imponer a un pueblo que lucha por su libertad la forma en la que debe protegerla? Podré indicarte cuál es el camino que considero mejor pero no debo ni puedo obligarte a que cojas mi camino. Puedo intentar convencerte, pero desde la empatía, la solidaridad y el apoyo. Y el apoyo ¡lo decides tú! no yo por ti. Soy antibelicista y ¡por supuesto estoy en contra de la guerra! Mas por encima de ello soy defensor de la libertad, y por eso la defiendo. Soy defensor de los DDHH y por eso los defiendo. Y también de la Carta de las Naciones Unidas y del artículo referente a la “legítima defensa”.

Parece que todo está cambiando para que nada cambie y regresemos a tiempos pretéritos de guerras frías. Desde luego la invasión de Ucrania no está siendo, premeditadamente, nada “quirúrgica”. Y eso es porque, entiendo que Putin, está enviando un mensaje alto y contundente a Europa y muy particularmente a los países que antaño estuvieron bajo la zona de influencia de la “gran Rusia”. 

Zizek en su día definió a Podemos y Syriza como partidos con objetivos idénticos a los de la socialdemocracia de hace más de sesenta años. ¡No le demos la razón!

No podemos hacer demagogia sobre el NODO. El contexto no es el mismo que en el 36 ni se pueden extrapolar situaciones ¡eso es cierto!  Además, se están enfrentando en algunas zonas dos formas idénticas de fascismo/nazismo, pero las estructuras paramilitares nazis no son el pueblo de Ucrania. Nos están manipulando a todas por un lado y por el otro. Nos llevan una y otra vez a los marcos concretos de ambas posiciones.  La cuestión real y a la que se debe responder es: si un pueblo que está siento invadido y masacrado por un estado totalitario pide armas para su “legítima defensa” (Artículo 51 de la carta de las Naciones Unidas) ¿debe ser ayudado en la forma que solicita o no?

Opino que las personas que somos de izquierdas debemos ser extremadamente críticas (constructivamente) y nunca dejarnos llevar a ningún redil. 

Insisto en que la izquierda no parece estar implementando su discurso ni sus opciones reales de gobierno en todo el mundo occidental, mientras la ultraderecha sube. Y es muy probable que sea porque la izquierda no ha sabido adaptarse ni reconfigurar su mensaje a los contextos actuales. Recurrimos una y otra vez al discurso del pasado. Tendremos que decidir si nos convertimos en una especie de “teología” llena de buenas intenciones y valores universales o si quiere gobernar sin dejar de lado esos valores. Yolanda parece ser la que mejor lo ha entendido. Debemos ayudar todas para que sea, seamos, una opción de Gobierno y cambio de paradigmas.

¿Cuál es la primera víctima de cualquier guerra?