Gobierno y Delegación deben exigir que Ceuta sea punta de lanza de la inmunidad de grupo

Pablo Matés


El Gobierno de la Ciudad y la Delegación del Gobierno deberían coordinarse para colocar a Ceuta de punta de lanza de la ansiada inmunidad de grupo. Se puede y se debe. Ya con la llegada de las primeras vacunas a la ciudad a finales del pasado diciembre, el entonces consejero de Sanidad, Javier Guerrero, comenzó a elevar la voz para reclamar la llegada de más vacunas. Le ha sucedido en el cargo y en la demanda, Alberto Gaitán, y sin excepción todos los responsables políticos han venido reclamando al Gobierno de la Ciudad un esfuerzo de negociación para que se desbloqueé la legada de un mayor número de vacunas a Ceuta.

El reparto de vacunas a la ciudad que supondría estar en disposición de alcanzar una veloz inmunidad de grupo apenas si representaría un porcentaje ínfimo en la merma que supondría para otros territorios. Poco más, o incluso menos, que las vacunas que no están alcanzando a inyectar entre cada remesa de dosis que les llega

Desde aquí queremos lanzar la idea de proponer a Ceuta para que sea punta de lanza de la ansiada inmunidad de grupo y poder servir de laboratorio para ver cómo puede ser la vida si se alcanza esa inmunidad. Es posible y no debería ser muy complicado. La ciudad reúne unos cuántos requisitos que la hacen idónea para eso. Las famosas peculiaridades de Ceuta, siempre presentes en el discurso del presidente Vivas, juegan en este caso a favor para la reclamación y no explotarlas sería una negligencia imperdonable.

El reparto de vacunas a la ciudad que supondría estar en disposición de alcanzar una veloz inmunidad de grupo apenas si representaría un porcentaje ínfimo en la merma que supondría para otros territorios. Poco más, o incluso menos, que las vacunas que no están alcanzando a inyectar entre cada remesa de dosis que les llega. El reducido número de población hace posible que Ceuta pudiera servir de campo experimental. Unas decenas de miles de dosis no suponen un peso elevado en el conjunto nacional y en cambio permitirían medir en un corto plazo de tiempo cuáles son los efectos de esa inmunidad. Con lo que ello conllevaría para la industria turística, por poner sólo un ejemplo.

Además, se da otro elemento clave, la situación de insularidad de la ciudad. La incomunicación natural permitiría a su vez medir de un modo muy eficiente esa repercusión de alcanzar con celeridad un porcentaje elevado de población inmunizada.

¿Qué hace falta entonces para lograr esas decenas de miles de dosis que permitan convertir a la ciudad en un campo experimental y tratar de frenar en seco la pandemia? Voluntad política. La voluntad de PP y PSOE. La petición hay que realizarla con un plan de vacunación detallado que garantice una vacunación rápida por muchas miles de dosis que lleguen.

Pero hay más. En las últimas semanas hay un bombardeo de publicaciones científicas que tratan de evaluar la repercusión sobre los contagios de una sola dosis de las vacunas que como las de Pfizer y BioNtech requieren de dos pinchazos espaciados en varias semanas (entre tres y cuatro). La ciencia, los experimentos, empiezan a comprobar que una única dosis reduce de forma sustancial la transmisión del virus y su mortalidad.

Ceuta no está logrando reducir la incidencia de la covid al mismo ritmo que el resto del país. Hace sólo un mes, la ciudad estaba por debajo de la media nacional en esa incidencia acumulada a 14 y 7 días por cada cien mil habitantes. Un mes después no sólo está por encima de la media, es que en la incidencia a 14 días sólo Melilla y Madrid presentan peores datos que la ciudad. Y en la de 7 días a esas dos regiones se suma País Vasco. En estos días, sólo con el brote detectado en La Esperanza la reducción lentísima de la incidencia se vio primero estancada, y la suma de esos positivos a la estadística hará que la ciudad crezca en incidencia, un leve o no tan leve repunte de la curva. Esto significa que una vacunación masiva podría servir para comprobar con mayor exactitud cuál es el efecto de las vacunas sobre la transmisión del virus con una dosis primero y con dos, después.

¿Qué hace falta entonces para lograr esas decenas de miles de dosis que permitan convertir a la ciudad en un campo experimental y tratar de frenar en seco la pandemia? Voluntad política. La voluntad de PP y PSOE. La voluntad del Gobierno de la Ciudad Autónoma y de la Delegación del Gobierno, y por tanto, la del Gobierno de la Nación. No sólo hay que pedirlo y exigirlo. Hay que pedirlo con los deberes hechos. Eso supone presentar junto a la petición un plan de vacunación masiva que permita dar desarrollo a esa posible llegada de decenas de miles vacunas a la ciudad si el Gobierno de España accediera a ello. Un plan que tendría que elevarse muy por encima de los 500 pinchazos al día a los que aspiraba la Consejería de Sanidad a principios de año.

A las razones puramente sanitarias se suman las económicas: la crisis provocada por la pandemia se ha solapado con la que ya se arrastraba y permitir que se inmunice a la ciudad antes que otros territorios es otro estímulo económico tan importante como las ayudas en euros contantes y sonantes

¿Qué pasaría si en dos semanas, por ejemplo, la ciudad tuviera vacunas suficientes y capacidad logística y humana para inyectar 3.000 vacunas diarias los 7 días de la semana? Sucedería que en sólo 14 días habría 42.000 ceutíes vacunados con una primera dosis. La mitad de la población. Si a eso se le da recorrido en sólo tres semanas se alcanzaría un 75 por ciento de población vacunada. Es obligado que para realizar esa petición el Gobierno Local y la Delegación del Gobierno eleven al Ministerio de Sanidad un plan detallado de vacunación.

Hay pocas claves, pero una fundamental es el reducido número de vacunas sobre el peso nacional que supondría inmunizar la ciudad en un tiempo récord. Eso permitiría medir con claridad los efectos de la inmunidad de grupo. Unos resultados que servirían para que el resto del país supiera a qué se va a enfrentar o qué riesgos puede dejar atrás a medida que la inmunización de la población crezca.

A las razones puramente sanitarias que de por sí pueden parecer suficientemente interesantes para sacar adelante la iniciativa se suman otras. Las económicas y las geopolíticas. La ciudad ha sumado la crisis social y económica provocada por la covid a la que ya arrastraba por el bloqueo fronterizo de Marruecos. Un bloqueo fronterizo unilateral. La economía está tocada y el alcanzar una inmunidad de manada antes que nadie otorga una ventaja innegable y colocaría a la ciudad en una situación ventajosa para atraer turismo y para el resto de actividades. Sería otra ayuda no sólo sanitaria sino de estímulo económico. Nos pondría de nuevo en el mapa, en primera página de los informativos nacionales, pero esta vez por algo positivo, mejorando de por sí la imagen de la ciudad. Y supondría además una cierta respuesta al manejo fronterizo al que nos ha sometido Marruecos. ¿Qué razón habría para mantener la frontera cerrada si se alcanza la inmunidad de grupo? La tendría Marruecos, pero no España.

Es necesario que ambas instituciones, Ciudad y Delegación se pongan de forma inmediata a reclamar al Gobierno de la Nación la realización de este experimento. Y lo que vale para Ceuta valdría igualmente para Melilla. Las condiciones son exactamente las mismas. Y el número de dosis que habría que desviar para realizar este experimento es en el peso del conjunto nacional apenas perceptible, incluso aunque se inmunice de golpe a ambas ciudades. Y de los resultados obtenidos aquí sacarían provecho también en el resto del país.