Ahora que vuelve a haber elecciones y previsiblemente se afilarán los discursos políticos y los cuchillos para tratar de raspar unos cuántos votos que puedan cambiar el resultado de abril, convendría mirar con un poco de calma qué está sucediendo desde mayo en la política local para tratar de poner cada acto en valor. Más aún tras un verano trepidante de declaraciones y gestos políticos en dónde cada pequeño conflicto se ha vivido con la intensidad que se echó de menos durante el año anterior, cuando todos parecían tan tranquilos incluso a sabiendas de que lo normal era que el PP, por primera vez en muchos, muchísimos años, perdiera su mayoría absoluta.

Es cierto que el Gobierno, con Deu en funciones de torre de control, parece en ocasiones desnortado, descoordinado, sin capacidad de apretar desde la Presidencia, o en este caso desde la Vicepresidencia, a los suyos, para mantener un cierto control. Es cierto que ha faltado en ocasiones cierta lealtad con su ‘socio preferente’, -ahora que está de moda la expresión- el PSOE, y que en más de una y de dos ocasiones se ha intentado intoxicar culpando a Manuel Hernández de situaciones de empecinamiento político poco comprensibles: véase ACEMSA, Radio Televisión Ceuta o el hotel municipal. Pero, a pesar de todo, no es menos cierto que el invento, aún muy mejorable, parece funcionar.

El mantenimiento del compromiso de Vivas y Hernández por dotar de estabilidad a la Ciudad Autónoma a pesar de las críticas internas y externas demuestra su defensa del interés general y su capacidad para salir de su zona de confort y dejar en segundo plano sus intereses partidistas

Y funciona, entre otras cosas, por la voluntad férrea, hasta el momento, de las dos cabezas visibles del mismo, el presidente Juan Vivas y el líder del PSOE, Manuel Hernández, ambos con presión externa (lo normal) e interna (no tanto) para que viren hacia un espacio que algunos, tal vez anclados en el arcaísmo político, por no decir directamente en las dos Españas, pueden y consideran como más natural. En el caso del PP echarse en brazos de las posiciones dogmáticas y extremas de VOX, en el caso del PSOE, abandonar a su suerte al Gobierno del PP para defender su espacio ideológico natural, sin reparar en que la consecuencia inmediata es precisamente la que reclaman internamente en el PP quienes entienden la política más desde el interés partidista que desde el general, y reprochan, por ejemplo, sin vergüenza alguna, que Vivas se reuniera con el representante de todos los melillenses, criticando que con la impecable postura institucional de Vivas se diera carta de normalidad a quien consideran un traidor al PP de Imbroda. Sin reparar si quiera en las causas (el asedio judicial por casos de corrupción a sus gobiernos) que han colocado a Imbroda en la oposición, con un pacto antinatura, o en la falta de respeto que supondría a todos los melillenses, hermanos, dar un portazo a su máximo representante institucional.

Imaginemos un Gobierno condenado al apellido en funciones que no pudiera adjudicar obras, o firmar subvenciones y convenios con entidades de toda condición y pelaje por esa falta de entendimiento. Desastre. Ruina.

Sí, tanto Vivas como Hernández están tragando sapos casi cada semana. Cocinados desde dentro y servidos desde fuera.

Su andadura está demostrando la capacidad de ambos de poner el interés general por delante de otros más íntimos. Lo verbalizó de manera clara el propio portavoz económico de Hernández esta misma semana durante el debate en el Pleno Extraordinario para aprobar una modificación de crédito, que hace sólo medio año habría encontrado el voto en contra sin paliativos de los socialistas. José María Más: “No vamos a dar una patada al PP en el trasero de los ceutíes”.

De eso se trata la tan reivindicada política de pactos y consenso y el interés general, de estar dispuesto a ceder y a apoyar medidas y decisiones que ponen al partido propio y al representante político fuera de la zona de confort ideológico si eso sirve para mejorar a la sociedad a la que se representa, en este caso, el bien a proteger, lo que favorece a la sociedad ceutí, tal y como lo han entendido el PP y el PSOE, es la estabilidad institucional. Imaginemos que en lugar de Ayuntamiento al uso en las papeletas y la Ley Electoral, la Ciudad Autónoma de Ceuta funcionara como una Comunidad Autónoma más. Sin la posición de Vivas y Hernández, con la postura que reclaman otros dentro de sus propias filas, los ceutíes probablemente estaríamos condenados a repetir localmente el desastre nacional y volver a votar una y otra vez en periodos cortos de tiempo, con legislaturas abortadas por la falta de coraje, responsabilidad y cintura para ceder en aras de la estabilidad institucional y permitir que la gestión de lo público avance, aunque a veces lo haga en una dirección opuesta a la manera de entenderla. Imaginemos un Gobierno condenado al apellido en funciones que no pudiera adjudicar obras, o firmar subvenciones y convenios con entidades de toda condición y pelaje por esa falta de entendimiento. Desastre. Ruina.

La misma palabra, pacto, cuya ausencia en la política nacional nos ha conducido a unas absurdas nuevas elecciones, sirve para denostar a la política nacional por su ausencia y para atacar a algunos políticos locales precisamente por acordar o, más bien, comprometerse a una determinada línea de actuación que resulta incómoda desde el tradicional posicionamiento ideológico de PP y PSOE. ¿Quién tiene razón? No se puede al mismo tiempo censurar la ausencia de pacto nacional y la existencia en Ceuta de uno que es además más arriesgado al ser ideológicamente transversal.

