En 1996 se estrenó una película que tuvo bastante éxito de crítica y público. Se llamaba El Paciente Inglés. Consiguió 9 Premios Oscar, habiendo sido nominada en 12 candidaturas. Fue dirigida por Anthony Minghella e interpretada en sus papeles estelares por Ralph Fiennes y Juliette Binoche.

La película, basada en la novela del cingalés Michael Ondaatjé, relata la historia de un paciente evacuado de un hospital de veteranos que por vicisitudes de la guerra se ve confinado en un monasterio abandonado, donde queda al cuidado de una enfermera a la que acaba relatando su vida.

El paciente, que no era precisamente inglés sino húngaro, estaba en fase terminal y padecía horribles quemaduras que le producían un dolor insoportable, que apenas alcanzaban a mitigar las continuas dosis de morfina que le administraba la enfermera.

Hago este exordio para referirme a las declaraciones del llamado Mohamed Mohamed Haddu, más conocido por Musa, que hace unos días publicaba el diario El Faro en una entrevista firmada por Carmen Echarri.

El tal Musa que, como el paciente de la película, tampoco es inglés, se confiesa quemado. Yo diría que achicharrado. Carbonizado. Pero en el delirio que le produce su quemazón, atribuye a otras personas lesiones más graves que las suyas. Dice que Aróstegui está más quemado incluso que él. Afirmación esta muy respetable, como cualquier otra opinión que no responde a ningún dato objetivo sino simplemente a una sensación personal del que la expresa. Pero el hecho de que esta sea su opinión no quiere decir que tenga que ser compartida por el resto de los mortales.

El grado de afectación de las supuestas quemaduras que el diputado electo en las listas de la coalición UDCE-IU atribuye a Juan Luís Aróstegui lo decidirá el electorado el próximo día 22 de mayo. No voy a perder ni un segundo en defender aquí al señor Aróstegui, que puede defenderse solo y mucho mejor de lo que lo haría yo, pero no quiero perder la oportunidad de dar un repaso a las declaraciones del inefable Musa.

Este señor, que siendo miembro de la dirección de IU colaboró con el gobierno corrupto del GIL, previo pago de la sustanciosa cantidad de 30.000 euros mensuales para la supuesta realización de programas de integración social, llamados oficialmente Asuntos Étnicos, dice en su entrevista que va a dejar la política. Yo creo que, más bien, es la política la que, ya hace algún tiempo, lo ha dejado a él.

La trayectoria política del señor Musa es bastante confusa y contradictoria. Su militancia en una organización de izquierdas y de reconocido prestigio estatal aunque, lamentablemente, con menor apoyo electoral del que merece, no se corresponde con su carrera vital. A diferencia de otros militantes de este partido, el señor Musa no tiene una vida laboral como trabajador asalariado. No se le ha conocido el ejercicio de una profesión por cuenta ajena que le haya servido como medio de vida durante el período anterior a su irrupción en la vida política. En los últimos años ha ejercido como empresario, con un pequeño taller mecánico en el que tenía un empleado que, por cierto, le demandó por falta de pago de sus salarios.

En su actuación pública, el tal Musa tiene en su historial la participación en un 1º de Mayo con un grupo de sus correligionarios, que se dedicaron durante el desarrollo de la manifestación a insultar y a abuchear a Juan Luís Aróstegui y a los miembros de la dirección del sindicato que participaban en el acto. A esa misma hora, los participantes en una competición de veleros, que como cualquiera puede suponer no eran precisamente unos descamisados, eran objeto de una recepción por parte de las autoridades locales. El señor Musa consideró más conveniente para el interés de la clase trabajadora, a la que decía defender, abuchear a los sindicalistas en lugar de a los capitalistas, que eran agasajados con el dinero que pagamos todos los contribuyentes.

De su actividad como parlamentario en la Asamblea no hay nada que pueda ser destacado. No ha sido un virtuoso del arte de la oratoria ni ha hecho ninguna propuesta que haya podido suponer un beneficio para los votantes de la coalición que le proporcionó su escaño, ni tampoco que haya podido contribuir al interés general de los vecinos de Ceuta. Sin embargo, ha conseguido empleos en empresas municipales para sus familiares y viviendas de promoción pública para otros cuantos.

En lo de apoyar iniciativas para resolver los graves problemas de esta ciudad, tampoco puede presentar un balance mínimamente aceptable. Por ejemplo, su apoyo a los parados que durante un año se han manifestado diariamente por las calles de esta ciudad ha sido nulo. Más bien ha procurado desmotivarlos y desmovilizarlos. Su única actuación en este asunto ha sido promover una reunión entre la representación del grupo de parados y un consejero para engañarlos con promesas vanas, que siempre han quedado incumplidas.

Dice el señor Musa que se va de la política, pero no para siempre. Es como si pidiera una excedencia. No es un despido. Esto es una prueba de que se ha enrolado en el tabor de regulares del PP. La entrevista con Carmen Echarri es su primera acción de guerra. Su bautismo de sangre. No es una hazaña heroica. Más bien es una escaramuza. La emboscada detrás de un parapeto. La acción propia de un cobarde. Su pago vendrá después de las elecciones, dependiendo de cuánto sea capaz de erosionar el voto de Caballas.

Podría añadir bastante más para rebatir las opiniones vertidas por el señor Haddu, pero superaría ampliamente el espacio que, amablemente, me conceden los editores de CAD. Solo usaré dos líneas más para desearle a este personaje, que solo podría haber prosperado en una ciudad como Ceuta, un feliz retiro y que tanta paz lleve como descanso deja.