Juan Vivas le regala una lección a Pablo Casado

Pablo Matés


Juan Vivas consiguió el pasado domingo 26 de mayo algo que aparecía como muy difícil hace sólo un mes: Invertir los resultados de las Elecciones Generales del pasado 28 de abril, cuando VOX superó al PP por casi 1.000 votos y 2,5 puntos de apoyo sobre el total de los sufragios emitidos. Lo repitió él mismo en campaña y todo el Partido Popular lo creía. El presidente Vivas era de los pocos que no cayó en el derrotismo en sus propias filas. Diseñó una campaña exigente y exhaustiva centrada mucho más en hablar con los vecinos y votantes, ya fuera a título individual o como colectivos, que en cualquier otra cuestión, pero valorando también los demás aspectos de la comunicación y el marketing político. Quienes se encargaban de coordinar las agendas han sudado como nunca porque el presidente se volvió incombustible. Vivas puso todo lo que tenía con el convencimiento de que lo único que necesitaba para seguir en el que ha sido su despacho durante los últimos 18 años era superar a VOX y convertirse en la lista más votada.

 

Sorprende que tras corroborar en la práctica y en las urnas que la estrategia de aislar a VOX funcionó, y funciona, algunas voces, incluso dentro del partido, estén reclamando a su formación y al futuro Grupo Parlamentario Popular que se replantee la estrategia y que ahora, una vez que ya se ha votado, se rompa la promesa electoral y se busque un apoyo estable en VOX

Y además del marketing puro y duro, de la campaña en sí, Vivas puso en el centro de su estrategia política un muro, el que levantó una semana antes de que empezara la campaña contra VOX y cualquier posible apoyo en la formación de ultraderecha tras las urnas. Negó que fuera a pactar nada con los de Juan Sergio Redondo y ha acabado regalándole una lección a Pablo Casado y a todo el PP. Les ha enseñado el camino.

Basta con dar coherencia al discurso del voto útil en la derecha aislando a quienes en abril provocaron la debacle de Casado

Cuando el electorado de derechas y centro derecha tiene claro que la única opción real de lograr gobiernos es el PP, el electorado responde y aclara sus ideas decantándose por el azul, mucho más que por el naranja o por el verde. No hace falta ni apelar a las carambolas como metáfora ni ofrecer ministerios el último día de campaña. Basta con dar coherencia al discurso del voto útil en la derecha aislando a quienes en abril provocaron la debacle de Casado.

Vivas puso en el centro de su estrategia política un muro, el que levantó una semana antes de que empezara la campaña contra VOX y cualquier posible apoyo en la formación de ultraderecha tras las urnas. Negó que fuera a pactar nada con los de Juan Sergio Redondo y ha acabado regalándole una lección a Pablo Casado y a todo el PP. Les ha enseñado el camino.

VOX se desinfló el pasado 26 de mayo en buena parte de los territorios, lo vaticinaban los sociólogos y los estudios demoscópicos por el descuadre en el recuerdo de voto, uno de cada tres negaba haber votado a VOX en las Generales. Una especie de efecto GIL en Ceuta, al que nadie había votado poco tiempo después de haber ganado unas elecciones. Y el PP iba a recuperar votos por ahí. En buena parte, el pinchazo de los de Abascal venía motivado por defraudar las altísimas expectativas que ellos mismos habían fijado para las Generales. Ese factor no llegaba a suceder en Ceuta. Aquí VOX obtuvo el mejor porcentaje de apoyo de todas las capitales de España, un 24 por ciento de votos sobre el total, el 28 de abril. Así que a falta de encuestas específicas para Ceuta, todo parecía una incógnita dado que el parámetro no parecía aplicable. Y así era, VOX en Ceuta no se desinfló, perdió sólo 1,5 puntos de apoyo de una cita a otra, pero en términos absolutos se dejó 1.500 votos que unidos a los 2.500 que ganó el PP de Vivas abrieron un abismo entre los azules y los verdes.

No pactaré ni con VOX ni con Caballas, dijo, y se situó en el ansiado centro político con una sola frase

Vivas jugó a contracorriente de su partido. Se posicionó rotundamente en contra de VOX, lo hizo apelando a la idiosincrasia propia de la ciudad y a su multiculturalidad. Convenció incluso a Casado del discurso y la estrategia. No hay más que echar la vista atrás para sorprenderse con algunas de las frases que el líder nacional pronunció en el Chiringuito de la Rivera apelando al entendimiento y respeto entre todas las culturas y religiones y el respeto a todos por igual se rece a quien se rece –el mismo Pablo Casado al que Caballas imprimió pasquines digitales con su frase de “aquí no se matan carneros en casa. O respetan las costumbres occidentales o se equivocan de país”–. Con su anunció Vivas pilló por sorpresa a todo el mundo. No pactaré ni con VOX ni con Caballas, dijo, y se situó en el ansiado centro político con una sola frase.

