José Antonio Carbonell Buzzian

Dejemos en nuestra retina el enunciado porque va a dar muchísimo juego, sobre todo a Vivas, el paladín de las promesas vacías, el mismo que según sopla el viento, cambia de parecer. No me presento, sí me presento, como si estuviese deshojando una margarita.

De este dirigente político se puede decir que incita sentimientos de amor y odio en función de la opinión, sean afiliados, palmeros o partidos ajenos, pero pocos muy pocos, han podido sumar a la historia de nuestra ciudad tantos adjetivos en contra de adeptos y detractores como es el caso de Vivas.

No percibo esa predisposición de este dirigente el cual se aferra a la poltrona del tal manera que convierte el escenario en un parque jurásico, aburriendo a su electorado al que seguro le gustaría ver cambios, pero no, es más cómodo estar pelando la pava y esperar que sea el propio electorado o algún soñador deseoso de poder, el que lo mande fuera de las arenas políticas. Esta situación da pie al aburrimiento de los ceutíes ya que es el escenario perfecto para que los linces se aprovechen de esta situación, en una incertidumbre que no está exenta de pasar la oportuna factura.

Esta ciudad está inmersa en la necesidad de cambios, no quiero entrar en detalles sobradamente conocidos por todos, de los que el mundo periodístico local se hace eco día a día y este pueblo soberano se merece una alternativa digna en política que represente de verdad a los intereses de todos y cada uno de nosotros. Por ello me atrevería a decir a Vivas que ya llegó la hora de retirarse a sus aposentos. Y si no sabe retirarse a tiempo, merece el impulso del desplazamiento obligatorio con el reproche del abuso con el que viene haciendo gala, en detrimento de una imagen corporativa muy deteriorada socialmente.

Los tiempos tan volátiles no son fáciles, y las señales que le aparecen a este dirigente, dan claro síntoma de un virus que debe pasarse. Debe recapacitar, meditar sobre sus actuaciones durante dos décadas. Muchos esperamos que Vivas El Acomodado sienta el aliento del pueblo estas próximas elecciones y de ese paso hacia su jubilación.

Una retirada a tiempo es una victoria, que, por ende, exige haber luchado bien (que no es el caso) y haber sido consciente de sus límites y haber sabido parar. Porque esta retirada es ser también honesto con uno mismo.