Durante los próximos cuatro años, los representantes electos de los ceutíes se agruparán en dos bandos. De un lado, los que forman o el gobierno o los que lo apoyan, y del otro la oposición.

La propia definición del término, expresa claramente el papel que se espera que desempeñe la oposición. Es decir, plantear una política distinta, opuesta, a la que realice el partido del Gobierno. Eso no significa que, en contadas ocasiones, los intereses de unos y otros, que deberían ser los intereses generales de la población a la que representan, coincidan y puedan adoptarse medidas que cuenten con el respaldo de uno y otro bando. Pero esto no es lo habitual o, por lo menos, no debería serlo. En realidad, debería ser una excepción, puesto que si el voto es la expresión de una voluntad política, la de la oposición debería ser divergente de la del gobierno, en caso contrario, no tendría sentido presentarse bajo las siglas de opciones políticas claramente diferenciadas desde el punto de vista ideológico y programático.

Hago esta reflexión porque, como votante confeso de Caballas, no solo espero sino que exijo, que esta coalición me represente dignamente durante la próxima legislatura. Y lo exijo porque considero que los programas electorales son un contrato entre el partido y sus electores, no como dijo cínicamente un viejo profesor: “las promesas electorales están hechas para incumplirse”.

Yo he entregado mi voto a una opción política con un programa claro y concreto. Es cierto que si no se gobierna es imposible el cumplimiento del programa electoral, pero la actuación de los concejales o diputados, o como quieran llamarse, a los que yo he votado, exijo que vaya encaminada a procurar el máximo cumplimiento posible de ese compromiso que supone el programa electoral, de ese contrato que suscriben el partido y sus electores durante la campaña electoral.

Me sentiría defraudado si los representantes de Caballas no asumen la responsabilidad de controlar la acción del gobierno y plantear soluciones alternativas para resolver los graves problemas que afectan a nuestra ciudad. No podría aceptar que aquellos a los que he entregado la parte alícuota de poder que me corresponde como individuo que forma parte de un pueblo del que emana la soberanía, acaben apoyando acciones tan privativas de un gobierno como son los presupuestos o las medidas para combatir esa lacra lacerante que supone el desempleo para nuestra ciudad.

Estar en la oposición tiene sus riesgos y exige coraje y personalidad. No es fácil estar solo frente a una mayoría, remar contra corriente, mantener la calma en mitad de la tormenta. Pero eso es lo que espero de aquellos a los que he prestado mi confianza para defender los mismos principios en los que yo creo.

Cuando escribo este comentario aún no se conoce el gobierno que nombrará Juan Vivas en el ejercicio de su potestad, pero no espero sorpresas. Será más de lo mismo. Sin embargo, conozco a los componentes de la coalición Caballas y confío en que van a defender con ahínco los principios que les han hecho acreedores de mi voto. Espero que hayan quedado superados comportamientos erráticos de épocas pasadas. Hay cosas que no se pueden hacer y, mucho menos, por un plato de lentejas.

Aún no he conseguido explicarme cómo gobierno y oposición en la pasada legislatura firmaron un documento conjunto de ambigüedades y naderías para, supuestamente, luchar contra el paro. Hasta 43 medidas. Ni una sola se ha puesto en marcha y es que, en realidad eran solo humo. La nada, el vacío. El tiempo lo ha demostrado. Lo canta el resultado, 1.000 parados más desde la firma de ese bodrio. Y lo peor de todo es que la responsabilidad es compartida por la oposición que lo suscribió conjuntamente con el Gobierno.

Cuando hablo de oposición me estoy refiriendo, naturalmente, a Caballas. Del otro grupo de la oposición no espero nada. Ya lo han demostrado suficientemente en la pasada legislatura, apoyando el mismo presupuesto que el gobierno. Es decir, compartiendo con el PP el instrumento para la solución de nuestros problemas. Si sus soluciones son iguales, ¿qué más da votar a uno o a otro?

En mi humilde opinión, la oposición debe ser firme, valiente, imaginativa, audaz constructiva, implacable y, sobre todo, incorruptible. Estoy seguro de que estos van a ser los pilares de la actuación de Caballas durante los próximos cuatro años. Si así no fuera, se lo demandaré públicamente.