Le resultó tan bien que les cepilló a VOX y Ciudadanos 2.404 votos e hizo sucumbir a los naranjas hasta dejarlos fuera de la Asamblea por un puñado de papeletas. Colocó al votante de derechas en la tesitura no de elegir al que más le gustara de los tres partidos convencido de que si sumaban gobernaban, sino al que realmente quería y creía que tenía más opciones de gobernar. Y ahí Vivas les ganó por la mano a VOX y a Cs.

El cortafuegos funcionó. Funcionó tan bien que se lo pensaron hasta los votantes de Ciudadanos dos veces y acabó votando distinto en la urna de al lado de las Europeas hasta dejar a los de Varga fuera de la Asamblea. Unos 1.000 votos se volvieron azules en el camino de centímetros que había de una urna a otra urna.

El presidente jugó con el factor a favor del posible miedo de ese nicho de votantes, mayoritario en Ceuta a que se repitiera lo de las Generales y la izquierda, por temor a VOX, se aglutinara en torno al PSOE; como así fue, aunque nadie pudiera vaticinar o creer que las formaciones localistas sucumbirían de ese modo. Mención aparte para la campaña de 3 años, barrio a barrio, de Juan Gutiérrez, para el descubrimiento de Adil Mohamed como referente para los vecinos de El Príncipe y para la gestión aseada de la Delegación del Gobierno y de éxito en el caso de la agilidad en la frontera, que no ha pasado desapercibido para todo un tejido económico que no está para muchos experimentos y que sabe que por el Tarajal entran buena parte de los euros que acaban en sus cajas. Más vale dirham en mano que puertos volando.

Con esos simples y sencillos elementos, Vivas armó la receta y le enseñó el camino a todo el PP de Casado.  Su posición y su mensaje era fácil de entender para su nicho de votantes. Les vendió el producto de un modo preclaro. Si el votante de derechas quiere castigar al PP o a Vivas está bien, pero que lo piense; que esto no es Andalucía; que esto no es España. Vivas con VOX no va a compartir un Gobierno. Así que el que quiera que sea el PP el que gobierne a quien tiene que votar es al PP, porque no va a sumar los votos de VOX. El cortafuegos funcionó. Funcionó tan bien que se lo pensaron hasta los votantes de Ciudadanos dos veces y acabó votando distinto en la urna de al lado de las Europeas hasta dejar a los de Varga fuera de la Asamblea. Unos 1.000 votos se volvieron azules en el camino de centímetros que había de una urna a otra urna.

Y VOX ni se enteró. No movieron una coma de la estrategia electoral. Pensaban que con no equivocarse les alcanzaría. Optaron por la no campaña. Por evitar los medios de comunicación. Vivas les estaba asfixiando con su aislamiento y ni se enteraron. Fueron la rana en la cazuela.

VOX se desinfló en las Europeas y el resto de territorios como vaticinaban los sondeos, pero no aquí. Aquí en las Generales sí habían cubierto las expectativas, con el mismo resultado y contando con la aparición del MDyC y Caballas en la contienda, hoy estarían en posición de gobernar ellos por ser la lista más votada. Nadie esperaba que aquí se desinflaran como en el resto del país, y no lo hicieron. Nadie contaba tampoco con que Juan Vivas rompiera la baraja y decidiera remar a contracorriente de su partido y propusiera una estrategia distinta.

Y VOX ni se enteró. No movieron una coma de la estrategia electoral. Pensaban que con no equivocarse les alcanzaría. Optaron por la no campaña. Por evitar los medios de comunicación, se limitaron a airear su programa por fascículos con una nota de prensa al día. Quitando el canutazo del primer día, la noche de la pegada, su candidato, Juan Sergio Redondo, no contestó más preguntas de los medios que las de las entrevistas, entrevistas que negó a aquellos medios que consideró poco amables con sus postulados (ceutaldia.com y elforodeceuta), a los que borró de sus listas de difusión poniendo en práctica un vergonzoso veto a medios de comunicación que evidencia su falta de ética y costumbre democrática. Una estrategia de dudoso impulso en la generación de confianza en los votantes ¿Qué candidato no aguanta 20 minutos de preguntas en una televisión? No tuvo el partido ocasión de rechistar a la estrategia lanzada por Vivas, por la que seguro los periodistas le habrían preguntado. No pudo incidir en ella, ni modularla, ni polemizar, mientras Juan Vivas repetía en cada ocasión que no pactaría con VOX. Cometieron y siguen cometiendo aún hoy un error básico, algo que enseñan en la primera clase de Introducción a la Comunicación Corporativa: Si tú no fijas alto y claro tu mensaje y tu posición, corres el riesgo de que otros lo hagan por ti. Vivas les estaba asfixiando y ni se enteraron. Fueron la rana en la cazuela.