Eso es lo que está haciendo el PSOE de Manuel Hernández con mucho coraje y valor y recibiendo a cambio todas las críticas del mundo de propios y extraños. Tanto así, que los otros dos partidos de izquierda en la Asamblea, MDyC y Caballas, no abandonan en su discurso desde el inicio de la legislatura la palabra pacto para referirse al constante dejar hacer, casi siempre mediante abstenciones, que ha adoptado el PSOE en aras de la estabilidad institucional. Poniendo el pie en pared en determinadas situaciones, y haciéndolo de manera leal con el Gobierno, de forma interna, sin airear públicamente las diferencias, que las hay y notables.

La misma palabra, pacto, cuya ausencia en la política nacional nos ha conducido a unas absurdas nuevas elecciones, sirve para denostar a la política nacional por su ausencia y para atacar a algunos políticos locales precisamente por acordar o, más bien, comprometerse a una determinada línea de actuación que resulta incómoda desde el tradicional posicionamiento ideológico de PP y PSOE. ¿Quién tiene razón? No se puede al mismo tiempo censurar la ausencia de pacto nacional y la existencia en Ceuta de uno que es además más arriesgado al ser ideológicamente transversal. Y eso que en el caso de Ceuta, la palabra pacto, viene grande. Tanto Vivas como Hernández lo niegan, lo suyo parece más bien un compromiso para no paralizar la ciudad y permitir que las cosas avancen, sin que haya nada escrito ni acordado y dejando que el sentido común de ambos propicie que en el día a día los asuntos de importancia para la ciudad y su ciudadanía no se atasquen.

Por ahora las críticas arrecian en el lado izquierdo, pero más pronto que tarde, llegarán en el flanco derecho, cuando desde el PP hagan concesiones más notables que las actuales a los socialistas para sacar acuerdos adelante (llegan los presupuestos). A pesar de jugar con la ventaja de poder apoyarse en  VOX para algunas cuestiones puntuales, como el calendario laboral, no cabe esperar otra cosa, si el PSOE ha mantenido su palabra de permitir gobernar aún soportando enormes presiones y críticas, cabe esperar que a cambio el PP haga concesiones a algunos de sus postulados o de su programa, por incómodo que pueda resultar en algunos casos para sus bases.

Las encuestas señalan ahora que la ciudadanía parece que va a castigar más que a ningún otro partido a Ciudadanos el próximo 10 de noviembre, precisamente por enrocarse en su zona de confort y no querer ni sentarse con Pedro Sánchez. Convendría que tomaran nota quienes ladran aquí ya y quienes esperan la ocasión de hacerlo con fuerza. Igual que convendría que tomaran nota de lo que pasa en Ceuta quienes son incapaces de acordar nada en Madrid.

Si Vivas es capaz de entenderse con Manuel Hernández, incluso aunque de forma natural, para determinadas cuestiones se apoye en VOX, puntualmente y sin traicionar su promesa de campaña de no cogobernar con los de Redondo y Verdejo, ganan todos los ceutíes. Ocasión tendrá el PSOE de introducir correcciones en la política del PP, y de parar determinadas operaciones. Quienes critican sin pudor este entendimiento deberían mirar las encuestas y cómo sale parado en ellas Ciudadanos

Pesa la rabia en los localistas por su fallida estrategia del ciclo electoral de primavera, apoyaron por coherencia ideológica la candidatura del PSOE ante la oportunidad histórica de rebañar los escaños nacionales a la derecha y resultaron después atropellados en las municipales por la marea roja. Atribuir sólo a eso sus malos resultados en las urnas es un error que peca de falta de profundidad en el análisis. El PSOE no está donde está únicamente por el apoyo en abril de MDyC y Caballas, también por méritos propios, por trabajar mejor los barrios, por el logro de rebajar el colapso en el Tarajal desde la Delegación del Gobierno y muy probablemente por mostrarse dispuesto a ceder en aras al interés general en determinadas situaciones, incluso asumiendo que la solución pactada no es de su agrado. Pero mejor eso, que colapsarlo todo. Probablemente otro elemento importante tenga que ver con las expectativas fijadas por cada partido de cara a su acción política.

Si Vivas es capaz de entenderse con Manuel Hernández, incluso aunque de forma natural, para determinadas cuestiones se apoye en VOX, puntualmente y sin traicionar su promesa de campaña de no cogobernar con los de Redondo y Verdejo, ganan todos los ceutíes. Ocasión tendrá el PSOE de introducir correcciones en la política del PP, y de parar determinadas operaciones.

La prueba llegará esta campaña y este 10 de noviembre, previsiblemente VOX perderá fuelle, el discurso del voto útil que pregonó Guillermo Martínez la pasada campaña, tendrá ahora más predicamento que entonces. Y difícilmente podrán mantener la coherencia política quienes hace sólo 5 meses apoyaron sin tapujos al PSOE y ahora barajan ir a degüello a las urnas, a sabiendas de que no pueden ganar y de que su mera participación persigue como único fin, castigar al PSOE, conscientes de que eso favorece a PP y  VOX, dándoles una oportunidad de recuperar el escaño perdido para su bloque. Convendría que escucharan a sus bases y entendieran de una buena vez que lo que más necesitan son soluciones públicas a sus problemas (muchos) y no trifulcas políticas callejeras. Y que esas soluciones que necesitan buena parte de sus bases es más probable que lleguen con una Delegación del Gobierno progresista. Deberían mirar la situación de Ciudadanos, los virajes drásticos en política suelen acabar pagándose. “El tren del voto útil pasa sólo una vez”, el de la coherencia política, a diario.