Y eso sin contar que peleándose con todo el mundo, desafiando a todos los actores sociales y políticos difícilmente podrán gobernar nunca nada si no es por mayoría absoluta. A Vivas y al PP lo venían despreciando desde hace muchos meses, más de un año, en mensajes en redes sociales, ahora algunos se sorprenden de que el PP de Vivas no quiera nada con ellos. Si Aróstegui hubiera dicho alguna de las cosas que dijeron desde el flanco de VOX habrían ardido las portadas en papel y los votantes populares habrían llenado los muros de las redes sociales con quejas e insultos contra Aróstegui.

Si el PP hubiera hecho lo que le reclamaban los populares europeos y hubiera renunciado a gobernar la Junta de Andalucía apoyándose en VOX, ¿alguien puede dudar de que los resultados de Casado en las Generales hubieran sido distintos, mejores, y los de VOX más similares o incluso peores a los de las Europeas?

No hay más que comparar lo que pasó en Ceuta con lo que pasó en Madrid, donde nadie dudó ni puso en duda que si al PP, Ciudadanos y VOX les alcanzaba para gobernar pactarían. El PP obtuvo los perores resultados de las últimas décadas, como pasó en las Generales. Aquí Vivas mejoró lo que sucedió en abril aislando a VOX para futuros pactos de gobiernos. El error del PP fue blanquear a VOX y validarlo como actor político para lograr la Junta de Andalucía. Si el PP hubiera hecho lo que le reclamaban los populares europeos y hubiera renunciado a gobernar la Junta de Andalucía apoyándose en VOX, ¿alguien puede dudar de que los resultados de Casado en las Generales hubieran sido distintos, mejores, y los de VOX más similares o incluso peores a los de las Europeas?

Sorprende que tras corroborar en la práctica y en las urnas que la estrategia de aislar a VOX funcionó, funciona, algunas voces incluso dentro del partido estén reclamando a su formación y al futuro Grupo Parlamentario Popular que se replantee la estrategia y que ahora, una vez que ya se ha votado, se rompa la promesa electoral y se busque un apoyo estable en VOX compartiendo incluso Gobierno y dando entrada a algunos de sus diputados en el Ejecutivo. Sorprende por la falta de capacidad para ver que la estrategia funcionó, que sostenida en el tiempo puede dar incluso mejores resultados para el PP, y sorprende más si cabe cuando en realidad el apoyo de VOX no es ni necesario ni imprescindible. El pensar que se puede hacer una campaña situando una promesa en su núcleo estratégico (no pactar con VOX) y una vez votado y a los cuatro días, romperla sin que haya consecuencias, directamente sonroja y mueve a pensar en la obscenidad de algunos que se tienen incluso por poco menos que gurús políticos.

A Juan Vivas le salió bien la jugada. Es cierto, podría haberle salido mal. Pero le salió bien. Y con su acierto le ha regalado una lección a su formación en el ámbito nacional. Si se le hubiera lanzado al votante el mensaje claro de que con VOX no se pactaría, el votante tradicional del PP habría tenido que elegir entre castigar al partido y permitir que Pedro Sánchez siguiera gobernando –como pasó– o refugiarse en el voto útil, como tantas veces reclamó, por ejemplo, Guillermo Martínez, durante las Generales en un discurso sin red nacional que lo sostuviera. Mientras él decía eso, Casado ofrecía ministerios a Abascal en público. Los resultados de las Generales fueron los que fueron. En las autonómicas y municipales, a pesar del pinchazo de VOX, al PP no le ha ido mucho mejor en los territorios en los que se siguió con el mismo mensaje, si las derechas suman gobernaremos juntos: elija usted la papeleta del color que más le guste: verde, naranja o azul. En Ceuta, Vivas dijo, sólo vale la azul para que gobierne la azul. Y el azul y el verde es sabido que no combinan nada bien. Tal vez ahí, el PP tenga la clave. Tal vez, si quiere empezar a recuperar votos convenga que empiece a plantearse si para la particular travesía del desierto que tiene que hacer quiere el agua que le ofrece VOX por la derecha trasnochada y retrógrada.